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JAVIER BARRIO
Martes, 12 de febrero 2019, 02:53
Casi treinta años y unos 521 partidos separan a José Alberto, el entrenador más joven de Segunda, de Paco Herrera, el más veterano junto a Antonio Iriondo y (esto ya en solitario) el más curtido y experimentado en los banquillos de la División ... de Plata. Ningún entrenador de los que se encuentran en activo en la temporada actual puede discutir los 462 encuentros que, según la Liga, suma en esta competición Herrera, que se fue del Sporting hace algo más de un año para dejar su sitio a Rubén Baraja. El domingo, tras una breve experiencia en el Aris de Salónica griego y dirigiendo ahora a Las Palmas en una travesía muy complicada, volverá a cruzarse con los rojiblancos en el Estadio de Gran Canaria.
Ninguno de los dos preparadores llegará a la cita en un momento florido, aunque los números de José Alberto son superiores a los del entrenador catalán, que conserva en su segunda etapa en las islas a Ángel Rodríguez como lugarteniente. Igual que en Gijón. Como el entrenador del Sporting, Herrera estacionó en el banquillo de Las Palmas en la jornada 15 después de que el proyecto empezara a languidecer con Manolo Jiménez, destituido. Desde entonces, en la búsqueda constante de un patrón que dé fiabilidad a ese juego alegre que caracteriza a los amarillos, solo ha sido capaz de sacar un partido adelante frente a Osasuna, al que, eso sí, ganó con margen (4-1). El segundo triunfo, metido ya dentro de la factura, llegó tras la comunicación de la expulsión del Reus, con la actualización numérica en la clasificación de los equipos que se tendrían que haber enfrentado a los catalanes en el inicio de la segunda vuelta. El Sporting tendrá que esperar a la penúltima jornada para ver reflejados esos tres puntos extra en su casillero.
Con este panorama, en las islas se debate estos días seriamente en torno al futuro del veterano técnico catalán, que mantiene su confianza en que reflotará el proyecto isleño, que ahora mismo se da de codazos con el del Sporting en la zona media de la tabla. «Tengo que ser positivo porque me da la sensación de que este equipo no se lo cree. Tengo que ser positivo. Si no lo soy yo, ¿quién lo va a ser? Estoy convencido de que le vamos a dar la vuelta. Nos falta ganar un partido», aseguró el domingo el preparador barcelonés tras el empate en La Rosaleda. Ayer volvió al trabajo al frente de su equipo, que no podrá competir el fin de semana con Deivid, expulsado en Málaga. El domingo volverá a ser examinado con lupa.
Aunque José Alberto tuvo un aterrizaje más prometedor en su primera experiencia en Segunda, lo cierto es que el Sporting ha ido perdiendo también bastante gas en las últimas jornadas. El Molinón, enfriado, empieza a sucumbir de forma inexplicable ante los forasteros, cediendo terreno el equipo en casa con tres derrotas en los cuatro últimos encuentros: Zaragoza, Deportivo y Osasuna. Fuera, por el contrario, mantiene una tendencia aceptable. Suma diez puntos sobre quince, en una trayectoria limpia de descalabros, pero con el freno de mano echado por esos últimos pinchazos que ha presenciado su afición, a la que deberá reconquistar. El paisaje de butacas vacías que presentaba El Molinón antes del cierre del partido frente a Osasuna fue revelador, aunque el equipo todavía está a tiempo para la enmienda. Y, justo es reconocerlo, con José Alberto ha espabilado, pese a que se ha vuelto a meter en una crisis de identidad y confianza en esos últimos partidos.
Con esa tendencia, y el 'play off' alargándose de nuevo hasta los seis puntos, el Sporting necesita ganar como sea este domingo en el Estadio de Gran Canaria. Y la empresa anuncia dificultades de altura, toda vez que la última victoria del Sporting en Las Palmas se remonta a marzo de 2004. Un partido resuelto con goles de Ismael Irurzun y Miguel (1-2). Detrás de esto, únicamente hay tres victorias que apuntar a la memoria histórica: una a comienzos de los años setenta (1970-1971) y las dos restantes en mitad de los ochenta (1985-1986 y 1986-1987). No son buenos precedentes, pero la historia queda enterrada por la situación. El partido del domingo ante Osasuna hizo un daño mayúsculo en las entrañas del club, sorprendido por el pobre rendimiento coral del equipo, que apenas aguantó treinta minutos al once 'rojillo'.
Las Palmas, además, no ha perdido todavía en su campo, aunque esa imbatibilidad está camuflada en un buen puñado de empates. Tantos como siete, convertido en el rey de la estadística en este campo de toda la Segunda División. Como principal valor de los canarios, amenaza de los rojiblancos, se anuncia el escurridizo Rubén Castro, que ha celebrado cuatro goles en su largo historial de enfrentamientos con el Sporting.
Buena relación
En Mareo hay preocupación por la imagen que ofreció el Sporting el viernes, pero, digerido el trago durante el fin de semana, también se considera que la batalla no está perdida y que aún existen serias posibilidades de entrar en el 'play off'. Para ello tendrá que comenzar a asomar la cabeza frente a Las Palmas, dirigido por Paco Herrera, quien mantuvo una buena relación con José Alberto durante los meses que estuvo en Gijón, siendo más fría, casi inexistente, con Baraja, al que relevó el ovetense tras el batacazo en el derbi en el Tartiere. Hay confianza en que los gijoneses estiren con la llegada de los nuevos, Aitor García, Álex Alegría e Ivi López, en camino de coger un estado de forma óptimo. Pero no hay mucho tiempo.
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