El Sporting decepciona en El Molinón

El fiasco fue grande. Después de que el Sporting goleara a domicilio a la Ponferradina, el sportinguismo esperaba un paso más de su equipo en la competición liguera, pero la realidad fue muy diferente porque salió todo mal: desde el cambio del 'Pitu' en la alineación, en la que apostó por un desaparecido Cristo en lugar de Zarfino, hasta la desafortunada actuación de Guille Rosas, Gragera, Pedro, Djuka y compañía.

El choque comenzó con dos avisos de los rojiblancos. Gragera lo intentó con un derechazo que obligó a Parera a lucirse con una gran parada. Sin apenas dejar respirar al Racing, Djuka falló su primer mano a mano ante el meta rival. Fue el único peligro que protagonizaron los locales.

El guion del encuentro fue similar al del Burgos de hace dos semanas en El Molinón. La gran diferencia es que el Burgos no puso en aprietos a Mariño mientras que el Racing marcó en su primer disparo a portería. Un error grupal grave que comenzó con una pérdida de Gragera y facilitó el contragolpe del adversario concluyó con un mano a mano de Gassama ante Mariño. Y el delantero no perdonó.

El empate pudo llegar al filo del descanso, pero inexplicablemente el balón no entró en la portería del Racing. Otero se encontró un balón suelto en el área y buscó el empate, pero Parera evitó el empate. Para más inri, el rechace le cayó a Gragera que evitó al meta, pero Mantilla despejó el peligro en la misma línea de gol para desesperación de El Molinón. Ver para creer.

Abelardo intentó maquillar en el descanso la mala decisión de Abelardo de trastocar el trivote formado por Gragera, Pedro y Zarfino de la semana pasada. La lesión de 'Cote' en la primera parte obligó al técnico gijonés a introducir a Diego Sánchez en el lateral izquierdo, por lo que aprovechó el cuarto de hora en el vestuario para hacer un doble cambio. Para sorpresa de muchos, Gragera dejó su sitio a Zarfino, mientras que Cristo hizo lo propio con Zarfino.

El inicio de la segunda mitad fue prometedor. Pero la mecha corta se apagó enseguida. Djuka perdonó lo imperdonable. Si Gasamma castigó al Sporting en su mano a mano ante Mariño en la primera parte, el delantero serbio perdonó a su rival. El delantero erró cuando no se puede errar. Falló lo que se tiene que meter y si no aciertas las pocas ocasiones que generas, la probabilidad de victoria se reduce, como es lógico.

A partir de ahí, los rojiblancos desaparecieron. Quisieron, pero ni pudieron ni supieron. Pedro estuvo mal, los hombres de banda no aparecieron y la ansiedad generada por el paso de los minutos desesperó a todos.

Mientras el Sporting lo intentaba sin sentido alguno en su juego, el Racing pudo golear. De no ser por Mariño, el marcador hubiera sido sonrojante. Con espacio en sus espalda, Insua e Izquierdoz se convirtieron en centrales vulgares. Además de ser lentos, ante el Racing no estuvieron afortunados. Y menos mal que el rival no había marcado ningún gol hasta la fecha, porque de haber tenido un poco más de puntería, el golpe hubiese sido más duro.

El cabreo de Abelardo tiene que ser importante. Nadie estuvo bien. Pero no solo eso, sino que sus futbolistas mostraron una versión poco conocida durante la presente campaña. Muchos se habrán frotado los ojos en un par de ocasiones para creer lo que vieron en El Molinón porque el choque del Sporting es para olvidar.

La guinda al duelo la puso Matheus. El delantero, sin oposición desde el centro del campo se plantó ante Mariño para dejar sentenciado el partido. Nadie se acordó de él en el marcaje. Insua e Izquierdoz dejaron en sus espaldas al atacante que inició la carrera desde su campo para romper el fuera de juego.

Los despistes se pagan caros independientemente del rival que tengas enfrente. Y ante el Racing el Sporting se despistó, se relajó y decepcionó.