'Roquetazo' por el ascenso del Sporting

Un Roque Mesa 'MVP', jugón, vertical e influyente, puso patas arriba la clasificación final del 'play off'. Su gol, que entró llorando, vale competir en las eliminatorias del fin de semana como quinto, supone la eliminación del Racing de José Alberto y el pase del Oviedo como sexto. Una tarde de locos, pilotada por un héroe inesperado, pero de una categoría superlativa. Un gol monumental. De valor incalculable para un Sporting pendular e inestable. Vulnerable en el primer tiempo. Y estirando el pescuezo cuando entró en juego el veterano mediocentro. Pero también tiritón en el crepúsculo, sostenido por Yáñez en la prolongación con una parada de Primera. El otro 'salvavidas' de una jornada abrasiva. El Molinón ya empieza a inflamarse para la eliminatoria del domingo ante el Espanyol (21 horas).

Después de entrar en calor con una previa fogosa, como en los buenos tiempos, el Sporting se desplegó en el campo del Eldense con la selección de personal que volteó al Eibar en la segunda mitad de hace una semana. Villalba y Nacho Martín, que sostuvieron al equipo en el primer acto, entraron al toque de corneta en la alineación. Más control, mejores pies. La velocidad de Hassan, candada a la banqueta.

El Eldense, en chanclas tras su salvación, respondió con algo de colmillo. No hubo tanto tuneo para despedir el año. Varios futbolistas del once de Fernando Estévez no resultaron meritorios, sino peloteros titulares. Entre ellos, Juanto Ortuño, su goleador. Con todo, no fue un arranque florido. Ni explosivo. Aunque el Sporting cantara un falso bingo por un fuera de juego de lupa de Djuka tras una estupenda asistencia de Villalba.

Al Sporting se le puso peligrosamente cara de su hermano mayor en 2008, en Castellón. Ya había marcado el Oviedo, pero el equipo de Ramírez no se inmutó. Se tomó su tiempo, buscando madurar el partido, combinando desde los centrales con una circulación oxidada. El meta de casa, Vallejo, solo tuvo que intervenir para rebotar pateos de catalejo. Un cañonazo de falta de Otero, por ejemplo. Peligroso por la melé que se había citado en el área, pero un misil previsible a fin de cuentas.

El Sporting era hegemónico en el partido, con el balón atado al pie todo el rato, pero nada mosquetero. No había profundidad en su juego. Sí exceso de retórica. Solo se aclaraba bajo los pies de Villalba, el más ingenioso y explorador entre líneas, o los de Nacho Martín. Aunque fue Gaspar el que volvió a testar a Vallejo. Poloni apuntó un pestañeo después la primera intentona del Eldense. Seguía el 0-0. Pero el empate del Eibar contra el Oviedo inflamó a la 'Mareona', que había reclutado a Nacho Méndez y Lora para la ocasión.

El mayor bloqueo de la tarde, no obstante, estaba en el propio Sporting. No prosperaba en el partido, incapaz de abrir gas a partir del centro del campo y de encontrar los puntos flacos del Eldense, bien apretado atrás. El balón se movía con rigidez y a cámara lenta. Casi siempre en dirección a un cómodo Vallejo, sesteando. Pero los quince últimos minutos antes de la terapia del intermedio ya regresaba hacia Yáñez con muy mala uva. El Pepico Amat osciló.

Los de casa soltaron amarras viendo el panorama. Un aviso serio de Clemente abrió la veda. Una colleja para despertar. Poloni le pegó otra a los gijoneses, acalambrados. Y ya ganaba el Eibar al Oviedo. La alarma se disparó, sin control, de camino a la caseta. Íñigo Piña, central de casa, reventó un balón con la cabeza en el larguero de la portería de Yáñez. Quedó tiritando el travesaño y el Sporting, con cara de pocos amigos y lejos de la exigencia que demandaba la contienda. El único que llevaba cerillas en el apagón era Villalba.

De la terapia regresó el Sporting sin Nacho Martín, aunque el noreñense no era el más flojo. Pero sí compartía espacio y función con Róber Pier. Roque Mesa saltó al ruedo. Y el equipo, con el canario de palanca, empezó a lubricar mejor en ataque. Cote pudo quitar el tapón al partido con un zurdazo. Pero los dedos de Vallejo y su poste derecho, que retumbó, le negaron la gloria al lateral de Roces. Tuvo que ser, como frente al Eibar, un héroe inesperado el que descorchara. Con suspense y en una maniobra bacheada, tras un saque de banda, Roque Mesa puso a bailar al sportinguismo con un tiro raso que se le hizo bola a Vallejo. Manos flácidas. Ramírez ventiló el ataque: Mario entró por Djuka. Y un par de jugadas más tarde, Rivera por Gaspar.

Esta vuelta de tuerca empujó al Sporting a un dibujo con un trivote, con Otero, Mario y Villalba como punta de lanza. Y Roque en versión máxima de Roque. Al final se llegó apretado, escuchando la desventaja del Racing, el empate del Oviedo y el tercer y cuarto gol del Eibar... Y con el Sporting enchironado. Sudando la gota gorda para defender al Eldense, que pidió una mano de Otero y protestó una caída de Abad ante Rivera que cortó la respiración. Pero no evitó el rugido final.

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