El Sporting prepara la conquista de otra cima

Ipurúa, remozado después de un recorrido de siete años en la máxima categoría, vuelve a asomar en el camino del Sporting, que vivió en el estadio del Eibar una de las victorias más amargas de su centenaria historia. El solitario gol de Burgui que dio los tres puntos al Sporting en el feudo 'armero' en 2017 lo dejó sin efecto aquel domingo de la penúltima jornada liguera el tanto en San Mamés de Szymanoswki. La diana del argentino estableció el definitivo empate del Leganés, al que perseguía el conjunto gijonés en la carrera por la permanencia. Sepultó las opciones rojiblancas de eludir el descenso y convirtió el fino hilo de esperanza de una parte de la 'Mareona' en lágrimas de impotencia en su sector de la grada que encontraron su extensión sobre el césped, con varios jugadores desolados a pesar de que el equipo se había sumergido en las profundidades de la tabla desde antes del ecuador del campeonato.

«El ambiente da un aspecto al que no estás acostumbrado y para entrar en el partido es diferente. Hay algo de psicológico, más que el juego del rival, que también. Esa etiqueta del Eibar y de campo duro al inicio te afecta un poquito», señala Nacho Cases, uno de los capitanes de la plantilla que sufrió el último descenso a Segunda. Ausente de la convocatoria en aquella dolorosa victoria, tres años antes fue testigo directo de lo duro que se le puede hacer un partido al visitante en Ipurúa.

«Nos pasaron por encima», recuerda sin tapujos el mediocentro gijonés, que considera la derrota (3-0) que les infligió aquel equipo dirigido por Gaizka Garitano como «uno de los días que más sufrimos y nos vimos más inferiores al rival». «Íbamos con esa idea de quitarnos de la cabeza que era Ipurúa, pero cuando no ganas el duelo y las segundas jugadas no las coges, tienes todas las posibilidades de perder allí», resume sobre uno de los varapalos sportinguistas en un escenario que dejó otras heridas a la afición, como el polémico empate que dinamitó la candidatura al ascenso en la temporada del estreno de Marcelino García Toral en El Molinón.

La enrachada tropa comandada por David Gallego, que en su último desplazamiento conquistó Montilivi y finiquitó una sequía de triunfos sportinguistas en territorio gerundense que alcanzaba los 64 años, pretende plantar su bandera en la empinada Eibar para mantener su ritmo victorioso y alimentar la ilusión de una afición que vivió su último desplazamiento de Primera en Ipurúa, donde se abrió una herida que el Sporting se afana en intentar cicatrizar. «Hacía años que no veía tan bien al equipo. Transmiten cosas diferentes, con una presión más alta que a muchos les está poniendo en problemas. Y bien defensivamente. Si sigue así, va a estar arriba, porque tiene calidad arriba de sobra», sostiene Cases.

Chocarán el domingo la evolución del bloque sportinguista y una plantilla que ha vivido una metamorfosis en el último mercado de traspasos, con más de una decena de caras nuevas y cambio de líder desde el banquillo, al regresar Gaizka Garitano siete años después de irrumpir en la élite con el conjunto donostiarra. En su reencuentro con la afición 'armera' todavía no ha podido saborear el triunfo como anfitrión, pero ya comienza a enderezar el rumbo después de las dos derrotas en la apertura del campeonato.

En quince visitas ligueras entre Primera y Segunda, los gijoneses solo han vuelto de Eibar con victoria en tres ocasiones (cinco empates y siete derrotas). En la penúltima celebraron el salto a Primera al final de esa temporada y de la última solamente continúan Babin, Cuéllar y Mariño, con Sergio Álvarez y Rivera intercambiados de bando respecto al domingo. Cuatro años y cuatro meses después de aquel triunfo estéril, el Sporting busca tres puntos mucho más suculentos para afianzar su jerarquía de líder.