«No, no me planteo correr ni nada de eso, pero sí caminar ya bien en un año. Eso sí me gustaría», confiesa Juan Castaño Quirós, Juanele (Gijón, 1971). 'El Pichón de Roces', de buen humor y visiblemente recuperado del grave ictus que sufrió ... hace unos meses, va a buen ritmo. Sin forzar la marcha, pero con paso firme en los cerca de «dos kilómetros» con los que fortalece esas piernas virtuosas que torturaron en su día a Fernando Hierro y Luis Enrique. ¿Su filosofía de vida? «'Piano, piano, pali, pali'», como siempre recomienda su inseparable Fernando Asensio Costales, 'Chumi'. Su 'muleta' en la recuperación junto, por supuesto, a María, la hija del exfutbolista.
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Como parte de esa mejora, Juanele y 'Chumi' regresan ya a la carretera, retomando la presentación del libro 'Mi verdad', que relata la vida de 'El Pichón', que se está convirtiendo en un auténtico éxito de ventas. Lo harán mañana en Benidorm, lejos de Asturias, en el Hotel Levante Club Spa (19 horas). Del fútbol, del Sporting y de la vida reflexiona con calma Juanele, en una conversación en la que está presente EL COMERCIO, mientras apura una botella de agua. «Fumaba algo, pero he dejado de fumar y, aunque tampoco bebía mucho, ahora no bebo nada», explica de entrada, centrado en la recuperación. «Ver su día a día motiva», apoya 'Chumi'.
Pronto entra en escena el Sporting. El 'piano, piano' también se aplica a los rojiblancos. «Esto acaba de empezar y creo que van a hacer una buena temporada. Me gusta Rubén Albés, es atrevido, juega bien e intenta que sus equipos dominen. Espero que tenga mucha suerte aquí en Gijón», cruza los dedos 'El Pichón', a la vez que solicita paciencia tras dos empates. Aún no ha podido ir a El Molinón para ver un partido por el bullicio que se genera y porque todavía no se siente cómodo caminando entre tanta gente. «Pero sí quiero ir a alguno», avisa un sportinguista irreconducible. ¿Su primer paseo en la recuperación? «Desde El Piles a El Molinón», desempolva en la terraza del Restaurante Galeón. «Ver cómo llegaba al estadio fue la hostia», aporta con cierta emoción su amigo.
La suya ha sido una vida de superación constante, reflejada en la tinta que atraviesa las páginas de ese libro autobiográfico que mañana presentarán en el Mediterráneo. Con momentos muy duros y difíciles, pero también éxitos y anécdotas que disparan sonrisas. «Roa, el portero, me acuerdo que me pisó en algún partido. Y César, aquel portero que tuvo el Madrid», sonríe con el orgullo de un jugador al que se le tenía un gran respeto por su genio. «Heynckes, en Tenerife, fue el mejor entrenador que tuve. Me daba tranquilidad y una libertad absoluta, era un adelantado. Por ejemplo, esto que se habla ahora de Ancelotti, que quiere dar descanso a algunos jugadores durante las semanas, ya lo hacía él. Me dejaba venir a Gijón», explica 'El Pichón'.
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También tiene fresca su etapa en el Sporting. Muchas emociones y exhibiciones en el campo, sobre todo en el derbi que se disputó en 1993 en el Tartiere, en plenas fiestas de San Mateo, aguadas por la derrota del Oviedo con un gol de 'El Pichón'. «Por la noche, salimos por San Mateo», coinciden los dos con humor. «Él –señalando a Juanele– llevaba un gorro de cuero, pero pasamos desapercibidos», rebobina 'Chumi'.
La conversación se interrumpe alguna que otra vez. Cada cierto tiempo pasan aficionados que le reconocen y le estrechan la mano. Los buenos deseos los traslada un vecino de Gijón que sale del Cantábrico con su tabla de surf o un caminante. Las anécdotas saltan de Vicente Miera, al frente de la Selección de Barcelona 92 de la que se quedó a las puertas, a Vicente Cantatore, quien le entrenó en el Tenerife. En su primera conversación, el técnico argentino le preguntó extrañamente: «¿Y tú de qué juegas?». «Yo le respondí que en la parte de arriba». Otro que le llegó como Heynckes, añade, fue Juanma Lillo: «Aprendí mucho de él a nivel táctico».
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Gijón, mientras da otro sorbo de agua, luce impresionante en su atardecer de verano. El paseo de El Muro es un hervidero. También la arena parece una autopista. «Echo de menos caminar por la playa, pero hay demasiada gente», aprecia. No para. A los dos kilómetros de caminata, una liturgia que cumple cada día de forma casi religiosa con 'Chumi', se suman otras dos horas de ejercicios, algo de piscina, más los tratamientos de fisioterapia y las visitas a Cabueñes. «'Pali, pali'», otra vez.
En el brazo izquierdo todavía porta una férula negra que delata que aún tiene alguna extremidad un poco 'oxidada'. Pero poco a poco las cosas vuelven a su sitio con una mentalidad optimista y un punto de orgullo. «Siempre le digo: 'cabeza arriba y estira el cuerpo, nada de encogerse, nosotros no damos pena», sostiene 'Chumi', antes de dar pie a Juanele para el cierre con otra anécdota. «Rojo, el entrenador, me dijo en un partido que tuviera cuidado con Soler, el defensa, que subía mucho, yo le dije que más le valía a Soler tener cuidado conmigo».
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