ANDRÉS MENÉNDEZ
Martes, 22 de junio 2021, 02:50
Mareo recuperó ayer parte de su normalidad. Porque después de quince meses de parón por la covid-19, el fútbol base de la Escuela de Fútbol retomó su actividad. Fue nada más que una primera toma de contacto. Un primer paso. Pero, al menos, se ... pudo ver a algunos de los más jóvenes talentos de la cantera rojiblanca correteando tras el balón a ras de césped.
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La avanzadilla la formaron el primer equipo del cadete y el Juvenil de Liga Nacional. Los dos se ejercitaron de forma simultánea. Pero ocupando espacios muy distintos. En el campo número 3 se ejercitaba el cadete. El juvenil hacía lo propio en el número 6. «Ha sido una noticia genial volver a recuperar la normalidad. Aunque sea en parte», reconocía ayer el futbolista del juvenil Pedro Martínez, de 15 años de edad, muy sonriente en el momento de abandonar las instalaciones tras una práctica que ha supuesto para los canteranos una liberación y, también, una satisfacción.
El retorno estuvo muy condicionado por el protocolo, fijado por el director de la Escuela de Fútbol Manolo Sánchez Murias y por Juan Luna, coordinador de la Escuela de Fútbol de Mareo. Los jugadores de ambos equipos estaban citados a la misma hora (17.15). Pero los equipos tenían distintas puertas de acceso. Ninguna, en cualquier caso, la principal. Las dos entradas permanecieron cerradas en todo momentos y solo se abrieron a la hora fijada con anterioridad. Los jugadores del juvenil tenían que entrar por el Camino de La Maruca. El equipo cadete, por el camino de Reganorio.
Los futbolistas llegaban a la puerta portando mascarilla en todo momento y ya cambiados con la ropa deportiva desde sus respectivos domicilios. No se podía hacer uso de los vestuarios. La mascarilla solo se podía retirar antes de comenzar la práctica.
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Los técnicos encargados de dirigir la sesión, por su parte, mantenían en todo momento sus respectivas mascarillas. Las primeras sesiones fueron livianas, de mucho balón y poco contacto. Nada más que se disputó un partidillo al final, pero con poca intensidad. «Se ha notado mucho la inactividad», confesó Vicente Carreño, futbolista del juvenil. Los jugadores lucieron pletóricos, muy contentos de volver a entrenar. «Teníamos muchas ganas de volver a Mareo. Ha sido increíble», dijo Borja Montes, igualmente jugador del juvenil. El retorno resultó muy anticipado, con el objetivo de que los jugadores comiencen a recuperar parte de la forma física perdida durante todo este año y tras varios meses de casi total pausa por el coronavirus. En la mayoría de casos, los grupos estarían citados para el mes de agosto. «Se hace un poco raro vernos por aquí», comentaban algunos de los familiares entre sí después de mucho tiempo sin verse y al coincidir en unas fechas nada habituales.
Los entrenamientos tuvieron una primera parte en el gimnasio. Los jugadores estaban obligados a portar mascarilla en todo momento. Después, saltaron todos los jugadores a los distintos campos. Caco Morán dirigió la sesión del juvenil A de forma temporal. Ambas sesiones concluyeron a las siete de la tarde. Después, los jugadores abandonaron las instalaciones siguiendo el mismo itinerario, por las mismas puertas. «¿Lo que más echábamos de menos? El balón, seguro», confesaba después Vicente Carreño.
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