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El Sporting está muerto en vida. Su pulso se debilita conforme pasan las jornadas y el descenso se acerca peligrosamente. Su estado es crítico e inestable. Sin nadie al mando, el equipo se desangra poco a poco ante la pasividad de todos. Ni jugadores ni ... técnicos ni dirigentes están a la altura de una situación que cada día se complica más y parece no tener otra solución que el descenso.
El equipo de José Luis Martí, sin crédito para continuar en el banquillo, volvió a completar un ridículo encuentro en una temporada en la que se muestra incapaz de vencer a ningún rival. El Sporting vive en la mediocridad con el peligro inminente de abandonar la Segunda División por la puerta de atrás ante la impasividad de todos los responsables de la entidad.
El Ibiza, con los deberes hechos, se presentó en El Molinón con la idea de agenciarse el mando del partido desde el primer minuto. Así lo hizo, se apoderó del balón y comenzó a mover a los rojiblancos a su antojo. A diferencia del Sporting, se vio un equipo que con el esférico en su poder tenía claro qué hacer y cómo hacerlo.
Los baleares no tardaron en encontrar el gol. A falta de un minuto para que se cumpliera el primer cuarto de hora del choque, Ekain abrió el marcador. Un centro desde la derecha terminó en la cabeza del atacante que, sin oposición, perforó la portería local ante la atónita mirada de Borja López y Berrocal. Un nuevo error de marcaje sirvió en bandeja el tanto rival.
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Lo peor del gol recibido fue que ni el equipo ni El Molinón reaccionaron. La indiferencia fue total. El Molinón, con casi 12.000 seguidores se convirtió en un funeral. Un ejemplo de que el sportinguismo vive anestesiado y aburrido en el infierno en el que han convertido el Sporting.
Sporting
Cuéllar; Bogdan (Guille Rosas, m. 45), Berrocal, Borja, Kravets (Calavera, m. 89); Pedro Díaz, Gragera (Campuzano, m. 89); Villaba (Ramírez, m. 61), Puma Rodríguez (Gaspar, m. 61), Pablo Pérez y Djuka.
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Ibiza
Domínguez; Cifuentes, Goldar (Goldar, m. 77), Ibiza, Morillas; Javi Pérez (Drop, m. 45), Manu Molina (Appin, m. 24); Herrera, Nono (Villar, m. 66), Guerrero y Ekain (Davo, m. 77).
Gol: 0-1: m. 14, Ekain.
Árbitro: Prieto Iglesias. Amonestó en el Sporting a Djuka, además de expulsar a Pablo Pérez por doble amarilla; y a Goldar en el Ibiza.
Incidencias: partido disputado en El Molinón ante 11.740 aficionados.
La actitud de varios jugadores es sonrojante, pero a nadie se le pone la cara colorada porque este equipo cada vez importa menos. Si Berrocal continúa sin ofrecer seguridad en el centro de la zaga, Villalba parece llevar de vacaciones tres meses. El mediapunta, que actuó en la banda derecha sigue desaparecido en combate. Tan solo Pedro intentó dar vida a su equipo, pero el centrocampista no pudo con todo.
Ante una primera parte para olvidar, con el Ibiza jugando a placer, Pablo Pérez vio la segunda amarilla. El gijonés fue la gran novedad del once inicial de Martí, pero no supo controlar su exceso de motivación. Primero hizo una entrada a destiempo que le supuso la primera cartulina y al filo del descanso se fue al vestuario por golpear con su brazo en la cara de un adversario en un salto.
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El desánimo en Gijón es total. El descenso se acerca, pero parece no importarle a nadie. El Ibiza, que jugó prácticamente andando, se llevó el partido sin apenas esfuerzo. A este punto ha llegado el Sporting. Cualquier rival es superior a él y de no ser así encuentra el camino del gol con suma facilidad.
En la segunda mitad, Martí dio entrada a Gaspar y Ramírez para intentar empatar el duelo. Pocos fueron los optimistas. Si con igualdad numérica el Sporting ni pudo ni supo doblegar al Ibiza, con un hombre menos en el terreno de juego el objetivo se complicó más aún.
Tras el descanso los visitantes se dejaron ir. Se olvidaron del balón, apenas se acercaron a la portería de Cuéllar y simplemente esperaron a que pasara el tiempo para ver si los rojiblancos eran capaces de igualar el gol de Ekain, pero ni con esas. El Sporting está muerto en vida. Jugando balones en largo para alejar el peligro de su área es muy complicado hacer gol.
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Y eso que Pedro Díaz pudo marcar en una falta desde la frontal, Ramírez anotó, pero estaba en fuera de juego, Djuka perdonó un remate desde el área y Calavera solo, cruzó su remate cuando medio estadio cantaba el empate en el tiempo añadido, pero al Sporting se le da igual de mal defender que hacer goles. Y así, es imposible.
El miedo es real porque el descenso está más cerca que nunca. Las lágrimas de los jugadores de poco valen si no dan la cara en el campo, aunque para caras las que se les deben de estar quedando a los dirigentes. Qué pena de Sporting.
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