El Sporting se gusta sobre el alambre

Gallego repitió el once titular que utilizó la semana pasada para enfrentarse al Eibar. Ni un solo cambio para buscar una victoria más que necesaria para que el Sporting se tomara un respiro y recuperara la sonrisa en la Liga.

El duelo comenzó con un Sporting atrevido y con las ideas claras de encontrar la portería de Lizoain más pronto que tarde. Djuka no tardó ni dos minutos en soltar un derechazo que se fue rozando el larguero de la meta rival. El serbio firmó las dos primeras acciones ofensivas porque dos minutos después de su remate desaprovechó un gran centro de Calavera, pero su cabezazo no encontró la meta rival pese a que el guardameta del Mirandés estaba completamente descolocado al quedar a media salida.

El buen inicio quedó en eso. Los locales comenzaron a comandar sobre el terreno de juego para robarle el protagonismo a los hombres de David Gallego. Apenas inquietaron a Mariño, pero lo cierto es que el ataque del Sporting desapareció durante unos minutos. El balón comenzó a volar más de la cuenta y el centro del campo comandado por un espectacular Rivera brillaba por su ausencia.

A la media hora del choque, el Sporting se encontró con un penalti tan inocente como claro. El VAR tuvo que entrar en acción para avisar a Prieto Iglesias de que fuera a revisar el despeje de Datkovic a un buen disparo de Pedro Díaz. Efectivamente el balón cambió de dirección después de que golpeara la mano izquierda del central. Djuka no perdonó.

Lo mejor de la primera parte fue el resultado. Sin duda. Un primer acto gris se corrigió con un penalti, un detalle que marca las diferencias en los encuentros igualados de Segunda División. Pero nadie esperaba lo que iba a suceder tras el descanso.

El cuarto de hora para charlas y correcciones no pareció sentar muy bien a los rojiblancos. En los primeros minutos se vio a un Mirandés convencido en que el empate era posible. Encerró al Sporting en su campo y lo hizo sufrir en cuanto al posicionamiento se refiere sobre el campo. Gallego intentó sacar a su equipo del área, pero fue incapaz porque sus jugadores no terminaban de hacerse con la posesión del balón.

Todo cambió cuando Rivera, Pedro Díaz y Villalba se adueñaron del partido. La pareja de centrocampistas estuvo espectacular en la última media hora del enfrentamiento. Rivera se creció y Pedro le acompañó para que Villalba apareciera donde más daño hace.

El Mirandés se obcecó en igualar la contienda y se olvidó del resto. Fue el momento en el que la sala de máquinas del Sporting inició el camino hacia la goleada. Faltaban algo más de veinte minutos para el final cuando Rivera recuperó el esférico, se lo cedió a Villalba y este encontró a Aitor para ampliar la diferencia en el marcador. El hombre más en forma del equipo puso tierra de por medio y no perdonó para alegría de los cientos de sportinguistas que apoyaban desde la grada.

Cinco minutos después, cuando la victoria parecía casi segura, Rivera se encargó de cerrar la goleada y hacer disfrutar a todos. Un balón en el área lo remató al fondo de la portería rival para firmar su mejor partido como sportinguista. Su titularidad ya es innegociable, si al algún día no lo fue.

La goleada y los tres puntos sirven para que el Sporting vuelva a ganar. Venció y convenció y puede que este partido, esta vez sí, sirva para dar un giro radical en la Liga. La victoria es tan clara como justa y contundente. Se ganó con fútbol. Ese que hacía tiempo que no se veía en Gijón.