Miguel de las Cuevas, ayer, en Alicante, con la camiseta del Sporting de Gijón del gol en el Bernabéu y la del Córdoba. I. C.
Miguel de las Cuevas, exfutbolista del Sporting de Gijón y del Córdoba

«Cuando mis hijos ven el gol del Bernabéu, me siento muy orgulloso»

«Este Sporting de Gijón tiene buena pinta. Siempre ha sido un equipo fuerte en casa, pero este año sigue con esa fortaleza y está sacando puntos fuera»

Javier Barrio

Gijón

Miércoles, 27 de noviembre 2024, 06:58

Una botella de cerveza, rodeada por una simpática etiqueta que hace un juego de palabras con el nombre de la cervecera original, asoma orgullosa en una esquina del alicantino domicilio de Miguel de las Cuevas (Alicante, 1986). «Tengo unas cuantas que en su día ... me regaló la peña 'Yo Solu', que me hizo un homenaje. Las guardo aquí, en un pequeño museo que tengo en casa. La etiqueta pone: 'Don Miguel. 0-1'», explica entre risas a EL COMERCIO. Sobran las explicaciones del porqué de aquel homenaje al héroe del Bernabéu, exfutbolista del Sporting de Gijón y del Córdoba.

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–¿Ha dejado el fútbol?

–Sí. Aún no lo he anunciado oficialmente. Esperaré a Navidad o a principios de año. Siempre tengo ese run-run por si sale algo, pero creo que ya está bien (risas).

–¿Y después?

–Estoy viendo algunas cosas, va saliendo algo. Amigos relacionados con el fútbol me preguntan qué voy a hacer, dónde me veo, si me veo entrenando, de agente, de director deportivo... Quiero esperar un poco. Me fui de mi casa con 18 años, mi prioridad siempre ha sido el fútbol y ahora quiero estar un par de meses para ver qué hago.

–Desde su debut, el fútbol ha cambiado mucho, ¿no?

–El fútbol ha evolucionado. Antes no era tanto la preparación, sino el talento, ser listo en el campo. Hoy se ha vuelto todo más físico. Los partidos son más tácticos. Son épocas distintas y he tenido la suerte de jugar en las dos.

–¿Y con cuál se queda?

–Me gusta un poco más la de antes. El futbolista talentoso, el mediapunta, el extremo pegado a la banda… Todos estos jugadores que me encantaban se han ido perdiendo. Ahora está todo más estudiado. Desde el inicio tienes una forma de jugar, no te puedes salir de ella. Hay mucho ritmo, más físico, contacto. Antes, te dejaban jugar un poco más. Creo que el espectador lo pasaba antes un poco mejor que ahora.

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–¿Ve al Sporting?

–Sí. Estuve en Elche viéndolo en directo. Un gran partido. Dos equipos potentes que por historia deberían estar en Primera. La pena es que el partido se le escapó al Sporting. Tiene buena pinta.

–¿Para pelear por el ascenso?

–Creo que sí. El Sporting siempre ha sido un equipo fuerte en casa, aunque fuera le costaba. Pero este año mantiene esa fortaleza en El Molinón y fuera está sacando puntos. Ser regulares es clave. Los veo candidatos.

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–¿Quién le llama la atención?

–Me gustó mucho Dubasin. Me parece que marca la diferencia. También Nacho Méndez y Gelabert, que tiene mucha calidad y desparpajo. No me quiero olvidar del gran Cote, que es el único de mi época que aún sigue.

–¿Con quién va el domingo?

–Que empaten, que suba el Sporting y que se salve el Córdoba, que estuve allí cinco años. El Córdoba no ha empezado bien. Creo que, a diferencia del equilibrio del Sporting, en casa está muy fuerte. Pero fuera, al revés.

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–Usted se consolidó en Primera con el Sporting y se despidió del fútbol profesional en Córdoba.

–Emilio de Dios me fichó y me dio la continuidad de jugar en Primera durante mucho tiempo. El Sporting me dio la opción de consolidarme en la élite, de ser un jugador contrastado, con más de cien partidos. Con el Córdoba estuve en Segunda y, luego, viví un descenso. Fueron cinco temporadas muy buenas, en las que más goles he marcado de mi carrera.

–¿Qué tenía Preciado?

–Era un tío único. Lo que Manolo te transmitía, iba a misa. Para mí ese era el secreto. Lo que diga el entrenador, que el jugador lo crea al cien por cien. Manolo en eso, ya fueras titular o suplente, te llegaba, que es lo complicado. Estábamos con él a muerte.

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–¿Cree que acabó antes de lo que debía su etapa en el Sporting?

–Nunca lo he pensado. Creo que ahí tuve mis mejores años en Primera a nivel individual. Me encontré muy a gusto y mi familia, también. Me siento muy querido en Gijón. No se me hizo ni corto ni largo. Me tuve que ir porque me tuve que ir, pero guardo un gran recuerdo de Gijón, de la gente y de El Molinón. Es uno de los mejores estadios del país.

–Se marchó durante la etapa de Sandoval en el banquillo. ¿Qué le pasó con él?

–Venía con un problema de pubis que me dejó parado tiempo. Terminé mermado en el descenso con el Sporting y empecé la pretemporada con muchas molestias. Los médicos me llevaron a un especialista en Madrid y no acababa de encontrarme bien. Llegó Sandoval y, entre que yo no estaba bien y él tenía otra idea, no nos entendimos. Salió la oferta de Osasuna, que pagó traspaso, y creo que fue una oportunidad buena para todos. Luego, fíjese lo que es la vida, me encontré con Sandoval en Córdoba y lo jugué todo. No ha habido rencor.

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–¿Qué valor tiene en su carrera el gol del Bernabéu?

–Ahora, ya retirado, me pongo a pensar y sí, es mi mejor recuerdo como jugador profesional. Tengo muchos marcados: el debut en Primera, algún ascenso, algún descenso, pero como gol, como todo, fue la hostia. Tengo compañeros con más partidos en Primera que yo y no han podido ganar nunca en el Bernabéu. Ese gol no me lo van a quitar nadie. Me lo llevo. Cuando lo ven mis hijos, me siento muy orgulloso.

–Preciado le dio unos días libres.

–Tenía familia en Madrid viendo el partido. Aproveché para quedarme con ellos y para salir a celebrar. Llegué un poco más tarde que el resto a la vuelta al trabajo. Manolo me había dicho tras el partido: «Ven el miércoles a entrenar y lo que hagas, me da igual, te doy permiso». (Risas).

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–¿Alguna anécdota en Madrid?

–En el restaurante en el que cenamos aquella noche, no pagué (risas). Me pedían firmar las botellas de vino, firmar a los camareros... El restaurante al que fuimos era atlético, claro. Me invitaron a cenar.

–Cuando ve al Madrid remontando algún partido en la 'Champions', ¿piensa en ese día?

–Claro. Yo creía que nos iban a remontar, que los diez últimos minutos se nos iban a hacer eternos. Pero gracias a Juan Pablo, que sacó no sé cuántas manos, la defensa... Fue tremendo.

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–En Gijón se celebró como un título.

–Es que el partido venía tras la polémica con Mourinho. Le teníamos muchas ganas por las declaraciones que hizo. Y, además, fue el partido de la salvación.

–¿Echa de menos El Molinón?

–Sí. Mucho. Para mí es uno de los campos más importantes que hay.

–¿Recuerda su cántico?

–Claro. Era fácil de recordar. Me gustaba mucho. '¡Miguel, Miguel, Miguel de las Cuevas!'.

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