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Uno de los mantras futboleros en el que más insisten los entrenadores reza que los partidos no terminan hasta que pita el árbitro. Bien haría ... el Sporting de Gijón en repasarlo, a tenor de lo que le cuesta ver portería en la meta rival. A falta de un goleador de garantías —los máximos goleadores son Otero y Dubasin, con siete dianas—, el Sporting venía basando su puntuación en esta segunda vuelta en encajar poco. Los rivales de los rojiblancos solo pudieron perforar la portería de Rubén Yáñez en cuatro ocasiones durante los siete encuentros anteriores al del duelo frente al Albacete. Una solidez defensiva tirada por la borda en las dos últimas jornadas, donde los rojiblancos han encajado cinco tantos.
Casualidad o no, todos ellos en los tiempos de añadido. El domingo, ante el Huesca, el Sporting se encontraba por delante en el marcador cuando el cuarto árbitro levantó por primera vez el cartel luminoso con el tiempo de añadido. Siete minutos —el partido se había detenido para atender al local Gerard Valentín— en los que al Huesca le dio tiempo a voltear el electrónico, mandando a los vestuarios a los de Albés ojipláticos. El gol de la victoria de los oscenses también llegaría sobre la bocina del segundo acto, dejando casi sin tiempo de reacción a la escuadra sportinguista.
Una semana antes, el Albacete le había mostrado el camino a los de Antonio Hidalgo. Más allá de la polémica que envolvió el choque, los dos penaltis que definieron el duelo que los manchegos se llevaron por 0-2 fueron transformados ya con el tiempo reglamentario cumplido. Pero es que incluso remontándose una semana más en el tiempo, en la visita rojiblanca a El Arcángel, los de Iván Ania se adelantaron en el marcador tras una falta lateral que Albarrán embocó cuando ya moría la primera parte. Fueron inútiles las protestas de los jugadores de Albés, reclamando una posible falta y un fuera de juego.
Así pues, los últimos seis goles encajados por el Sporting tienen denominador común y es que los rivales los anotaron en periodos de prolongación de la primera o segunda parte. Otra coincidencia es que los seis fueron a balón parado. Dos de ellos de penalti, dos de córner, uno tras un saque de banda y otro, tras una falta lateral.
Situaciones que, a tenor de lo que se juega el equipo, deberá revisar y corregir Rubén Albés y sus ayudantes de cara al tramo final de temporada. La crítica situación que atraviesan los rojiblancos no se puede permitir estos puntos débiles competitivos. Recuperar la solvencia atrás pasa por cerrar estas heridas.
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