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Resucitado por la energía de Nico Serrano y las ganas de agradar de Dotor, que viene con garbo, el Sporting tumbó la resistencia estadística que elevaba a dos interminables meses el último triunfo. Lo hizo en una contienda solvente ante el Burgos, meritorio todo ... el rato y adrenalínico en algún momento. Aunque hubo, también, alguna fase plomo. La jornada se cerró con una absoluta folixa por el gol precintador de autoría de los dos nuevos. El mediocentro, con guiño a El Molinón en la celebración de su emboque para liquidar sospechas de su pasado azul, y el extremo, pasador, se presentaron en Gijón con un pan debajo del brazo. Un broche ideal para el sportinguismo, por aquello de la piquilla con el eterno rival, volviendo a ganar y recortando terreno al distanciado 'play off'.
Queda tiempo. De momento, Rubén Albés tiene nuevos actores y más soluciones, acelerando este sábado el tramo final de un encuentro que su equipo dominó y que un enorme Olaetxea había encarrilado con un primer emboque, asistido por Maras.
Sporting de Gijón
Yáñez; Guille Rosas (Kevin Vázquez, m. 89), Diego Sánchez, Maras, Pablo García; Olaetxea, Nacho Méndez, Nacho Martín (Carlos Dotor, m. 75); Dubasin, Otero (Caicedo, m. 88), Campuzano (Nico Serrano, m. 68).
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Burgos
Cantero; Arroyo (Pipa, m. 78), Córdoba, Sierra, Florián Miguel (Dani Ojeda, m. 78); Morante (Cantero. m. 45), Atienza (David González, m. 88), Álex, Córdoba, Curro y Edu Espiau (Fer Niño, m. 59).
Goles: 1-0: m. 51, Olaetxea.2-0: m. 83, Dotor.
Árbitro: Palencia Caballero. Amonestó en el Sporting a Méndez, Guille Rosas; y en el Burgos a Morante, Atienza, Arroyo, Fer Niño.
Con Nico y Dotor de miranda al inicio, mordiéndose las ganas para sobresalir después, Albés asomó con un retoque sustancial arriba. Desvió a Juan Otero a la banda derecha, desempolvando recuerdos, lo que provocó la mudanza de Dubasin a la izquierda. Campuzano llevó la bandera del '9'. El arranque resultó áspero. Un Sporting con garbo, ansioso, pero impreciso. Ante sus ojos, el Burgos. Rival laborioso, aplicado en el orden y la contención. El interruptor de los rojiblancos fue la zurda de Pablo García. Quirúrgico en sus centros, pero escaso de compinches en el área. Ni Maras, en un apurado cabezazo, ni los delanteros, en una melé posterior, pudieron descorchar.
El balón visitaba el cielo con demasiada frecuencia, de un lado a otro, ingobernable. El césped, desconchado y blando, tampoco era buen socio. Con todo, el partido ya basculaba hacia el Sporting. Nacho Méndez lucía en la presión, incansable, y Maras se adueñó del espacio aéreo, rotundo en todas sus apariciones. Faltó la guinda a esa enérgica imagen en una ocasión pintiparada de los gijoneses, que indultaron al Burgos tras una estampida genial de Campuzano. El catalán cambió el ritmo, aceleró y recorrió unos cuarenta metros a todo gas, sirviendo el gol en papel de regalo a Otero. Pero el colombiano, con su pierna de menos confianza, cruzó mucho. Una situación demasiado buena como para no sacar tajada de ella.
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Adrenalínico en sus ataques, con presencia de Dubasin y Otero, con vuelo de los dos laterales, sobre todo Pablo, el Burgos empezó a retroceder. Otero, otra vez, se quedó a un tris de sorprender a Cantero con un latigazo de falta. El Sporting metía a empujones al grupo de Ramis, con transiciones rápidas y verticales, a pocos toques, y centros al área, en el rancho de Cantero. En una secuencia de ataques, Campuzano pidió penalti por mano de Arroyo. No tuvo la bendición del VAR, que peritó la secuencia. El Burgos quedaba reducido a la calidad de Sancris, llanero solitario. Con este panorama, y el empate persistente, el Sporting se fue a la caseta de morros.
Por suerte, el equipo de Albés cantó bingo en la primera oleada de la segunda mitad. Otro envío de Pablo García, con otra melé formada. Maras, de pasador en un notable partido, asistió a Olaetxea para que el vasco reventase la portería de Cantero, quien evitaría el segundo del Sporting un puñado de minutos después. Un robo de Otero, que lanzó a toda la caballería y puso a Dubasin mirando al portero del Burgos. La gloria se apagó en los dedos del meta navarro.
Con una ovación de órdago, Nico entró en el minuto 69, relevo de Campuzano, apostándose en la banda izquierda y con intercambio posicional de los otros dos delanteros. El partido había espesado, con el Burgos embotado. Dotor también se estrenó en El Molinón a falta de un cuarto de hora para acabar, sustituyendo a un tocado Nacho Martín, con Olaetxea firmando un gran partido. Escoba y martillo.
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El Sporting se adentró en el final encajonado. Sin catar balón. Y cuando lo tenía, daba relajo al partido, buscando posesiones largas, pero sin sustancia. Tratando de bajar la persiana al choque. La sentencia llegó en un desenlace soñado por el aficionado, con una asistencia de Nico Serrano y un gol de Dotor. Los dos debutantes, echando el cierre. El exoviedista reivindicó en el festejo su identificación con el Sporting. Un final por todo lo alto.
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