El Sporting gana, Gallego sigue

La apertura fue bonita, anunciando una riña a pecho descubierto, decidida por el galope de Aitor y el estacazo de Djuka. Alegró pestañas el arranque porque hubo tiroteo en las dos áreas. El Sporting salió a toque de corneta, enredado en una buena ocasión de ataque que propagaron Villalba y el propio Aitor por la banda derecha. Djuka no tuvo el gatillo listo. Lo que vio después fue un bosque de piernas.

Suprimida la pieza física del doble pivote en su día 'D', Gallego reclamó más balón con Pedro y Nacho. Una posesión más refinada en un once que chirrió por la ausencia de Borja, más que meritorio en la Copa. Como en sus buenos tiempos, los gijoneses tiraron el anzuelo cerca del rancho de Germán. Djuka, Villalba y, sobre todo, Aitor activaban el interruptor de la presión. El onubense resultó un tormento para la cuadrilla de casa a campo abierto. También favorecía el alegato del Ibiza, en las antípodas del fútbol que practica la casi totalidad de la clase modesta de Segunda. Quería mandar, pero no tenía garrote arriba. Fogueo.

Cerca del cuarto de hora, el Sporting se desenchufó atrás. El partido se quitó la camisa de fuerzas y enloqueció. Una pérdida de Pedro, con carcelero frente a un arriesgadísimo pase de Berrocal, lo disparó el luarqués Davo al lateral de la red. Silbaron las balas en los oídos de Mariño en otros dos garbeos que dio el balón por delante de sus narices. Los olfateó Castel, 'ex' del Lealtad. Pero contra el sonido de los tambores de guerra, los gijoneses cantaron bingo en su siguiente aproximación. Esta vez fue el oponente del Sporting el que se quedó totalmente en cueros en una contra. Un balón rebotado abrasó al Ibiza, que había dejado a su espalda una enorme llanura sin colonos por subir a rematar un córner. Aitor salió como una centella. Volaron sus piernas. Corrió ochenta metros sin que nadie pudiera echarle el guante y venció a Germán. Dentro de ese caos, fuera de carta, Davo también marcó. Pero en fuera de juego. Y Djuka pidió penalti por una mano a ras de suelo de Goldar. El VAR, poco chillón con el cambio de jefe, no dijo ni mú. Salió sin desconchones del intercambio el Sporting. Sí los tuvo el proyecto de Salvo.

Serenada la contienda después del descorche, Villalba se cosió el balón a la bota. El Sporting hizo correr al Ibiza durante un puñado de minutos y disfrutó con un juego más identificable. Lo poco que hizo de maratoniano fue en su campo, bien atrincherado o apretando las tuercas a los de casa en la presión alta. Hubo más orden, mejor pose. Un asentamiento óptimo al rectángulo de Can Misses. Castel, en alerta amarilla, encarnó la rigidez de los suyos. Con todo, el palo derecho de Mariño escupió un cabezazo del exrojiblanco Gálvez antes de correr hacia la caseta.

El Sporting regresó del recreo con otro gol, que despelotó al Ibiza de manera definitiva. Los gijoneses cambiaron el paso en una posesión inicial larga, con un pase de Guille al desmarque de Djuka. El internacional por Montenegro aprovechó el 'pigazu' de la patrulla local. Armó el cañón de su pierna derecha, en un ángulo complicado, y descerrajó a Germán. Ante la violencia del golpeo, el meta solo atinó a levantar la mano. La misma secuencia la replicó el Sporting un ratito después, pero con Djuka en fuera de juego. Antes del mamporro, Carcedo ya había metido cambios a pares. Uno, el veterano Javi Lara.

La victoria del Sporting solo tiritaba en la estrategia. En cada defensa, un temblor y un enredo. Entre los propósitos de Gallego para 2022 tiene que estar afinar ese arte. No hay jornada sin sufrimiento de laboratorio. Molina cabeceó otro 'gallo' defensivo fuera. Gallego hizo un cambio en el guión y trató de bajar la persiana con la entrada de Gragera por Aitor. Perdió su frenesí el equipo, más defensivo y acuartelado, en pos de centímetros. Nacho se apostó en el enganche. Y Villalba, a la derecha. Poco después entró en juego Guerrero.

Cerca del final, el partido se embaló. Mariño birló de un guantazo un balón en los pies de Juan Ibiza. Más clara fue una estampida de 'Puma', a la grada. También diáfana resultó otra de Castel que el portero del Sporting sacó con un pie. En esas acciones se veía el equipo convaleciente, aún sin alta, cediendo ya posesión. El corcho no se puso hasta el final. Gálvez terminó de delantero en pleno popurrí y Gallego, forrando con tres centrales para comer las uvas como entrenador del Sporting y durmiendo a cuatro puntos del sexto.