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ANDRÉS MAESE
GIJÓN.
Viernes, 27 de diciembre 2019, 00:29
Amedeo Carboni (Italia, 1965) descuelga el teléfono. Atrás deja una comida con unos amigos en Barcelona, ciudad en la que reside desde hace unos años. El italiano, en una conversación distendida con EL COMERCIO, recupera la relación que mantiene con Miroslav Djukic, iniciada ... en 1997, año en el que ambos aterrizaron en el Valencia. Durante seis temporadas fueron compañeros en el cuadro ché. Y esa relación continuó años después cuando, ya retirado de los terrenos de juego y convertido en director deportivo del Valencia, fichó al serbio como entrenador. Un movimiento que repitió en el Excelsior Mouscron belga.
-¿Si hablamos de Miroslav Djukic, lo hacemos de un viejo amigo?
-Sin duda. La distancia hace que no nos veamos tanto como nos gustaría, pero se trata de una gran persona y también de una gran familia. Los años que compartimos juntos fueron muy buenos.
-¿Cuándo se conocieron?
-En 1997, cuando ambos nos incorporamos a un Valencia que había fichado aquel año a casi quince futbolistas. Mantuvimos mucha relación porque tenemos hijos más o menos de la misma edad. Los solteros, entonces, se quedaban con los solteros y los que teníamos familia nos juntábamos con los que también la tenían. Hicimos una buena relación.
-Además de esa relación personal, también compartieron una gran relación profesional.
-Sí. Coincidimos en unos años muy buenos del Valencia. Claudio Ranieri era el entrenador y quería algo más que estar por detrás del Real Madrid y del Barcelona. Y lo consiguió. Ganamos algunos títulos. Por ejemplo, una Copa del Rey y una Intertoto. Fue un equipo espectacular.
-¿Y Djukic destacaba en aquella plantilla?
-Era nuestro Beckenbauer. Jugaba de defensa central, pero era muy elegante con el balón y leía muy bien los partidos. En el fútbol de hoy en día no desentonaría para nada. Jugaba muy bien con los pies.
-¿Se entendían bien en el campo?
-Cada año mejor. Con el paso del tiempo se creó una plantilla en la que los veteranos éramos como padres para los jóvenes. Si tuviera que destacar algo, además de su juego, era su manera de trabajar. Era el primero en llegar a los entrenamientos y el último en irse.
-¿Cómo es como persona?
-Sabe estar, tiene elegancia y siempre va directo. Y también es así como entrenador. No se esconde en ningún momento. Creo que en los banquillos es un reflejo de como era de futbolista. Sin duda es una persona que transmite confianza, pero ya sabe que en esto del fútbol los que mandan son los resultados.
-En 2013, cuando usted era director deportivo del Valencia, apostó por él como técnico. ¿Qué le llevó a hacerlo?
-Este tipo de futbolistas son siempre buenos entrenadores. Tenía más sabiduría como centrocampista que como central, pero le tocó jugar atrás. Los grandes técnicos fueron centrocampistas, aunque hay excepciones, pero suelen interpretar muy bien el juego.
-¿Se arrepiente de aquella decisión que no salió como esperaba?
-No. Contraté a un profesional por su conocimiento del fútbol y su forma de trabajar. Como era de futbolista lo encaja como entrenador, aunque hasta ahora no le ha salido bien. No es un técnico para jugar la Champions, pero es consciente que tiene que hacer algo más para ganarse un hueco en los banquillos de las mejores competiciones.
-¿Qué Djukic le gusta más? ¿El entrenador o el jugador?
-Creo que como entrenador también le sale la vena defensiva de la que hizo gala como futbolista. Tiene las ideas muy claras porque así se las dejaron cuando jugaba. Un defensor tiene que saber defender. Está muy bien pensar en el fútbol total, pero si te llamas defensa es por algo. Primero, defiende y, luego, si sabes jugar el balón y atacar, mejor.
-¿Hablamos entonces de un entrenador defensivo?
-Es fundamental hacer un bloque sólido, pero cuando hablamos de ser defensivo no significa tener a todos tus jugadores encerrados en el área. Se puede ser muy defensivo estando en la mitad del campo rival. Lo ha visto y lo ha probado. Cuantos menos goles encajas, más opciones tienes de ganar.
-Con todo lo que dice de él, ¿a quién ha fichado el Sporting?
-A un entrenador que quiere ganar. Él lo necesita y el club también. Cuando una persona necesita algo es la primera en intentar conseguirlo y Djukic se pondrá al frente del Sporting para devolverlo a Primera División.
-¿Defiende, pues, un planteamiento valiente?
-No le quepa la menor duda. Es un entrenador al que le gusta atacar. Como es lógico, no se puede hacerlo con nueve jugadores, pero sabe que, teniendo un jugador en el campo que sepa leer el partido, no habrá mayores problemas. A él le tocaba equilibrar la balanza cuando jugaba. El equipo salía hacia la portería rival y él estaba pendiente de que no quedara descompensado.
-¿Cree que logrará el objetivo con el Sporting?
-Lo fundamental para él es que conozca lo más rápido posible las características de cada jugador. El Sporting es uno de los grandes de Segunda División y tiene muchas ganas de volver a Primera. Se nota que es un club que tiene otro sabor. Se necesitan y puede salir bien.
-¿Considera que pueden entenderse bien club y entrenador?
-Djukic tiene todo lo que necesita cualquier profesional. Un gran club, un estadio espectacular y una ciudad muy bonita. Todavía recuerdo el año que jugué contra el Sporting. Fue en 1997. Imagínese si marca o no un club como ese.
-Los que le conocen dicen que es un hombre con carácter.
-(Sonríe). Lo es, pero eso no quiere decir que vaya a colgar a los futbolistas de los árboles. Sabe lo que quiere, tiene las ideas muy claras e intentará que sus futbolistas también lo tengan claro. Al ser muy directo, no tendrá problemas internos.
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