Djurdjevic salva al Sporting de la quema

Hasta entonces, el Sporting fue un auténtico disparate. Desordenado tanto en ataque como en defensa, sin rumbo y con un Manu García desesperado viendo pasar balones por encima de su cabeza como pasan las pelotas de tenis por encima de la red. Tanto los locales como los visitantes jugaron a lo mismo: balones en largo para ver qué pasaba en una segunda jugada.

La gran novedad en el once inicial, en la que se esperaba a Aitor García junto a Djurdjevic fue Pablo Pérez. Cuando juega el canterano, la idea es clara. Su cabeza es el objetivo para que peine todos los balones posibles y a partir de ahí que sus compañeros luchen por hacer daño al rival. Tan desesperante como inexplicable para un equipo que está confeccionado para estar en la zona alta.

Al sistema utilizado por el técnico, que puede ser eficaz lejos de casa, pero insuficiente en El Molinón, habría que sumar el miedo de ciertos jugadores a pedir el balón. Tan solo Pedro intentó bajar el balón en el centro del campo y de sus botas salieron algunos pases con cierto sentido. El resto nada de nada.

Mientras tanto, Yuri se dedicó a perdonar al Sporting. El máximo artillero de la Ponferradina gozó de las cuatro mejores jugadas del partido para adelantar a los visitantes y poner la puntilla a los rojiblancos, que estuvieron más cerca de la derrota que de la victoria.

José Alberto salvó una nueva final. Lo hizo por la mínima gracias a su delantero. Los tres puntos sirven para salvar la jornada en la que ganaron dos de los equipos que se encuentran por debajo en la clasificación, pero este Sporting necesita un lavado de imagen. Sin miramientos.

Los que no se encuentren con fuerzas o no se vean capacitados, que se echen a un lado. El resto que intente jugar al fútbol. Lo visto en El Molinón ni es espectáculo ni es nada. Mucho tiene que mejorar este equipo para que el objetivo de esta temporada no sea evitar el descenso.