JAVIER BARRIO
GIJÓN.
Sábado, 28 de septiembre 2019, 03:40
«El Málaga no es un juguete para mí. Por eso, pese a que tengo otras empresas, estoy trabajando 24 horas al día y mi teléfono está abierto siempre. No paro, no duermo para salvar esta situación». A mediados del mes de agosto, Abdullah bin ... Nasser Al Thani (Catar, 1969), el controvertido jeque del club andaluz, aseguraba desasosiego y preocupación por la crisis que asfixiaba y asfixia a su equipo en una inédita entrevista con Marca. Lo hacía desde un hotel de Londres, donde le sitúan (sin poner la mano en el fuego) en Málaga. Pero nadie tiene claro dónde está, puesto que la residencia habitual de este miembro de la familia real catarí se mantiene en su país. Donde seguro que no le encuentran estos días es en el palco de La Rosaleda, huérfano de su más alto dirigente desde hace meses. De él y de sus cuatro hijos -tres varones y una mujer-, que conforman un familiar consejo que percibe algo más de unos 1,4 millones por su cometido, según explican los medios de comunicación de la ciudad.
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La historia de la última década del Málaga, oponente mañana del Sporting en La Rosaleda (12 horas), se explica en dos partes. Una, la de la cacareada llegada de Al Thani en 2010 a La Rosaleda, preludio de dos años y medio de vino y rosas. Un espejismo que llevó al Málaga a quedarse a un tris de las semifinales de la 'Champions' en aquella controvertida eliminatoria frente al Borussia Dortmund. Eran los tiempos de los Isco, Joaquín, Baptista, Toulalan y compañía. No duró mucho 'El Dorado' del jeque, acostado una noche como un coloso de nuevo cuño y despertado, tiempo después, con una indigestión por el freno a la inversión.
La segunda parte se escribe desde entonces, con un final incierto para un club que, de forma progresiva, se ha ido quedando en los huesos. Primero vendió a sus estrellas y últimamente a sus canteranos: Fornals, los 'Samus', Ontiveros... Nada que ver con su ostentoso hermano mayor. Todo esto ha dejado una reflexión de fondo sobre la realidad de cada club y la peligrosidad de ciertos inversores. La del Málaga habla de un equipo que, tras coquetear unos años con el descenso a Segunda, cayó al pozo hace dos veranos. Y el no ascenso del último ha agigantado esa sensación de mala gestión en un club que ha tenido que hacer un brutal ajuste de su tope salarial, pasando de los 25,2 millones de euros -al inicio del curso pasado- a los 9,9 de este.
Las causas, enumeran en Málaga, son múltiples. Fichas altas, salarios desmesurados, operaciones poco ventajosas y extrañas, un batallón de asesores que han desfilado por el club, convertido en una trituradora... Y la temible última palabra del jeque, que ha paralizado y tumbado operaciones, dificultando el día a día. Todo esto ha provocado situaciones anómalas, como que Okazaki, fichaje estrella, haya terminado en Huesca y que el exmadridista José Rodríguez, otro mediático, se esté entrenando sin ficha. O que, a otro nivel, el exrojiblanco Jony esté jugando cedido en la Lazio, sin contraprestación de momento -el caso está en manos de la justicia- en su último año de contrato.
La Liga está recetando severidad a la polémica gestión del jeque, un desconocido en Málaga, pero con una personalidad, subrayan, «caprichosa». «Hay clubes que quieren aprovecharse de la situación en la que estamos y nos tiran ofertas de mierda por nuestros jugadores. No lo voy a permitir», aseguró en esa entrevista. La operación para la venta de Ontiveros, en ese sentido, se alargó hasta agosto, pese a la situación de riesgo y necesidad en la que se encontraba el Málaga, que necesitaba un torrente de ingresos para equilibrar sus cuentas. Así, el proyecto se presentó a la primera jornada con solo nueve fichas profesionales. Como a todo perro flaco son pulgas, las lesiones de Luis Hernández y Lombán le dejaron ese día al borde de la alineación indebida.
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No ha mejorado mucho la cosa en vísperas de recibir al Sporting, que buscará su primera victoria a domicilio. Víctor Sánchez cuenta ahora con una plantilla de 17 profesionales más diez canteranos. La afición clama por una salida del jeque y las instituciones tratan de reunirse con Al Thani sin mucho éxito. Para colmo, el Málaga solo tendría los pagos garantizados a sus trabajadores hasta enero, necesitando «unos 5 ó 6 millones» para terminar el año. Una de las soluciones pasaría por que la propiedad renunciara a su salario y devolviera un préstamo de 4,3 millones de euros. No hay mucha confianza en ello. Aunque ayer algunos medios deslizaban que la familia del jeque ya planificaba su marcha de la ciudad. ¿Un oasis en el desierto?
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