Sporting | El Sporting deja el termómetro

A primera hora del domingo, los médicos del Sporting comenzaron a medir la temperatura del grupo de futbolistas afectados. Confirmaron que, a diferencia del día anterior, ya no había fiebre. Y por primera vez en varios días, Miroslav Djukic pudo dirigir el entrenamiento con toda la plantilla, con la excepcionalidad del lesionado Marc Valiente. El grupo ha ido dejando la epidemia atrás, que ahora parece haber saltado hasta el filial, aunque todavía ayer había un pequeño grupo de jugadores en la resaca de la gripe. ¿Los más debilitados? Borja López y Djurdjevic, que el día anterior había sido enviado a su domicilio con 39 de fiebre. Este domingo se le vio lejos de su mejor forma, sin forzar en los esfuerzos por recomendación médica y fatigado tras alguna carrera. Igual que al central, en plena recuperación.

Con matices, la epidemia remite, según constatan en el club. Cristian, Damián y Unai, incluidos también en el grupo de los más afectados, manifestaban mejores sensaciones este domingo. Y hoy, si no surge algún contratiempo en el último ensayo -se ha adelantado a las 9.30 horas-, Djukic tendrá a todos sus futbolistas en disposición de competir en La Romareda (21 horas). Habrán pasado otras veinticuatro horas y los más debilitados seguirán avanzando en la recuperación, que han alcanzado entre Ibuprofeno, Paracetamol y una hidratación superior a la del resto del grupo, aunque los médicos recalcaron el sábado que, con todo, no estarán en su máxima plenitud física. El doctor Gonzalo Revuelta relevará en el viaje a Zaragoza a Juan Cachero, quien ha estado sobre el terreno estos últimos días, y supervisará la evolución del equipo en La Romareda.

Así, Djukic pudo reunir ayer en Mareo a veinte futbolistas, junto a los porteros Mariño y Christian Joel, además del juvenil Javi Izquierdo. Marc Valiente también se dejó ver, pero con la compañía del readaptador Roberto Montes. El guión del entrenamiento simbolizó la drástica transición que ha tenido que llevar a cabo el Sporting esta semana, orientando el trabajo de forma clara a lo que el equipo se va a encontrar mañana en La Romareda. El mensaje de Djukic pivotó sobre tres mandamientos: rodear el balón de una línea de tres jugadores, sobre todo en la salida del juego y ante la presión de dos delanteros, dar profundidad exterior con las incorporaciones de los laterales, y abrir el abanico de posibilidades con cambios de orientación de los extremos para buscar el desajuste del Zaragoza. El primer reclamo lo repitió mucho: «¡Hago línea de tres para no atascarnos en la salida!».

Fútbol rápido, con una relación individual más fugaz con el balón, la mayor incertidumbre sigue estando en los actores del reparto. En la sesión de ayer, Djukic volvió a embridar el equipo en torno a un 4-2-3-1, con Molinero, Babin, Cordero, Damián; Javi Fuego, Pedro Díaz; Carmona, Manu García, Aitor; y Djurdjevic. En cualquier caso, los efectos de la gripe y alguna sorpresa de última hora pueden alterar este plan que ya ha aireado el serbio en un par de ocasiones desde su llegada a Gijón. No está descartado, en ese sentido, la entrada de Borja López, algún ajuste en las bandas e, incluso, en el centro del campo.

Al ocaso del entrenamiento se llegó con un trabajo más especializado. El grupo se vertebró en dos, terminando los centrales (incluido Salvador, recambio de Marc Valiente) en las manos de Goran Pandurovic. Más que las acciones defensivas, primó la relación con el balón. Al cuerpo técnico le preocupa las situaciones de agobio que generan los delanteros del Zaragoza. Al otro lado del campo, más transiciones ofensivas. Por fuera y por dentro, controladas por Djukic y Javi López. Culminó el trabajo un serial de faltas ejecutadas a pierna cambiada, en los que elevó el estado de alerta el entrenador serbio por la lupa del VAR y la posibilidad de hacer un penalti. La fiebre buena, la del balón.