Al Sporting le bajan las defensas (3-2)

Como mandan los cánones en Ipurúa desde hace décadas, el partido empezó a toda pastilla. El 'ring' parece estar siempre cuesta abajo en esa colina guipuzcoana. Todo el tiempo, a golpe de corneta. Así disparó fuera Stoichkov la primera. Y así el telegrama de respuesta de Djuka se dio un garbeo por delante de las narices de Cantero. Garitano, a grito pelado todo el rato, preparó una ratonera para el líder: tres pretorianos atrás, Tejera y Toño cabalgando todo el tiempo y tráfico interior. Cualquier detalle medido con escuadra y cartabón. Menos la cantada personal. Y hubo varias. Una ristra.

Achantó de primeras el Sporting, que las pasaba canutas para asear su iniciación, muy agobiado contra la exuberancia de casa. Ipurúa impone al forastero, que se siente asediado desde la caseta. A Fran Sol le faltó flequillo para hacer el primero antes de los diez minutos en un desajuste defensivo, sin tapón de Aitor a Toño ni grapa de Valiente al delantero. Y la hegemonía local se terminó de oficializar en un grave error de Valiente, que dejó a la tropa de Gallego medio grogui y viendo las estrellas. El central, de pie fino y confiado, cedió a Mariño de forma automática. Y no se percató de que Stoichkov, que despelotó al Sporting, andaba de ronda en la periferia. Y el gol lo tiene. La picardía callejera, también.

Con el agua al cuello y un buen guantazo que le puso de perdedor, el reparto de papeles se equilibró una pizca. Bajó marchas el Eibar. Pero, así todo, siguió atosigando. Andaba muy extraviado el Sporting, perdiendo el centro del campo. Muy mal engrasado para sofocar las revueltas de los carrileros, especialmente de Toño. Cantero y Djuka, corre que te corre, apenas cataban el balón. Tan frío estaba el meta local, sin tajo, que se quedó 'sopa'. Y devolvió el obsequio al Sporting con un 'gallo' tremendo. Una terrorífica recepción a un centro que no era nada del otro jueves de Aitor. El balón le rebotó y la alta escuela de Fran Villalba le ajustició. Hasta pudo hacer el segundo un pestañeo después Aitor, que pateó al poste tras una espléndida asistencia de su colega valenciano, tirando del carro. Notable, otra vez. Aunque la ejecución del extremo se borró de la estadística por un fuera de juego justo. Si no, moviola al canto. A la cuadrilla de Gallego se le encendió la bombilla. A los de Garitano, se les fundieron varios fusibles.

Envidioso con el Sporting paliducho del arranque, al Eibar se le cortó la digestión y la crecida con el castañazo de Villalba. Ya no llegó tanto con el empate. Ni lubricó tan bien. El once de Gallego se había calzado los neumáticos idóneos para Ipurúa. Le había tomado las medidas al campo tras un horror de comienzo. De ahí a la visita al camerino se degustaron los mejores minutos del Sporting, que indultó al Eibar en una contra preciosa que definió mal, con compinches de sobra para la estocada, Pedro.

Tenía buena pinta el Sporting de la continuación. Hasta Garitano cambió cromos. Liquidó la defensa de tres centrales y metió a Sergio de ancla. Glauder, a la ducha. Pero tardó un suspiro en cantar otro bingo el 'Stoichkov' de San Roque. Un dolor de muelas. Su cuarto gol al Sporting en cinco partidos. Casi nada. Pero esta vez no se vio al equipo en la ruina. Siguió el once gijonés en el campamento avanzado. Atizando. Toca que te toca, llegaba. El segundo empate, en una situación pintada, se fue al garete por un remate al palo de Djuka -solo ante Cantero- y un zurriagazo de potencia sin tacto de Aitor. El pase para la aventura de los dos fue otra joya de Villalba, el mejor. Con permiso, por supuesto, de Juan Diego Molina: 'Stoichkov'.

Con mejores sensaciones que resultado, Gallego se echó al monte. Confirmó que este Sporting ya no es tan precario de soluciones. Hay arsenal en la despensa y no baja la persiana. El técnico ventiló las alas, reclutando a Campuzano y 'Puma' Rodríguez. El catalán se enganchó entre la mediapunta y el ataque. Villalba se apostó en la derecha, con rotación de vez en cuando con 'Campu'. No hubo casi tiempo para que entraran en calor. Aunque salían bien en la foto -uno de pasador a Guille y otro de agobio para el desafortunado protagonista- cuando Tejero se lió y firmó el segundo para el Sporting. Merecido por la cosecha de méritos de uno y de otro.

Abierto en canal el partido, que reclamaba nervios de acero, el Sporting se desajustó por completo en un bombeo al área para la pértiga de Blanco, nuevo en el terreno. Ganó en el salto a Valiente, otra vez superado, y Mariño lo fió todo a su intuición. El balón entró sin respuesta, acariciando el poste. Otra ronda de errores. A partir de ahí se fugó el liderato, con el Sporting esposado. Y plantó el Eibar la bandera vencedora. Con suerte y regalos.