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Tras el ruido externo del día anterior, con el tanteo al gallego Rubén Albés como un futurible para el banquillo, Miguel Ángel Ramírez pisó el césped del número 2 con el semblante de concentración de siempre. Hubo alguna broma con los jugadores, como Pablo García, ... y la habitual liturgia con la que arrancan los entrenamientos del preparador canario: un círculo dentro del que dirige unas palabras a sus futbolistas. Por allí andaban David Guerra y Gerardo García.
Tanto el Sporting como el entrenador canario siguen a lo suyo, normalizando, con algún 'pero', cualquier situación de planificación que se pueda llevar a cabo por alguna de las dos partes. El presente es el Andorra, que visita mañana El Molinón (16.15 horas). Y la prioridad absoluta es ganar ese partido para volver a engancharse al 'play off' mientras haya opciones. El mensaje de las cuatro finales, cuatro victorias, no es casual. Se ha interiorizado en el vestuario. Desde las oficinas al propio vestuario entienden que la ocasión es única.
Para el proyecto de Orlegi, ante un ejercicio en el que se han presupuestado de nuevo unas pérdidas cercanas a los seis millones de euros, que se están intentando reducir, además de la incógnita del 'caso Pedro', es importante un ascenso a Primera.
Por lo demás, el mensaje del banquillo se mantiene en el mismo punto: el análisis sobre la situación de Ramírez se abordará al final de la siguiente temporada. Es el compromiso adquirido por las dos partes, aunque, como informó EL COMERCIO el pasado 25 de abril, la relación es muy difícil que aguante otro año más si no se sube. Para esto último influyen y suman muchos factores: el desgaste de una temporada y media muy intensa, también diferencias a la hora de valorar algunas cuestiones del proyecto –aunque no se exterioricen– y, por supuesto, la propia visión de futuro de una parte y de la otra. «Esto va de voluntades», tienden a recalcar en el Grupo Orlegi.
Aunque ha habido fricciones evidentes, como el intercambio dialéctico entre Alejandro Irarragorri y el propio Ramírez, es indiscutible que el ascenso de categoría favorece el camino del club y del técnico, cuya continuidad estaría prácticamente garantizada. Pero no es tarea sencilla. Y en el Sporting, dentro de una práctica habitual del Grupo Orlegi, llevan tiempo peinando el mercado de entrenadores, también el de jugadores, por lo que pueda suceder. A la inversa, también el entorno de Ramírez ha analizado posibilidades de futuro lejos del Sporting. En España, en alguna Segunda europea y, también, en Sudamérica.
Rubén Albés, que gusta mucho por su perfil y proyección, no es la única posibilidad que está valorando el Sporting si Ramírez no siguiera. Para esto habrá que esperar también al desenlace de la temporada. El técnico vigués, que se encontraría en Valencia estos días por una cuestión familiar, según fuentes consultadas, quiere esperar al desenlace de la campaña para analizar y estudiar todas las posibilidades que tendrá sobre la mesa. En Segunda es un técnico cotizado y sus asesores no descartan que pueda entrar en alguna quiniela para un proyecto de Primera. Curiosamente, Ramírez y Albés mantienen una buena relación personal. Coincidieron en unos cursos de formación de técnicos hace años, cuando el técnico del Sporting estaba en Brasil y justo antes de que Rubén Albés inaugurase su etapa en el Lugo. Siempre han valorado el trabajo de uno y otro.
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