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J. BARRIO
GIJÓN.
Martes, 12 de noviembre 2019, 04:48
Por una simple décima. Por un matiz tan chico e insignificante como académico y definitivo se quedó Aitor Gorostegui Fernández-Ortega (Rentería, País Vasco, 1983) fuera del circuito de Primera División. Era el verano de 2017, el de la subida del gijonés Pablo González ... Fuertes, que mejoró el 9,46 obtenido por este árbitro vasco que, desde ayer, oficialmente, engordará la estadística de los profesionales que han dirigido un derbi asturiano. El suyo será la ida, en el tercer año desde el reencuentro, que se disputará el domingo en el Estadio Carlos Tartiere (16 horas). Guipuzcoano de 36 años, vecino de Rentería, el clásico entre el Oviedo y el Sporting le llegará en plena madurez, con unos 71 partidos dirigidos en Segunda durante los que ha enseñado 400 tarjetas amarillas y 24 rojas, testado también en un Huesca-Getafe del 'play off' de ascenso a Primera.
Socio de la Real Sociedad de niño, «en la época de Atocha», remarca siempre en sus entrevistas, Fernández-Ortega ha arbitrado en catorce ocasiones al Oviedo y en cinco al Sporting, que todavía no ha perdido con este colegiado al silbato, aunque el balance tampoco resulta para tirar cohetes en Gijón: una victoria, cuatro empates y ninguna derrota. Su registro está más desequilibrado con el conjunto azul, al que ya conoce desde Segunda División B y que ha perdido ocho partidos, sumado en cuatro y ganado dos. Como anécdota, eso sí, tiene una experiencia en El Molinón en el derbi de filiales. Fue en diciembre de 2013, en un apretado partido que finalizó con triunfo del Sporting en un final agónico (2-1), con un gol del exrojiblanco Juan Mera que llegó sobre la bocina.
«Ahora vivo el fútbol con menos magia y más naturalidad. Con los años, te vas calmando», reflexiona sobre su experiencia con el silbato, cincelada en los últimos tiempos por once años de arbitraje en Segunda B y desde 2016, en Segunda. A nivel profesional, fuera del fútbol, es socio de dos empresas y un defensor del VAR desde hace mucho tiempo. Aunque también veía puntos de fricción antes de su implantación en la Liga: «El problema que veo en el fútbol es que la mayor parte de las decisiones quedan a interpretación del trencilla y eso dificulta la entrada de la tecnología. Por ejemplo, un agarrón en el área puede interferir mucho según la situación o criterio del árbitro».
Los que le conocen le describen como un árbitro dialogante, maduro, y al que le llega este partido en un buen momento, preparado para un partido de muchos decibelios. Ya fue en su día cuarto árbitro de un Real Madrid-Barcelona, con Fernández Borbalán de colegiado, describiéndolo como una de las grandes experiencias de su vida. «Era un partido de Copa del Rey, justo después de los atentados de París, y las medidas de seguridad eran impresionantes», recuerda Fernández-Ortega. Entre los colegas a los que más admira figura el colegiado andaluz, ya retirado, y Del Cerro Grande, todavía en activo.
«Jugaba al fútbol de niño en el cole y nada más. Un día vino un amigo de mi padre que era juez de línea y me enseñó fotos de sus partidos en el Santiago Bernabéu. Y dentro del fútbol, a partir de ahí, me empezó a gustar la figura del árbitro y entré en ello con doce años», completa sobre su biografía y su precoz arranque en el arbitraje, educado en los campos del fútbol vasco. El domingo subirá un peldaño más, con una cita febril en la que estará apoyado por el balear Santiago Varón Aceitón, encargado del VAR que tanto acalorado debate ha suscitado en este inicio de temporada en Segunda División.
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