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Que el Sporting de Rubén Albés ha ido mejorando de forma progresiva desde el partido contra el Levante, en la primera jornada, lo confirman las sensaciones y el frío juicio de los datos. Al paso por la jornada ocho, ya solo le separan dos puntos del equipo de Miguel Ángel Ramírez (14 puntos el curso pasado por los 12 de hoy), quien completó una estupenda primera vuelta, llegando a ocupar el ascenso directo. Este Sporting ha ido de menos a más en lo que es, sin ninguna duda, un equipo de autor, renovado con la llegada del técnico vigués, que escala y escala, quedándose a un punto del 'play off'. «No miro aún la clasificación, es demasiado pronto para sacar conclusiones», contrapone él.
Albés, que ayer se trasladó a Valencia para disfrutar de una pequeña desconexión –el equipo regresa el miércoles al trabajo– ha superado las ocho primeras jornadas en fase creciente, acumulando tres jornadas consecutivas puntuando, sumando dos victorias en los dos últimos partidos y logrando, de paso, el primer triunfo de la temporada lejos de El Molinón. Y en Eibar, que no veía perder a su equipo desde el pasado 10 de marzo y que no está acostumbrado a recibir en Ipurúa derrotas tan abultadas a lo largo de su historia.
El paso al frente se ha dado en varios aspectos. Uno, el juego con el balón, sin llegar a pretender ser un equipo dominante de los partidos con posesiones largas. Pero últimamente se le ha visto momentos de comodidad gestionando el mando de algunas fases de los encuentros en Eibar o contra el Zaragoza.
Una mayor solvencia en las áreas también se detecta. Yáñez ha concedido solo dos goles en 270 minutos y sus compañeros han marcado cinco en ese tiempo. En Eibar se generaron 10 ocasiones (tres de gol, sin contar las dos polémicas), pese a dar 196 pases menos que los locales. Esa es la gran seña de identidad de Albés: un planteamiento de fútbol vertical. Llegadas a pocos toques de un grupo de futbolistas bien engrasados para la presión, especialmente los delanteros y los dos mediocentros más avanzados, activados para atacar después de robar en una zona comprometida para el rival de turno. A esto ha sumado ahora un mayor aprovechamiento de las ocasiones generadas, que siempre han estado por encima de la media en la categoría. Dubasin, en ese sentido, marca la pauta: dos goles y dos asistencias.
Con respecto a la gestión de personal, el técnico ha conectado bien con sus jugadores. Ha sacado la mejor versión de Guille, ha pedido para el proyecto dos futbolistas elementales, cada uno en lo suyo, como Oleaetxea y 'Duba', y se ha ganado el respeto del vestuario.
Entre otras cosas, por su trato y, especialmente, una política meritocrática. Queipo y Pablo García, titulares incluso tras la recuperación de Gaspar y Pablo García, sin ir más lejos. Ha dado un margen de confianza para el crecimiento de futbolistas con momentos de duda (Curbelo) y ha seleccionado los tiempos para dar entrada a Gelabert, Róber Pier o Caicedo, quienes venían de una actividad escasa y necesitaban una puesta a punto física, en su momento óptimo.
Su mensaje, unificador, cercano, enérgico, autocrítico, cuando la ocasión lo ha requerido, también ha contribuido a destensar momentos más difíciles como los que se abrieron tras la derrota ante el Racing y el empate, que escoció por el fondo y las formas, frente al Tenerife en el Heliodoro Rodríguez López.
De momento, su Sporting comenzará la semana a un punto del 'play off' y a tres del ascenso directo a Primera. Nada determinante ni en lo que refugiarse a principios de octubre, pero sí una medida para calibrar que el equipo empieza a madurar y a coger marcha.
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