El Real Madrid no tiene memoria con el Sporting

El Real Madrid, personalizado en la figura de su presidente Florentino Pérez, mantiene una tormentosa relación con Javier Tebas, responsable como presidente de LaLiga de encabezar la patronal de los clubes profesionales. Mantiene un agrio enfrentamiento en varios frentes. El último, por los horarios de los partidos. Su compromiso de Champions ante el Atlético acabó el miércoles 12 de abril ya cerca de la medianoche y su duelo liguero frente al Villarreal de Marcelino arrancó el sábado 15, a las 18.30 horas. Habían pasado algo más de 66 horas y media. Y Carlo Ancelotti estalló. «Es la última vez que vamos a jugar un partido con menos de 72 horas de descanso. Nunca más». El técnico italiano abrió la caja de Pandora. Pero lo hizo sin mirar atrás. A la propia historia del club blanco, que parece no tener memoria. Sí la tienen, en cambio, pese al paso de los años y con la nostalgia de un tiempo pasado más esplendoroso, los aficionados del Sporting.

13 de abril de 1982. Martes. La parroquia gijonesa vivió un momento histórico ya que el Sporting disputó ese día, por segunda vez en su currículo y de forma consecutiva, la final de la Copa del Rey (el año anterior la había perdido ante el Barcelona en el Calderón por 3-1). Se jugó en un inacabado Zorrilla, conocido como el 'estadio de la pulmonía' –tuvieron que llevarle unas mantas a la reina Sofía por la intensidad del frío–, ante unos 15.000 sportinguistas. Esta vez, contra el Madrid. Los rojiblancos cayeron, con honor y merecimiento de una mejor suerte, por 2-1.

«Fue un desagravio porque el Sporting pugnaba por un título, mientras que en la Liga el equipo se la estaba jugando», afirma Manuel Vega-Arango sobre un detalle que pasó bastante desapercibido. «Ahora no estaría permitido», añade el, por entonces, presidente de la Liga y de la entidad rojiblanca. Y es que la fecha de la gran final fue programada con menos de 72 horas de descanso para el Sporting desde el final de un dramático partido liguero de dos días antes ante el Betis, inmerso como estaban los rojiblancos en la lucha por la permanencia en Primera y con José María Díaz Novoa ya como titular del banquillo, en sustitución de Vicente Miera, para intentar dar la vuelta a una delicada trayectoria de los rojiblancos en Liga. De hecho, la permanencia se logró de forma agónica en la última jornada.

«Lo denuncié en aquel momento. Fue la final más injusta de la historia. Perdimos prácticamente antes de iniciar el partido. ¡No hay derecho! Tuvimos solo 48 horas para recuperarnos después del duelo ante el Betis, mientras el Madrid 'descansó' aquel fin de semana. Llegamos agotados al partido y nos ganaron», hace hincapié Novoa. «No nos dio para más el físico. Ganar hubiera sido un milagro. Pero estábamos para vencer al Madrid o a cualquiera...», prosigue el exentrenador del Sporting.

Las quejas de Carletto ahora por el escaso margen de recuperación que tuvo ahora el Madrid no esconden el silencio de la casa blanca sobre aquella final de hace casi 45 años con el Sporting, en la que contó con una carta escondida: la huelga convocada por la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) para las tres ultimas jornada de Liga, que, en el caso del club blanco, fue defendida por tres pesos pesados de la plantilla como Camacho, Juanito y Del Bosque. La entidad de Chamartín envió al Castilla a Castalia, aunque el parón, en líneas generales, fracasó en su primera convocatoria ya que solo la secundaron en la práctica unos 33 equipos de los 78 de Primera, Segunda y Segunda B.

Mientras el Sporting se presentó ante el Betis aquel 11 de abril con su once de gala, necesitado como estaba de sumar triunfos de forma urgente, formado por Rivero, Redondo, Jiménez, Maceda, Uría, Pereda, Andrés Fernández, Mesa, Joaquín, Ferrero y Fernando Gomes –este último sería el único que no repetiría dos días después en la final de la Copa–, y ganó aquel partido disputado en El Molinón con un gol de Uría, el Real Madrid mandó a Castellón al Castilla y a un par de jugadores de la primera plantilla que salían de lesiones. Saltó al terreno de juego de Castalia un bloque formado por jóvenes promesas: Ochotorena, Francis, Fraile, Casimiro, Salguero, Espinosa, Juanito, Míchel, López Miró, Julià y Serrano, y reservó a sus titulares. No se jugaba nada y ganó (1-2). Pero el resultado, más allá de numérico, fue vergonzoso.

Espinosa, aquel joven y espigado central toledano que se incorporaría aquel mismo verano a la disciplina rojiblanca, cuya camiseta defendió durante seis temporadas, fue de la partida en aquella triquiñuela de partido. Debutó en aquel encuentro liguero en Castalia para que las figuras del Madrid llegaran frescas a la final ante el Sporting y dar, paralelamente, más fuerza a la AFE. «Viajamos y encima ganamos. Nos pagaron la prima y las dietas del primer equipo. Pero fue una decisión rocambolesca, muy polémica y el Sporting, con lógica, se enfadó», dice el exfutbolista.

Dos días después, el mundo del fútbol se paralizó ante el mayor espectáculo: Real Madrid-Sporting. Se adelantó el Madrid, en la primera parte, con un autogol de Jiménez en una jugada desafortunada, y empató Ferrero de penalti a los 34 minutos tras un derribo a Joaquín. En el segundo tiempo, Ángel marcó el gol definitivo. El conjunto de Luis Molowny alineó, en este caso, sí a su equipo de estrellas: Agustín; San José; Sabido, Stielike, Camacho, Del Bosque, García Hernández, Juanito; Ito, Santillana y Cunningham. Nova repitió el mismo equipo –«no teníamos dos 'once' competitivos», reconoce–, con la novedad de Abel por Fernando Gomes.

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