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CARLOS AMADO
Domingo, 19 de febrero 2023, 04:03
Pese a que hace casi 36 años desde que Quini jugó su último partido, su genialidad como futbolista y, especialmente, como goleador sigue concitando el elogio unánime de sus contemporáneos. Compañeros del 'Pichichi' gijonés en el Sporting, en el Barça o en la Selección repasan para EL COMERCIO las cualidades que hacían del delantero «un jugador extraordinario».
Enrique Morán (Pola de Lena, 1953), además de compartir una profunda amistad con Quini, también coincidió con él en las tres circunstancias. Fueron compañeros de vestuario en Gijón y en Barcelona y en varias convocatorias del equipo nacional. «Era un fenómeno como jugador y como persona y todo lo que pueda decir es positivo», comenta. «Compartir vestuario con él era muy fácil, no era ningún estirado y era muy sociable con todo el mundo», continúa Morán.
El delantero, afincado en Madrid, acumula anécdotas de 'El Brujo' «a miles», porque «era muy bromista y en cuanto te descuidabas te la liaba». Pero también destaca su humildad y cercanía con todo el mundo. «Era el único que, cuando estábamos en el autobús para irnos del campo, se bajaba para firmar autógrafos a los niños que se lo pedían y eso pocos jugadores lo hacen», cuenta.
Compañero de Quini en la Selección, Roberto López Ufarte (Fez, 1958) se deshace en elogios hacia el asturiano, sin olvidar con diplomacia a Santillana y Satrústegui. «Eran los tres mejores delanteros centros de esa época», dice. «Quini tenía ese don de estar siempre en el sitio correcto y ese reprís que llaman los franceses de los pequeños metros que son fundamentales dentro del área para poder rematar, tenía cualidades innatas con el pie, con la cabeza y con todo», argumenta el histórico extremo izquierdo de la Real Sociedad que ganó su primera Liga en El Molinón. «Y fuera del campo irradiaba alegría, siempre estaba contento y era imposible enfadarse con él», remata. El portero de su equipo, símbolo 'txuri urdin' y guardameta de la Selección, Luis Miguel Arconada también guarda «un gran recuerdo» de su «gran amigo». «En la Selección compartía mesa con Quini y con Alexanco. Fue un extraordinario jugador y persona», comenta Arconada. «Era normal, cercano y nunca se le subió la fama y siempre estaba de bueno humor, todo el día con bromas», añade.
«Ya habíamos coincidido en la Selección y luego tuve la suerte de jugar con él en el Barça en la recta final de mi carrera deportiva», rememora Carles Rexach (Barcelona, 1947). Recuerda a Quini como «un tío alegre, simpático, muy amigo de sus amigos y todo eso pese a los golpes tan duros que le tocó vivir». Como futbolista, Rexach no duda en calificar a 'El Brujo' como «un goleador nato, que vivía para el gol y podía haber jugado muy bien un partido, pero si no había marcado se sentía como si hubiera jugado mal».
«La primera cosa que me viene a la cabeza es lo buena persona que era y, a renglón seguido, me acuerdo de su hermano que perdió la vida por salvar a un crío. Eso lo tengo grabado», esboza José Antonio, Pepito, Ramos (Tetuán, 1951). Quien también coincidiera con Quini en la Selección, recuerda asimismo el secuestro que sufrió el gijonés en su primera campaña en el Barça. «Esa temporada íbamos a ganar la Liga sí o sí, ya habíamos quedado campeones de invierno, pero la desgracia del secuestro de 'Quinocho' nos hizo perder la Liga», lamenta Remos.
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«Lo sufrí cuando estaba en aquel Sporting que luchaba por el campeonato y por Europa, pero luego lo disfruté en el Barça», evoca Tente Sánchez (Barcelona, 1956), que también fue compañero de Quini en la Selección. Y lo sufrió como defensa porque «era de esos jugadores listos, vivos, con intuición que, a la que te descuidabas ya te habían metido el pie o con la cabeza te habían hecho gol en situaciones muy, muy complicadas». «'El Brujo' era 'El Brujo' y forma parte de esos jugadores leyendas que siempre van a ser recordados», añade Tente.
Otro histórico barcelonista, Miguel Bernardo Bianquetti, Migueli, (Ceuta, 1951), apodado Tarzán, compartió vestuario con Quini en el Barça y en la Selección. Duda que se pueda decir algo del gijonés que no se haya dicho ya, pero recalca que «era el hombre gol, siempre intentaba buscarle la espalda al defensa y siempre estaba con el gatillo puesto, un jugador extraordinario». También recuerda su carácter alegre fuera del campo. «Siempre estaba alegre, gastando bromas, risueño y animando. Era una bellísima persona».
Andoni Goikoetxea (Alonsótegui, 1956) se enfrentó en numerosas ocasiones con 'El Brujo' y recuerda cómo el Athletic de aquella época también pescó en Mareo. «Nosotros tuvimos a Churruca, que fue otro de los grandes del Sporting», recuerda el excentral del último Athletic que se subió a la Gabarra en 1984 para celebrar Liga, Copa y Recopa. «Quini era un jugador aguerrido, rematador, rápido, con ese olfato de gol que siempre demostró y, en el Barcelona, más de lo mismo, pero al ser un equipo más grande pues ya sacó todo a relucir, todo su poderío y su eficacia», evoca Goikoetxea. «Le gustaba el contacto, el choque y era, sin ser muy alto, un grandísimo rematador de cabeza», añade quien lo tuvo que defender en numerosas ocasiones.
Y pese a la rivalidad deportiva, en el recuerdo del Quini fuera del campo tampoco escatima elogios Goikoetxea. «Si deportivamente era un genio y de ahí aquel mote que le pusieron de 'El Brujo' ¿no?, en el aspecto personal destacaba por ser normal, que eso ya es de diez, además de ser cariñoso, atento y estar siempre ahí para cualquier cosa que pudieras necesitar», explica quién prolongó su relación con Quini durante su etapa como delegado del equipo rojiblanco. «Era imagen viva del Sporting», sentencia.
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