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CARLOS AMADO
GIJÓN.
Miércoles, 22 de marzo 2023, 01:19
El músico y escritor Igor Paskual, que también es historiador del Arte, repasó ayer en el Ateneo Jovellanos la historia y evolución de los estadios de fútbol en la conferencia 'Estadios de fútbol como ágora contemporánea', que terminó en clave local, con una mirada a ... la propuesta de remodelación que el Grupo Orlegi ha presentado para El Molinón. Este asunto también protagonizó las preguntas que le lanzó el público que acudió a la antigua Escuela de Comercio, entre el que se encontraba el futbolista del Sporting Guille Rosas. Ya avisaba el presidente del Ateneo, Álvaro Muñiz, en sus palabras de bienvenida que «no podía ser más oportuno el tema de la charla».
El 'rockero ilustrado', como se refirió el periodista de EL COMERCIO Javier Barrio al conferenciante en su presentación, considera que «se trata de un proyecto que necesita respuesta a muchas preguntas». Estéticamente, Paskual ve más similitudes con un estadio de Abu Dabi que con uno del norte de España, insistiendo en que «solo es un proyecto».
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Paskual cree que a El Molinón, en su estado actual, se lo puede considerar «una especie de escultura gigante con la obra de Vaquero Turcios», aunque calificó de «medida populista tomada al calor del fallecimiento de Quini» haberle cambiado el nombre.
En su mirada al campo del eterno rival, el también acérrimo sportinguista pidió que, en el caso de Gijón, no suceda lo mismo que en Oviedo, «donde al demoler el antiguo estadio de Buenavista para el Mundial 82 se cargaron un hito arquitectónico». «Aquel campo de 1931 tenía una cubierta hecha por Ildefonso Sánchez del Río, autor también del Paraguas y el Mercado de Pola de Siero, que, junto con la de la Fiorentina, es la primera de hormigón armado sin columnas, con 100 metros de largo y 15 de voladizo», argumentó.
En el caso gijonés, Paskual no se mostró ni a favor ni en contra de la remodelación, pero sí pidió que «se piense quién paga, cómo se recupera, para quién es y al servicio de quién está, si es al servicio del aficionado y de la ciudad o del grupo empresarial». Respecto a la posibilidad de que la ampliación implique el traslado del campo, el colaborador de este periódico se mostró más reacio porque «lo único que tiene en propiedad es el título de campo más antiguo del fútbol profesional español». «Eso no se compra con dinero, quizá si tuvieras tres Copas del Rey y dos Ligas te lo podías permitir, pero a día de hoy ese es tu patrimonio y si lo pierdes no lo recuperas», añadió.
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Pero para llegar hasta El Molinón de Orlegi, Paskual inició el viaje en la Olimpia de la antigua Grecia, donde está el origen de todo. «Allí, el estadio es una unidad de medida -192 metros-, pero también es un recinto y una competición de carreras, la más antigua de los Juegos Olímpicos de aquella era», explicó Paskual. «Pero ahora son muchas cosas a la vez, un ágora, una capilla ardiente, un campo de reclutamiento, de concentración y por eso es tan traumático para un club o una ciudad cuando tiene que demoler su estadio», añadió. Algo que achacó a la «topofilia, el amor a un sitio», un fenómeno por el cual templos y catedrales se construían sobre lugares sagrados anteriores y que Paskual traslada también a los campos.
Igor Paskual pasó de la Antigüedad al nacimiento del fútbol en los colegios ingleses y cómo la profesionalización del deporte transformó la arquitectura de unos estadios que empezaron a construirse exclusivamente para este nuevo deporte y que buscaban meter el mayor número de gente para ingresar más dinero. La prohibición de las vallas en los campos en los 90 y las reducciones de aforo con los asientos, «que convirtió el fútbol en un deporte de clases medias al encarecerse las entradas», también fueron analizados por el músico.
Para llegar, al final, al último Mundial, en Catar, «donde los campos, que son hasta desmontables, ya no están al servicio de un equipo o selección, sino al de una multinacional, la FIFA». «Pasamos del campo moderno al posmoderno de una sociedad líquida. En Catar los estadios se volvieron ataúdes gigantes, donde murió gente en su construcción, y platós de televisión», analizó Paskual.
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