JAVIER BARRIO
Miércoles, 20 de febrero 2019, 11:58
«Lo que hizo hoy, reunirnos a todos, es una sobrada. ¡A estos es imposible engancharlos!». Son hijos y hermano de 'El Brujo'. No hay ninguna duda. Muchos matices de su personalidad, sobre todo el buen humor y la habilidad para estrujar cualquier comentario y sacarle punta con gracia, están en esa reunión familiar, en el corazón de El Molinón, de la que es testigo EL COMERCIO. Por fecha de nacimiento, Lorena, Enrique ('Quique'), Jorge y Óscar. También su «tito» Falo Castro, presente en la sala, que no deja de picar al más pequeño de la saga. «Pero eso no lo publiques», matiza uno con guasa. El espíritu de Quini, del que se cumplirá un año de su desaparición la próxima semana, está muy presente en todos.
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-Óscar Castro (O. C.): Menos que al principio, aunque siempre hay alguien. Conocidos, amigos y demás nos preguntan por él.
-Jorge Castro (J. C.): Quizá más este mes por lo que significa para todos nosotros. Por si vamos a hacer alguna cosa para recordarle y este tipo de cosas.
-Enrique Castro (E. C.): En estos momentos es cuando más se nota, pero no solo porque me pregunte la gente más cercana, también a nivel de medios. Es normal. Es la fecha más señalada. También hay gente que jugó con él y habitualmente sí que llaman para preguntar qué tal está nuestra madre y cómo lo llevamos.
-Lorena Castro (L. C.): A mí sí que igual me preguntan un poco más que al resto. Como estoy en la oficina de El Molinón siempre viene alguien y sale el tema en la conversación. No es todos los días, lógicamente, pero siempre hay algún comentario.
-¿Qué echan más de menos de él?
(Silencio, suspiran los cuatro e interviene Falo Castro, también presente).
-Falo Castro (F. C.): Eso que acaban de hacer un poco todos. Creo que se entiende bastante bien.
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-(L. C.): Un poco todo...
-(J. C.): El no tenerlo ahí ya.
-(O. C.): No es que antes tuviéramos una relación de vernos todo el día, pero sí sabía que, tarde o temprano, al final siempre nos veíamos. O lo llamaba, o me llamaba. Sabía que estaba ahí. Ahora no puedo llamarlo, ni verlo. Es lo que más echo de menos. Necesitas verlo y hablar con él.
-(E. C.): Hay veces, como el equipo está de viaje y demás, en las que tengo la sensación de que él sigue haciendo su trabajo, sus cosas. Sigue por ahí con el Sporting. Y lo tengo muy presente. Pero, claro, reflexiono y me doy cuenta de la situación. Se hace complicado. Al final somos como cualquier persona a la que le falta una madre o un padre, con independencia de quién haya sido. Hay veces que echas de menos un abrazo y mil cosas más que no vuelven.
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-(L. C.): Era parte de la familia de todo el mundo (sonríe).
-(F. C.): Era muy accesible a todos. Da igual quién fuera la persona en cuestión. Niños con algún tipo problema o simplemente alguien que estaba en el hospital. Allí estaba él.
-(E. C.): Se acercaba al más necesitado, no al que tuviera un nombre. Para el que nadie miraba, ahí estaba.
-(O. C.): Mucha gente también nos dice que era su ídolo, pero con la suerte, al mismo tiempo, de poder verle casi todos los días y darle la mano. Yo lo pienso, por ejemplo, hablando de Messi. Sería imposible acceder a él...
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-(F. C.): Pero es que nosotros tampoco le veíamos de esa manera. Ellos como hijos, yo como hermano, no veíamos al ídolo. Luego, también es verdad, quedamos totalmente alucinados cuando vinieron 14.000 personas a El Molinón para su funeral. No sé a quién le pudo pasar eso.
-(O. C.): Me acuerdo de bien poco. Ni siquiera de haber saludado a mucha gente en el funeral que después me lo dijo. Recuerdo el frío que hacía, por decir algo, pero fue todo un 'shock'.
-(L. C.): A mí me dejó a cuadros, por ejemplo, que saliera una información sobre mi padre en 'The New York Times'. Me quedé alucinada.
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(Los cinco empiezan a intercambiar recuerdos al mismo tiempo de la repercusión que tuvo el fallecimiento de Quini).
-(E. C.): ¡Hasta en Argentina salió! Había hablado Maradona y creo que Messi también hizo algún comentario...
-(J. C.): ¿Y que se acordara de él Antonio Tajani, el presidente del Parlamento Europeo, que le había conocido cuando vino de visita a Gijón? Es que... Fueron muchas cosas.
-(O. C.): Una imagen que sí me viene a la cabeza fue la de un matrimonio que me dio el pésame. Fíjese, me dijo que mi padre les había ido a dar el pésame cuando había fallecido el suyo, que era un aficionado. ¡Los dos se sentían en esa obligación de venir por el gesto de mi padre! No querían molestar y, después, se fueron. Eso me llamó mucho la atención. No era gente de fútbol. Ni les gustaba. Simplemente venían por cómo se había portado mi padre en su día.
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-(F. C.): Otro detalle fue cuando íbamos todos para Avilés, en caravana, con el coche fúnebre delante. Llegamos a la rotonda de Avilés para subir a La Carriona y allí estaba un policía municipal. ¡Y se cuadró (hace el gesto)! Quedé alucinado. Hubo muchos detalles de respeto así.
-(L. C.): ¿Y la Guardia Civil? Lo mismo.
-(O. C.): Pararon el tráfico en Avilés. Todos estaban cuadrados al ver pasar a mi padre.
-(F. C.): Si es que vinieron algunos de los policías que trabajan aquí los domingos, en El Molinón, al tanatorio. ¡Y nos pidieron permiso para ver si les dejábamos que le rindieran honores! Igual que la gente de la ambulancia y los policías que le atendieron. Todos se mataron por él.
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-(O. C.): Sí. Recuerdo, de hecho, a un periodista decir en una cadena nacional que había sido el funeral de un jefe de estado. Era muy exagerado lo que había.
-(F. C.): Y con el día tan perro que hizo...
-(L. C.): Por eso, lo que son las cosas, había hablado con mi padre al mediodía. Le dije: «Va a nevar». Y me soltó: «¡Anda! Aquí no nieva nunca». Ya sabe cómo era. Luego pasó lo que pasó y al día siguiente, cuando cogí el coche para ir al tanatorio, estaba nevando. ¡Hasta nevó ese día!
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-(J. C.): Siempre dije lo mismo. Me queda un vacío muy grande. Es esa falta que no se puede llenar con nada. Un vacío enorme.
-(O. C.): El orgullo lo tenía antes y lo sigo teniendo ahora. Lo que tengo ahora es más dolor que otra cosa. Encima, cada vez nos damos más cuenta de que ya no está. El orgullo siempre lo tuve y lo voy a tener. El dolor no se va.
-(E. C.): Estamos muy contentos y orgullosos de que vaya a tener un espacio en su casa, donde todo el mundo que venga a visitar El Molinón tenga la oportunidad de ver una gran parte de él.
-(J. C.): Igual que fue una pérdida enorme para nosotros, también para el club. Al menos que lo sigan teniendo ahí; que los más pequeños sepan que un futbolista que se llamaba Quini fue muy importante y que, además, tenía una serie de valores, humildad y cariño, enormes.
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-(L. C.): Mi padre siempre bromeaba con los críos que venían por aquí y que le pedían un autógrafo o algo. Les decía: «¡Si tú no me viste ni jugar!». Y ellos respondían: «Pero me lo contó mi abuelo». (Risas).
-(E. C.): Sería una pena perderlo.
-(O. C.): El último recuerdo que tengo con mi padre fue un viernes. El Sporting jugaba con Osasuna. Ganamos 2-0. Yo trabajaba por la tarde y antes estuvimos tomando un café. Nos hicimos una foto, un 'selfie' que guardo con mucho cariño. Me decía él: «¡Qué 'selfie' ni qué mi madre'!». (Risas). Luego me dijo que se iba y antes me pegó ese pellizco que siempre daba. Tengo la imagen de él girándose y saliendo. No lo vi más.
-(J. C.): Yo pasé ese martes entero con él. Estuvimos en Mareo por la mañana. Desayunamos juntos y hablamos de muchas cosas. A mediodía me dejó en casa. Se fue a comer y por la noche ya...
-(E. C.): Mi último recuerdo fue tan simple y sencillo que en parte me pesa, aunque uno nunca sabe cuándo va a pasar algo así. Yo me quedo con lo bien que lo pasábamos cuando nos juntábamos todos.
-(F. C.): ¡Sobre todo el 24 de diciembre! Siempre que podíamos, nos juntábamos en Nochebuena.
(Empiezan a intercambiar bromas y anécdotas de aquellas reuniones).
-(O. C.): Pero desde que faltó la abuela ya nunca volvió a ser lo mismo. Nunca. Y ahora peor todavía.
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-(L. C.): Yo la última vez que lo vi fue el mismo martes a mediodía. El recuerdo que tengo después fue el de llegar la primera al sitio. La última imagen que tengo de mi padre es cuando le metían en la ambulancia. Me quedó grabado.
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