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JAVIER BARRIO
Viernes, 13 de junio 2014, 22:40
Exageradamente enérgico y activado estaba ayer Abelardo en la dirección del entrenamiento. «¡Ni tres pases damos y eso que somos once contra cinco!», voceó el preparador del Sporting durante un ejercicio de posesión con aspecto de rondo gigante. «¡No la pueden ni oler los ... del centro!», prosiguió.
No quería balones mansos, ni pases inocentes el técnico gijonés, cuyas continuas descargas convertían cualquier amago de relajación en algo sumamente prohibitivo. Quería velocidad de vértigo y adrenalina en el juego. «Terminé con mucho descontento el primer tiempo del otro día, pero el segundo no tanto», concedía minutos después en rueda de prensa. Y se acogía al clásico patentado por el lenguaraz Toshack hace varios años para ilustrar los cambios de humor que había experimentado desde la conclusión del encuentro en Gran Canaria: «Por la noche estaba de muy mala hostia y al día siguiente, mejor. Hoy, -por ayer- impresionante. Tengo un carácter muy variante».
No ha sido muy pedigüeño Abelardo con la afición desde su llegada, dando siempre por hecho que el sportinguismo estará detrás, máxime en un partido de la magnitud del que se disputará este domingo. «La gente de Xixón sabe lo que nos jugamos y va a estar hasta el minuto noventa con nosotros», aseguró convencido. Dio más calado a su visión de la atmósfera que se está cocinando para el choque frente a Las Palmas con un guiño al aniversario que se cumplirá mañana, con la entrada del 15 de junio, el día de la confirmación del último ascenso: «El último día en El Molinón se cumplió también el aniversario de lo de Manolo Preciado y la victoria fue un poco para él. Esperemos vivir el mismo ambiente que el día contra el Eibar, y lo vamos a vivir, ojalá que al principio y al final también».
Dejó un poco de lado el componente ambiental para desmenuzar su visión del encuentro y el espíritu que pretende inocular a sus futbolistas. «Los que salgan tienen que acabar con los gemelos en las orejas porque es el último partido. Tenemos que ir a cañón», reconoció, rehuyendo la especulación sobre el bajón físico que pareció evidenciar el equipo canario en el tramo final del partido, antes de trazar una dicotomía muy gráfica de la situación: «O seguimos, o nos vamos de vacaciones. Hay que dejárselo todo».
Cierto es que pidió ese esfuerzo físico, sí, pero apoyado con una alta dosis de inteligencia para no caer en el enredo de la desesperación. Y eso sirvió como introducción para revelar la gran preocupación que tiene en el partido. «Es importante no recibir goles porque creo que en El Molinón vamos a hacerlos», subrayó en varias ocasiones, a la vez que realzaba el castigo que se pagaría por el suculento valor que tienen los goles para el equipo forastero: «Si meten uno te obligan a hacer tres goles». Rememoró, en ese sentido, que la eliminatoria está muy viva, que el balón está en juego y que todavía no hay un ganador: «Hemos disputado la primera parte de un encuentro y vamos perdiendo, pero la segunda parte la jugamos en casa y vamos a ir a por todas».
Volvió a trazar el patrón de juego que tiene que seguir su equipo y que no fue capaz de interpretar en el Estadio de Gran Canaria. «Tenemos que intentar jugar en el campo rival», repitió. «No debemos entrar en ese juego cansino que tienen ellos; hay que robar, meter intensidad y marcar», concluyó.
Convivir con la presión
No quiso ni oír hablar de la corriente extendida que dice que sus futbolistas pasan algunos apuros cada vez que tienen que convivir con la presión y, apoyado en sus propias sensaciones, aseguró que «como futbolista me encantaría jugar este tipo de partidos». Llevó su análisis a un terreno más personal cuando se le preguntó por Iván Cuéllar, desafortunado protagonistas del encuentro del pasado miércoles. «No creo que esté lejos de su mejor nivel. Ha tenido ese pequeño fallo de Zaragoza y el otro día en el golpeo, pero son errores subsanables», opinó.
Al guardameta se unió Stefan Scepovic, más discreto en los últimos tiempos: «Sabemos que no está a su mejor nivel y sigue jugando, así que más confianza que esa...». Y justificó su apuesta por el internacional serbio, máximo goleador del equipo, con que «tiene recursos con los que sabes que en cualquier momento te puede hacer un gol, pero eso no quiere decir que no le vaya a quitar».
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