«¿Cuándo es el recibimiento al equipo? ¿Se sabe?», le pregunta un aficionado a otro, que responde con la estimación de un par de horas antes del partido. El tema para matar el tiempo de espera por el Sporting es el Sporting. Son las ... 10.33 y el campo número 1, con césped nuevo, luce en su esplendor más verde. Todavía no hay ni rastro de Rubén Albés y toda la tropa. Aunque Toni Madrigal, su segundo, ya está colocando material para el entrenamiento en una de las dos áreas. La grada empieza a poblarse de camisetas de Quini, Cote, Nacho Méndez... Incluso de Bamba, que ya no está. Se activan los aspersores. Pablo Caso reconoce entre el gentío y saluda a alguno de los familiares de Cote, que está de enhorabuena. Cumple 35 años.
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A las 10.46 aparece por fin Rubén Albés, sonriente, escoltado por su cuerpo técnico. Recibido con cariño, el técnico vigués devuelve los aplausos con un gesto de complicidad. Ya entonces, el sportinguismo está subiendo de nivel en la grada hasta llegar al medio millar de aficionados. Poco después aparecen Gelabert, Cote, Gaspar, Guille, Kembo, Esteban Lozano... Luego, Jesús Bernal y Caicedo, que entrenará a medias y que apunta a baja para mañana, chocan la mano de los aficionados. La mayor ovación, eso sí, se la lleva Dubasin. Quizá por aquello de invocar la maldición del 'ex'. El atacante responde tocando palmas. «¡'Duba, gol al Oviedo! ¡Tienes que marcar!», escucha el jugador, que sonríe a los aficionados. Falta Yáñez, con permiso del club. Hoy ya estará.
«¡Me chocaron todos!», presume el pequeño Nico entre su círculo de amigos. A su espalda, Albés se reúne con los jugadores en un círculo que se abre y estira, formando un pasillo, por el que pasa a toda pastilla Cote, esquivando intentos de colleja por la singularidad del día. «¡Felicidades, Cote!», se escucha. De las bromas, al tajo. El calentamiento, primero. «¿Gelabert, me das tu camiseta y seguimos con la tradición?», pide Sara con una pancarta que luce en la banda. La saga continúa con César, que se acercará por allí más tarde y se comprometerá a ello.
En el palco del 1, David Guerra y Joaquín toman asiento junto a Israel Villaseñor y Álvaro Lebois, uno de los nuevos hombres fuertes de la estructura de Orlegi que se ha trasladado a Gijón. A ellos se suma un poco después Odin Vite, máximo responsable del departamento de Ciencias Aplicadas. A unos treinta metros, en el centro del campo, Albés observa los primeros pelotazos de sus jugadores. «¡Buenísimo, buenísimo!», repite. Más detalles. Una bandera de Cuba hace un guiño a Christian Joel, guardameta titular del último derbi, detrás de la portería en la que calienta con Javi Díez. «¡Bien, Nacho, bien Queipo, de primeras!», prosigue el técnico. Un control de cirujano de Cote en carrera, durante una sesión de centros, dispara murmullos de admiración en la grada. «Tiene un guante», admira Rodolfo Fernández. Nacho Méndez replica el gol del derbi y marca con un zurdazo. Pero... El cuerpo técnico tuerce el morro al ver a Curbelo retirarse por un pinchazo. Mal síntoma. Aunque el ánimo, en todo lo alto. «¡Hay que ser duro, Niko (Maras)!», le pide un aficionado al serbio a la conclusión del entrenamiento. «Duro, duro», bromea él. «¡Mucha suerte, míster, tienes que estrenarte ganando al Oviedo!», solicita otro aficionado a Albés. «Vamos Gelabert, a tope 'guaje'», se escucha en el otro rincón. Todos los protagonistas se toman su tiempo para atender las peticiones de los aficionados, que disparan la motivación del equipo.
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