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manuel rosety
Domingo, 20 de enero 2019, 04:00
El caso de Manuel Enrique Jiménez Abalo (Villagarcía de Arosa, 1956) es único en la historia del Sporting. En las trece temporadas que vistió de rojiblanco, el defensa gallego solo dejó de jugar en catorce ocasiones de 400 partidos posibles en la Liga. Durante su estancia Gijón, además de la competición liguera, el Sporting disputó la Copa, la Copa de la Liga, durante cuatro temporadas, y la Copa de la UEFA, en la que intervino en cinco ediciones.
El fichaje de Jiménez por el Sporting se produjo en el verano de 1977, conjuntamente con el del portero Claudio Silva. Ambos jugaban en el Arosa, en el grupo asturgallego de Tercera División, con el mierense José Luis Viesca de entrenador. Uno de los rivales del conjunto pontevedrés era el Deportivo Gijón, hoy denominado Sporting B, con José Manuel Díaz Novoa al frente, quien tenía una buena amistad con Viesca. El mierense redactó un informe en el que recomendaba al Sporting el fichaje de los dos jugadores. Primero llegó Claudio Silva, quien viajó desde Galicia en el coche particular del recordado Viesca. Luego lo hizo el central.
A Claudio y Jiménez se les veía como jugadores de futuro, con la necesidad de una etapa de fogueo en el filial. Tras dos campañas en el Deportivo Gijón, el defensa gallego dio el salto al primer equipo, decisión en la que influyeron varios factores. En la primera plantilla estaban lesionados Rezza y Maceda. La primera alternativa era Maribona, pero una lesión de rodilla lo obligó a dejar el fútbol. Le llegaba el turno a Jiménez.
El pontevedrés tuvo la suerte añadida de que Vicente Miera había roto las negociaciones para su renovación en el Sporting y Manuel Vega-Arango dio la alternativa en el banquillo a Novoa. El técnico gijonés tenía plena confianza en el arosano. Lo hizo debutar en el Trofeo Teresa Herrera, contra el West Bronwich Albion. Al día siguiente le tocó marcar a Santillana en la final, con el infortunio de marcar en propia portería el gol del triunfo 'merengue'. Desde entonces fue titular indiscutible en las alineaciones del Sporting.
A la temporada siguiente regresó Miera al Sporting. El cántabro no solo había dado el visto bueno a la cesión de Jiménez al Logroñés, sino que, con su flema característica, les preguntó a los directivos: ¿no tenéis otro sitio más lejos? El rendimiento de Jiménez, pese a contar con la competencia de Doria y de Maceda en el centro de la defensa, convenció a Miera, quien lo mantuvo fijo en su segunda etapa rojiblanca.
Jiménez, en trece temporadas, solo se perdió de jugar seis partidos por lesiones, dos de ellas en confrontaciones coperas de miércoles, en las que no le dio tiempo a recuperarse para el domingo siguiente. Otros cuatro encuentros no los disputó por acumulación de amonestaciones, ya que, en la única vez que fue expulsado, un recurso del club prosperó y no fue sancionado al demostrarse que en la entrada que le costó la tarjeta roja desvió el balón, lo que no había visto el castellonense Ansuátegui Roca. Otro partido que no jugó fue el famoso de septiembre de 1984 por una huelga de la AFE.
Por decisión técnica solo en tres ocasiones se quedó fuera de los planes del Ciriaco Cano, quien en la temporada 1990-1991 lo incluyó en la lista de bajas. En aquella campaña intervino en 35 partidos, de los que 32 fueron de titular. En el partido de cuartos de final, jugado en El Molinón ante el Logroñés, la afición coreó su nombre, en una actuación sobresaliente del equipo, pero la directiva de Plácido Rodríguez no quiso dar el brazo a torcer para cambiar la decisión. Aunque tenía intención de dejar el fútbol, la llamada de Novoa le hizo disputar otra campaña más en el Burgos, donde jugó todos los partidos, ya con 35 años cumplidos.
En tres ocasiones Jiménez apuró los viajes para incorporarse a la concentración del Sporting después de padecer desgracias familiares. Su madre falleció un viernes en Villagarcía de Arosa y el domingo estaba en El Molinón para enfrentarse al Atlético de Madrid. En otras dos ocasiones, tras la pérdida de familiares directos, viajó en avión a Pamplona y a Sevilla para no faltar a sus citas. En trece temporadas jugó 522 partidos oficiales, en los que anotó diez goles. Solo lo supera Joaquín.
En la actualidad, el paso por la enfermería en el Sporting es mucho más frecuente. La pasada temporada solo se salvó Viguera. En la actual, ninguno. Casos como el de Jiménez, con una gran capacidad de sufrimiento, en el fútbol moderno casi no existen.
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