Marcelino García Toral, entrenador del Villarreal

«Creo que el Sporting de Gijón no se ha reforzado para ser candidato al ascenso»

–Vuelve a casa por Navidad...

–Siempre que puedo vengo. Aquí me crié, nací y siempre fui feliz Es donde tengo a la familia y a los amigos. Cuando mis obligaciones profesionales me lo permiten, regreso a Gijón.

–Lleva un año en el Villarreal. ¿Cómo le va?

–Bien. Me encontré lo que me esperaba. El club está muy bien gestionado. Las personas que se dedican a su gestión son los mismos. Cada uno sabía de las virtudes y defectos del otro. Estaba claro que si llegábamos a un acuerdo para volver, sería por el tiempo en el que estuviéramos felices. Queremos hacer todo lo posible para no salir como la vez anterior.

–Dicen que las segundas partes no son buenas.

–En mi caso siempre ha salido bien. Tanto en el Racing de Santander como en el Villarreal siempre fue bien. La temporada pasada llegamos en una época difícil y ahora estamos todos muy contentos con el equipo en la quinta posición.

–¿Qué tiene Marcelino para ofrecer ese plus a los equipos?

–Trabajo, dedicación y honestidad siempre. Eso es innegociable. Después intentamos aplicar una idea de convencimiento donde los jugadores crean en lo que desarrollan. Es lo que intentamos y nuestra experiencia dice que en gran parte lo hemos conseguido.

–¿Ha evolucionado mucho la manera de trabajar?

–Indudablemente tienes que estar lo más actualizado posible. Los mayores nos hemos actualizado, pero a la vez hemos incorporado al cuerpo técnico gente joven que conoce la manera de actuar de los nuevos futbolistas. Esa unión y la suma de edades nos ha llevado a tener un cuerpo técnico más actualizado, pero a la vez más en sintonía con los jóvenes. Yo antes estaba cerca de la edad de los futbolistas y ahora puedo ser el padre de todos, por lo que se necesita a gente que te aproxime a su forma de pensar.

–¿El fútbol de ahora está sobreinformado?

–Nosotros intentamos aprovechar todos los datos que nos da una información, pero luego lo cercioramos con la visión. Si los datos no sabes contextualizarlos te pueden llevar a la confusión. Pero si los utilizas bien y le sumas lo que ves en el campo, es más fácil que logres los objetivos y encuentres las soluciones.

–¿Es más exigente el fútbol de ahora que el de antes?

–Es difícil establecer comparaciones. El fútbol tiene su forma de realizarse, pero ahora hay una demanda física importante. Si no llegas a unos números es muy difícil ganar salvo que tengas una superioridad muy amplia respecto a tus rivales. Pero ya vemos cómo se ajustan los resultados, los de arriba tienen menos puntuación que en otras temporadas.

–Al estar más controlado, ¿en qué lugar queda el talento?

–Siempre entendimos el fútbol como un deporte colectivo. Eso requiere la suma de los talentos individuales en beneficio de una idea común. Y dentro de eso hay una serie de funciones que tu posición te obliga a hacer. Si cada uno hace la guerra por su cuenta es más difícil lograr buenos resultados. Eso es lo que intentamos. Por ejemplo si tenemos a Baena, que es de los mejores pasadores de Europa, intentamos que participe más cerca de la portería rival.

–¿Cómo ve la Liga?

–Hay tres equipos que juegan una Liga y luego el resto jugamos otra. El aAtlético se ha reforzado muchísimo y creo que de los tres es el que tiene la plantilla con más opciones. No digo que sea mejor o peor que las otras dos, pero la plantilla es más completa. Esos tres van aparte, pero la Liga está más igualada. Luego estamos una serie de equipos que lucharemos por los puestos europeos.

–¿Ha podido desconectar estas navidades?

–Yo creo que en estas vacaciones, que son cortas, soy capaz de desconectar. El mercado de invierno es más limitado y siempre empieza después de las vacaciones. En este mercado se cierran los acuerdos al final de enero, por lo que hay muy pocos fichajes al principio. Por el verano es muy difícil desconectar salvo cuando entrenaba al Athletic porque había poco trasiego de futbolistas.

–En lo personal. ¿Marcelino García Toral es una persona feliz?

–Sí, sí. Totalmente. Feliz y agradecido en lo general. Hay muchas personas que influyeron en que la vida me sonría en la vida profesional y personal. Tengo una familia que me hace feliz y ejerzo la profesión que me gusta. No tengo nada de lo que quejarme.

–¿Le queda algún objetivo por cumplir en la vida?

–No tengo muchos. Van surgiendo. Ahora mismo mi objetivo profesional es ganar el siguiente el partido y poder quedar lo más arriba posible. Ojalá podamos quedar cuartos en la Liga y jugar la Champions porque es la mejor competición que existe. No nos conformamos con nada, luchamos por todo.

–¿No sueña con entrenar a un equipo de los grandes de la Liga o ser el próximo seleccionador nacional?

–Eso pueden ser sueños o ilusiones en determinados momentos, pero ni me detiene ni me frustra. Creo mucho en el destino y te corresponde lo que te toca. Lo que tienes que sentirte es a gusto contigo mismo y con los cercanos. Ese es el reto diario que tengo.

–¿Podemos hablar de un lunar negro en su carrera con su etapa en Francia?

–No, no es un lunar negro para mí porque no me dio tiempo. Si hubiera sido por resultados, pero no fueron malos. Teníamos peores soluciones que la demanda externa nos exigía. Tampoco tengo una sensación de fracaso porque para mí, en mi profesión, nunca existe porque siempre hay mucho trabajo y honestidad, pero tampoco hay una decepción porque no hubo tiempo. Llevábamos cuatro partidos de la Liga y lo que no podía era estar pendiente de que los ultras pudieran hacerme daño a mí o a mi familia. A los directivos se les amenazó y yo en esta vida no estoy para que me amenacen. Antes de que me amenacen, me voy a mi casa.

–¿Tan fuerte es la presión?

–No, nunca sentí presión. Si lo sintieron los dirigentes, ellos son los que tienen que hablar. Nunca sentí una presión exagerada. No tuve en ningún momento ninguna amenaza. Ni miedo. Ni yo ni mi familia ni nadie del cuerpo técnico. Pero se dieron una serie de circunstancias con los dirigentes y lo que hicimos fue llegar a un acuerdo. No me generó ni frustración ni decepción.

–¿Cómo ve al Sporting?

–Veo algún partido, pero no pude verlos todos. Me gusta la propuesta. Creo que el equipo juega a buen ritmo, tiene una idea clara. Vi la segunda parte contra el Málaga y el equipo me gustó muchísimo. Hasta el empate el Sporting fue muy superior.

–¿Conoce a Rubén Albés?

–No, no lo conozco. Pero veo a su equipo y me gusta la idea y la dinámica de juego. ¿Tiene de las mejores plantillas de la categoría? Pues yo creo que no, que las hay mejores. Pero eso es mi parecer, no es una opinión contrastada. Creo que el Almería tiene una plantilla superior, está el Granada y luego están los demás que algunos tienen mejor plantilla que otros.

–¿Hay que exigirle el ascenso al Sporting?

–Hay que exigirle que luche por el ascenso en función del proyecto. El Sporting tiene una trayectoria histórica en Primera División. Eso significa una presión añadida que no solo le pasa al Sporting. Si luego hay un proyecto de inversión y ganador pues eso se ve. Si tienes una inversión potente habrá la posibilidad de exigir eso, pero creo que la plantilla actual del Sporting, no me da la sensación de que se haya reforzada para ser candidato al ascenso. Creo que el Oviedo se ha reforzado más y mejor. Creo que al Sporting no se le puede exigir ascender.

–¿Qué opinión le merece el Grupo Orlegi?

–No tengo ni información ni análisis suficiente. Desde la distancia puedo pensar que su llegada implicaría una apuesta clara por el ascenso, pero la sensación que tengo es que eso no se da.

–¿Le volveremos a ver entrenando al Sporting?

–No se sabe. Creo que no me quedan muchos años de fútbol en el banquillo, pero ya se verá. Si en un momento se unen los dos caminos, pues fenomenal.

–¿Le gustaría?

–Me encantaría. Aquello que quedó pendiente... Me gustaría cerrarlo de una manera positiva y luego si es en Primera División me encantaría también. Ahora es difícil dada la trayectoria, pero el fútbol es muy cambiante…

–¿Aún se acuerda de aquella temporada con el Sporting?

–Sí, antes me habló de lunar negro. Pero si recuerdo un momento difícil recuerdo dos y ninguno es el de Marsella. Recuerdo aquel año en el Sporting que no pudimos ascender, hubiese sido de mis mayores alegrías profesionales. El otro punto que está por debajo es la experiencia de Sevilla. Era nuestra primera experiencia en un gran equipo y no salió bien. Lo cierto es que me sirvió de mucho aprendizaje.