Un líder nunca se rinde (2-1)

Fue un acto de madurez la reconquista del liderato, con la mejor entrada en un año y medio en El Molinón, y un contendiente familiar que hizo de su desventaja un dolor de muelas para el Sporting. No había forma de descorchar. Ya sin Escassi, José Alberto había ingeniado una retención de aúpa en su campo, aplicando todas las artimañas del catálogo. El Sporting era un toro embistiendo trapos rojos hasta que medió Gallego, reclutando a Gaspar y promoviendo una ofensiva sensata, no barullona. Todos, teledirigidos por el fino pie de Villalba, sujetados por dos enormes Gragera y Pedro, tumbaron al Málaga, encanijado tras el gol de Djuka, la inferioridad y los cambios del propio José Alberto.

El arranque fue de melé, muy rígidos los contrincantes por las acampadas avanzadas de locales y forasteros. José Alberto incrustaba a Escassi en la salida. El mediocentro también se apostaba entre centrales para abrigar. Con tanto tajo, derrapó en un balón a por el que iba como una centella Gragera. Estiró la pierna, tacos por delante. El canterano voló por los aires y la peligrosísima entrada tuvo un veredicto claro y sin debate, salvo para José Alberto. Una roja directa de manual y una patinada en toda regla.

No iban ni siete minutos. El Molinón se inclinó con el arreón de casa, mientras el extécnico del Sporting improvisaba una tirita, apretándose todo su equipo contra Dani Martín. El portero gijonés dio aliento a los suyos, con pachorra en cada saque de portería, birlando segundos al reloj. Tanto tráfico en la última cuadrícula no era sencillo de sortear. Espesaba el juego del Sporting frente a un contrincante remangado para defender. Solo se aflojaba un poco la correa de Kevin, Brandon y Paulino. El partido subió de graduación, con el morro torcido, tras una caída en el área de Gragera en una salida de Dani Martín. Se formó la mundial y de ahí salió un rosario de tarjetas, incluida una a Djuka, fuera de sí.

Tan propicio parecía el partido que esa bronca contorsión, metiéndose el Sporting de lleno en el follón que buscaba el Málaga, cambió el viento. Un despeje apresurado de Aitor, solo, prendió la mecha. Brandon centró y Juande, entre Babin y Valiente, embocó. Una puñalada trapera. Una colleja a un Sporting más bravo que cabal. Gallego se cargó a Aitor por Campuzano a la media hora, invocando precisión en las piernas de su equipo. El caos del extremo no le iba al partido. Tampoco el catalán fue un estímulo al comienzo. Tardó en entrar en calor. Luego, apareció.

El Málaga bajó la persiana, haciendo sestear el balón. Todo el bostezo del mundo al choque, de parálisis en parálisis hasta el camerino. El resultado, oro molido. El Molinón estaba de mala uva con tanto campo de minas y ninguna progresión. Dani Martín sofocó sin problemas un cabeceo de 'Puma', tocado por Djuka, y varios centros pasaron a todo gas por delante del meta. No hubo cazador. Ni siquiera ramalazo de salir de caza. Y eso que, entre pérdidas de tiempo, el partido se fue al intermedio con cinco minutos de propina. El Sporting, silbado por primera vez en toda la 'era Gallego', jugaba enchironado.

A la segunda mitad salió el Málaga aún más acorazado. Carrocería blindada: línea de tres centrales, con el avilesino Lombán. Una tapia contra el centro, invitando a los laterales rivales a la excursión. Así, el Sporting iba de bombeo en bombeo, enredado. Villalba, el más clarividente, retrocedía para lubricar mejor. Un disparo desde cuarenta metros de Gragera reafirmó al Sporting en su apagón. Nadie llevaba ni siquiera cerillas.

Caminando hacia el sesenta, el once de casa espabiló desde la paciencia. Y El Molinón se encendió. Villalba empezó a calentar y Djuka, a llegar. El '23' perdonó el empate en un córner que sorteó un bosque de piernas. Tamborrada. Gaspar relevó a 'Puma', desaparecido como Aitor, con el equipo mutando casi al 4-3-3. El subidón ya fue definitivo, dentro de un partido de mala leche y tarjetero -Paulino se enganchaba con todos-, con el gol de Djuka. Listo como el hambre y hábil en la preciosa definición. El Sporting hilaba más fino, sin los brochazos mal dados de la primera mitad. El acuartelamiento del Málaga tenía desconchones. Djuka cabeceó y disparó, y Víctor Gómez coqueteó con el penalti.

Oliendo a quemado el Málaga, tiró de toda la picaresca posible para aguantar. El Sporting sacaba la corneta por la banda izquierda, tocada por Gaspar y Pablo García. Zafarrancho de combate. Y a diez minutos del final, el primero, tocado por la varita del gol, embocó tras otro buen pase de Villalba y una filigrana de Djuka, que indultó un rato después al Málaga, roto. Ya estaban jugando entonces Kravets y Berrocal. Gassama, pasado de vueltas de revulsivo, terminó el encuentro por la benevolencia arbitral. En casa del líder, sí.