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La figura de Juan Eraña tuvo una relevancia especial en el fútbol gijonés, al que llegó con 23 años, después de que no tuviera la oportunidad de jugar en el Athletic, en el que los legendarios Mauri y Maguregui le cerraban el paso en una época en la que no había cambios. Por eso tuvo que aceptar varias cesiones al Erandio, Sestao, Baracaldo o Indauchu antes de volver a San Mamés.
El entrenador José Luis Molinuevo lo trajo al Sporting en una época complicada de la entidad gijonesa. El técnico lo conocía del fútbol vizcaíno. Vino con ilusión y ayudó a que cambiara la trayectoria del equipo gijonés, que, de flirtear con el descenso, pasó a codearse con los aspirantes a volver a Primera. Eraña fue un fijo en la pareja de volantes de los años 60. Unas veces, con Puente. Y otras, con Alberto, en un conjunto que disputó dos promociones de ascenso.
Juan Eraña era un implacable marcador que se ocupaba de los interiores más destacados del rival. Amancio y Kubala fueron algunas de sus vigilancias más destacadas. En el caso del húngaro tuvo la anécdota de que en una jugada en Barcelona, en la promoción ante el Espanyol, tras avisarlo en el primer partido de que lo estaba molestando, el mítico jugador aprovechó un forcejeo para darle un codazo y abrirle una ceja. El medio sportinguista, que celebraba su boda unos días después, se casó con una ceja vendada.
Dejó el Sporting tras ocho temporadas, tras haber tenido su aportación al ascenso de Carriega, en 1970, con un balance de 207 partidos entre Liga, Copa y promociones, y anotar 22 goles. Una de sus especialidades eran los lanzamientos de falta y su eficacia en los penaltis. Después de su etapa rojiblanca, afincado en Gijón, Eraña siguió dos años más por amistad con Molinuevo, en el Ensidesa, y con Montes, en el Gijón Industrial.
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Javier Barrio
El activismo futbolero de Juan Eraña lo mantuvo en el colegio del Corazón de María, donde puso en marcha los equipos del Codema, al frente de los que estuvo siete años, sufragando los gastos con rifas y publicidad. También fue uno de los fundadores de la Asociación de Veteranos del Sporting, que nació en un modesto despacho de la empresa en la que participaba en el barrio de La Arena.
Dedicó muchas horas al seguimiento de la trayectoria de su hijo Iñaki, a quien vio debutar en el primer equipo del Sporting, y a su nieto Íñigo, formado en los filiales rojiblancos hasta que se fue a Estados Unidos por sus estudios.
Se nos fue Juan Eraña. Una buena persona, un notable empresario, esposo, padre y abuelo excepcional, y un amante del fútbol y de la cantera, además de un destacado futbolista rojiblanco. Un jugador de club, y muy eficaz, orgulloso de haber defendido la camiseta del Sporting. Un gijonés de Erandio que deja un gratísimo recuerdo.
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