Javi Fuego cuelga las botas. El mediocentro de Pola de Siero ha anunciado hoy el punto final de su dilatada trayectoria profesional, concluida veinte años después de su inicio en el mismo punto de partida, Mareo.
Publicidad
«Echas la vista atrás y empezaste ... como un 'guaje' que prácticamente no tenía ni barba y ahora ya con un poco menos de pelo, un poco más de barba y con tres hijos. Con una familia sportinguista y orgulloso de todo», expuso el pivote a modo de balance en un vídeo difundido por el Sporting. En él se define como «un currante del fútbol» y se muestra orgulloso de los valores que le inculcaron sus técnicos en Mareo y sus familiares. «Humildad, honestidad y sacrificio» que le permitieron completar «una carrera inimaginable».
A los nueve años llegó a la cantera rojiblanca y con veintidós dejó el club para proporcionar un desahogo económico a las maltrechas arcas del club gijonés con su venta al Levante, donde se estrenó en la élite, pero continuó con su vía crucis por varios equipos marcados por su convulsa situación institucional. Además de en Orriols, lo sufrió también en Huelva con el Recreativo y en Vallecas con el Rayo, donde rindió a gran nivel para erigirse como pieza clave en el ascenso a Primera y posterior asentamiento en la élite, a las órdenes de Paco Jémez. Punto de equilibrio en el engranaje franjirrojo, su desempeño le catapultó al Valencia, donde se estrenó en la Champions durante un trienio que preludió una nueva mudanza al Espanyol.
Internacional en categorías inferiores con la Selección Española, se colgó la medalla de oro en los Juegos Mediterráneos celebrados en Almería en 2005 y el Villarreal, donde tuvo que lidiar con una bacteria que le tuvo casi inédito en su segunda temporada, fue la escala previa antes de alcanzar su propósito de regresar a casa de la mano del Sporting. Mareo albergó el epílogo de la historia futbolística de uno de los canteranos sportinguistas con mayor recorrido en la élite en las dos últimas décadas, con dos temporadas de rojiblanco marcadas por un protagonismo ascendente. En la primera se vio obligado a convivir con problemas físicos que lastraron una continuidad de la que sí disfrutó en el último curso, con 41 encuentros disputados ya a las órdenes de David Gallego.
Sus compañeros reconocieron su importancia en el día a día otorgándole el brazalete de capitán en la penúltima jornada en Fuenlabrada, ante la posibilidad de que ese fuese su último partido oficial con la camiseta del Sporting. Ese empate sin goles en el Fernando abrochó una dilatada trayectoria con 592 partidos oficiales, repartidos entre siete clubes y las categorías inferiores de la Selección Española. «No tengo miedo por el día después del fútbol porque lo he dado todo, lo he dejado todo en todos los sitios donde he estado y creo que puedo decir que he sido un buen profesional», concluye el poleso.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.