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EDUARDO ALONSO
Miércoles, 4 de mayo 2022, 02:51
Han transcurrido cinco años y ciento cinco días, que han parecido una eternidad, por los que han pasado seis entrenadores y demasiadas derrotas, algo inadmisible en un club, por tradición, ganador, desde aquel día en el que Abelardo Fernández, un técnico especial dentro del grueso volumen de la historia del club, apareció compungido, llorando, en una imagen que se hizo viral, al lado del presidente Javier Fernández, para anunciar que dejaba de ser entrenador del Sporting.
Pero 'El Pitu' vuelve. Y lo hace ya. Ni mañana, ni la próxima temporada, ni... Hoy. Firma su unión con su equipo por este esprint liguero y por la próxima campaña. El entrenador gijonés, el que dio a su club un ascenso a Primera (2015-2016) y la permanencia en la campaña siguiente, regresa en medio de la mayor crisis deportiva de la historia del club y con un puñado de partidos, cuatro, tremendamente trascendentes por jugar.
Pese a la aparente barrera de su timidez, Abelardo Fernández, 'El Pitu', cumplió estrictamente con su función durante su responsabilidad durante sus etapas con la elástica sportinguista. Y de forma notable. Afable, amable, cercano, dejó de sonreír aquel 18 de enero de 2017. Pero ahora, con el respaldo consensuado de su familia, ha encendido de nuevo aquel piloto automático que se puso en verde mucho antes. Cuando aquel consejo de administración del Sporting despertó, aquel 3 de mayo de 2014 en Alcorcón, del sueño agotado en el que lo había envuelto el 'cocinero' Sandoval para recuperar que la filosofía del club era Mareo y le entregó las llaves de las puertas del banquillo.
Parece evidente que el Sporting no puede vivir en paz. La soga sigue apretando por unos motivos u otros. La decisión, ese 'sí' de ayer, pilló en cierta manera por sorpresa. No por su amor a estos colores, los que ha mamado desde su infancia, algo de lo que nadie duda, sino porque ya había rechazado la oferta que el máximo mandatario rojiblanco le había trasladado repetidamente durante las últimas semanas.
El regreso del técnico del último ascenso, del entrenador que siempre ha contado con el apoyo de la grada, del que se rodeó del equipo técnico que había compartido el inolvidable viaje de Preciado en el pasado -Tejada, Gerardo e Isidro-, es un bálsamo en un conjunto que salió por la puerta de atrás la última jornada, con un colchón escaso de cuatro puntos con el precipicio.
La contratación de Abelardo viene avalada por los éxitos deportivos. Cuando el exfutbolista reapareció en Gijón, el Sporting vivía otra época convulsa. 'El Pitu' mamó de inicio los banquillos de los equipos rojiblancos de las categoría cadete y juvenil para forjarse como entrenador, para dar sentido a una forma de ver el juego en los campos de Mareo.
Aquel estilo de ritmo e intensidad, más alejado de la posesión del balón, ofreció después sus réditos en el filial, aunque una mala racha truncó su trayectoria año y medio después. Se sentó en el banquillo del Candás, en Tercera, al que proclamó campeón regional de la Copa Federación, y en el del Tuillla, con el que repitió título antes de emprender el camino a casa. Al filial. El trampolín hacia el primer equipo en 2014.
Abelardo apostó por un estilo propio: llegaba la intensidad, el nervio y la pasión. 'El Pitu' combinó con soltura a veteranos como Cuéllar, Lora, Luis Hernández, Iván Hernández, Lekic y Scepovic con debutantes como Jony y Pablo Pérez. No solo cortó la deprimente mala racha anterior, sino que condujo al equipo a un 'play off' que sería doloroso por la doble derrota ante Las Palmas. Fue su primera decepción.
Sin embargo, Abelardo no cejaría y cantaría el alirón la siguiente temporada. Y eso que la situación en pretemporada se complicó con una sanción de la Liga que impidió realizar fichajes. Tocó tirar de lo disponible. Rodeado de sus jugadores de confianza, a ellos se unieron canteranos a los que ya había tutelado en el filial. Entre ellos, Ndi, Meré, Carlos Castro, Juan Muñiz...
Vigente la sanción de la Liga, Abelardo afrontó su techo más alto en la temporada 2015-2016 atado de pie y manos. Tres fueron las únicas apuestas sportinguistas. La mayoría, por gestiones y favores personales del propio míster. Tres cedidos: Mascarell, Sanabria y Halilovic, a los que se sumaron, en el mercado de invierno, Lichnovsky y Vranjes. Para el técnico la carrera por la permanencia, más que un esprint, fue maratón, pero culminó una nueva gesta en el tiempo límite al dejar a su equipo en la máxima categoría.
La siguiente campaña, distanciado del director deportivo, Nicolás Rodríguez, con trece fichajes y con silbidos dolorosos en El Molinón, el equipo, pese a un inicio prometedor, se vino abajo y el club abrió la puerta a 'El Pitu'.
Pero, a pesar de haber alcanzado grandes metas, no lo tuvo fácil a continuación. En diciembre de 2017 tomó el timón de un Alavés condenado al descenso, pero al que tapó sus vías de agua de forma milagrosa. Dos años después, fue la apuesta de un Espanyol colista, con el que no pudo repetir gesta. Su último retó lo llevó de nuevo al Alavés, del que salió cuatro meses después al no lograr encauzar al equipo. Pero por si por algo destaca Abelardo en la corta distancia es por su extraordinaria robustez. Es el dueño de una coraza con la que afrontar este nuevo reto en casa.
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