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JAVIER BARRIO
GIJÓN.
Viernes, 25 de marzo 2022, 01:24
«Vengo a El Molinón todos los fines de semana... No sé si participaré», se encogió ayer de hombros sobre su titularidad Iván Cuéllar, quien avanzó, en todo caso, que «estoy preparado» para disputar su primer partido como local con el Sporting tras cinco años ... de vacío. Fue uno de los pocos resquicios que concedió a los aspectos más estrictos del fútbol. El guardameta extremeño, que debutó este año en Butarque y repetirá mañana, traía un mensaje y una intención: pedir el apoyo del sportinguismo. Y lo hizo a las claras. «Espero un Molinón con rabia, con ganas de disfrutar y de ver a su equipo ganar», se arrancó, considerando que afición y equipo «tenemos que crecer juntos, porque nos jugamos mucho».
Sobre todo en El Molinón, precisó. «Son de suma importancia los partidos en casa para solventar la situación y que no empeore», alertó en relación a los cinco partidos que quedan en Gijón y donde considera que está la permanencia. Por eso, su petición estuvo tan alejada de los tópicos, invocando una reacción popular. «Me veo en la obligación y la necesidad de realizar esa petición», señaló, recordando que «soy extremeño, este es mi décimo año en el Sporting y me siento sportinguista; estuve cuatro años en Leganés y siempre me sentí sportinguista».
Este fue el arranque de su alegato, apuntando que «me sabe mal que la gente de aquí sufra, pero no sepa sufrir». A renglón seguido explicó el sentido de esta manifestación. «Cuando crees en algo, sale en las buenas y en las malas. Cuando a un familiar le pasa algo, tú te preocupas, estás encima... Es lo que debemos hacer y lo digo desde el cariño y la admiración a todos. Hacemos mal en criticar o en presionar a los chavales, o a mí, porque lo único que puede provocar esto son cosas negativas. Si yo quiero ayudar, vamos a apoyarnos entre todos y a ser más fuertes», reclamó el meta.
Porque la alerta es histórica. Y, resumió, el apoyo de El Molinón «más necesario que nunca porque hay una ciudad, una entidad, unos colores, una historia... Yo no estaré y vendrán otros, pero no querría ver a mi equipo más abajo». Así, resaltó la crítica situación en la que se encuentra el Sporting, distanciado por menos de seis puntos del descenso. «La situación es la que es y no nos podemos engañar, así es como vamos a crecer», asumió, sin sentirse como un líder: «Soy uno más, me diferencia la experiencia».
Más adelante, aunque entendió el enfado y la crispación de los aficionados, también lo achacó al contexto social de los dos últimos años. «Venimos de una pandemia, ahora una crisis económica vinculada a un conflicto entre países...», enumeró. «La gente convive con esa crispación y a la mínima que hay algo por lo que puede saltar, salta, y es normal. ¿Lo pagamos nosotros? Pues lo pagamos», dijo.
Pero por encima de todo eso, rebobinó, «tenemos que hacer un ejercicio por el bien del sportinguismo». La gente, prosiguió, «tiene que sentarse y decidir realmente si soy del Sporting y voy a apoyar en las malas». Soltado su mensaje, atrapó el balón. «En el partido del otro día disfruté al máximo», subrayó, «encantado» si tuviera que jugar mañana.
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