
César Gelabert Futbolista del Sporting
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César Gelabert Futbolista del Sporting
Gelabert: «He venido con la convicción de que el Sporting puede subir»Algún mechón rubio corona la ensortijada cabellera de César Gelabert (Palencia, 2000), cuyo apellido se pronuncia igual que se lee, arrancando en la 'G'. «Aunque ... ya lo he oído de muchas formas», asume con humor un futbolista afable y de trato cercano en la distancia corta. En el campo, por su misión y la expectativa que ha generado, es el diferente del 'rebaño' de Albés. Ante el Zaragoza dejó en la retina de El Molinón una artística muestra de su fútbol de alta escuela. «Creo que los futbolistas valoramos poco en general el día a día, pero si eres feliz y vives cada momento, lo haces todo más fácil», reflexiona disfrutón durante su entrevista con EL COMERCIO en El Molinón.
–Cumple años a finales de este mes. ¿Cómo lleva los 'casi' 24?
–Bien (sonríe). Los cumplo el 31. A nadie le gusta hacerse mayor, pero en el fútbol ganas madurez y experiencia. Es lo que al final te hace ser más competitivo.
–Palencia, Sevilla, Gijón, Alicante, Mallorca... ¿De dónde es?
–Nací en Palencia. Mi madre es palentina y conoció a mi padre allí, cuando él jugaba en el Palencia. Nos fuimos mudando por su carrera: Palencia, Mallorca, Sevilla, Elche... Pero me considero palentino. Es mi lugar de nacimiento, aunque donde tengo a casi todos mis amigos del colegio es en Alicante.
–¿Cuál es su código de vida?
–Mucha disciplina, ser constante e intentar ser feliz.
–¿Cree que hay un destino o que es usted el que lo escribe?
–Antes sí que creía en el destino. Ahora, en el trabajo, en el día a día, quiero ser regular en el fútbol. Y en la vida, estar bien a nivel mental y ser positivo.
–Conoce El Molinón como aficionado, como jugador rival y ahora como futbolista de casa.
–Por la etapa en el Sporting de mi padre, Juanmi, estuvimos esos dos años viviendo en Gijón. Yo era un niño y tuve la suerte de ir mucho al campo a ver los partidos. Siempre recuerdo el paseo previo por el parque de Isabel la Católica y, después, llegar al campo y ver una masa de gente increíble. Me había visto como rival y, como dice, nunca como local. Y el día del Eldense... No me esperaba tanto, ¿sabe?
–¿Se pone nervioso antes de los partidos?
–No le voy a mentir. Alguna vez, sí. Pero no son tanto los nerviosos, sino esa adrenalina, las cosquillas en la barriga. Creo que si eres un jugador y no sientes eso antes de un partido, igual no has elegido bien la profesión. Aquí, con la confianza que me han dado, no me he puesto nervioso.
–¿Ni el primer día?
–Ahí, un poquito. Pero estoy jugando con confianza. Me siento feliz. He venido a demostrar el jugador que soy y a ayudar al equipo.
–¿Dónde se sentaba como aficionado en El Molinón?
–(Pensativo). Saliendo al campo, el córner derecho. Justo ahí, abajo. Por esa zona estábamos los familiares de los jugadores.
–¿A Quini lo recuerda?
–Sobre todo cómo se hablaba de él. Aún no he podido visitar la estatua, pero vivo a dos minutos y lo haré. Lo que más recuerdo de aquella época es a Manolo Preciado, Mate Bilic, Congo, Barral... Mi padre me contaba muchas cosas durante la comida y me encantaba.
–Confiese, ¿qué ha visitado en este mes largo que lleva en Gijón que le traslade a su niñez?
–(Risas). Viesques, la urbanización en la que vivía de pequeño. Tengo en mente también quedar con mi primer entrenador en El Clarín, Fran, para recordar un poco todo.
–¿Ve mucho cambio en Gijón?
–No. Me acuerdo, otra vez, del parque de Isabel la Católica, que está igual. Me podía tirar horas y horas jugando al fútbol allí con mi madre y mi abuela. Me encanta ir también al paseo de San Lorenzo, que es una pasada...
–El Eibar, al que visitan este sábado, le quiso este verano. ¿Fue muy doloroso decirle 'no' a Joseba Etxeberria, que fue su técnico en el Mirandés?
–Al míster le tengo mucho cariño. Ha sido como un padre en el fútbol. Creyó en mí, volvió a darme esa confianza y minutos después de una lesión importante. Fue difícil, pero un futbolista tiene que tomar decisiones y estaba bien aconsejado. Elegí lo que me pedía el corazón.
–En su cesión, el Sporting se guarda por usted una opción de compra cercana a los dos millones de euros, obligatoria en caso de ascenso. ¿Se lo juega todo a la carta de Primera?
–(Sonríe). He venido con la convicción de que el Sporting puede subir. Creo en la filosofía del cuerpo técnico, del entrenador y de mis compañeros. Si estamos bien, vamos a hacer grandes cosas.
–¿Qué le dijo su padre Juanmi cuando le comunicó que tenía una oferta del Sporting?
–Imagínese la emoción que podría tener en ese momento. Me dijo que iba a un gran sitio, uno familiar. Estaba muy feliz.
–¿En qué momento se decidió?
–Estaba en casa, en Toulouse, y tenía tres o cuatro opciones. Hubo un día en el que me acordé de todo un poco: de cómo habíamos estado en Gijón, de la urbanización, de mis experiencias. Recordé eso y tomé la decisión.
–¿Tiene la cabeza de un '10' y el cuerpo de un '8'?
–Hay partidos en los que me veo de '10' o de banda izquierda, de '11'. En otros, creo que puedo bajar para recibir y ayudar a sacar el balón. El otro día, en la segunda parte contra el Zaragoza, por ejemplo, intenté ir más arriba para aguantar un poco la pelota.
–Se gustó en la segunda parte,
–Llevo muy poco aquí, apenas un mes. Tuve la suerte de que hubo cuatro acciones que salieron bien y eso me dio confianza.
–¿Y notó lo que provocó en la grada?
–(Sonríe). Sí, se nota, claro. Pero intento estar siempre concentrado. Es Segunda y no me puedo distraer ni un momento.
–¿Con qué rol se ve?
–Más de '8' para poder construir y mirar arriba: cambios de orientación, pases filtrados...
–Y su zancada, marca de la casa.
–La arrancada es algo que me ha acompañado siempre. Es lo que me da un poco de vida en el centro del campo.
–¿Le gusta más correr con el balón o la posesión?
–Correr con el balón. Todo el mundo cree que soy más un jugador de pase, pero cuando me veo en las arrancadas, me gusta. Me gusta el contraataque. No soy de estar parado, de dar dos pases. Parece que no, pero también alargo la pierna y robo algún balón (risas).
–Más 'rock' que música clásica.
–Exactamente.
–¿Por qué tardó tanto el sportinguismo en verle en el once?
–Venía de estar mucho tiempo sin jugar, casi seis meses. Necesitaba una continuidad y hacer una pretemporada. Y aquí hay compañeros muy buenos en el centro del campo. He podido mejorar el trabajo físico este mes y, al final, salir y disfrutar.
–¿Tiene una exigencia física mayor en Gijón por cómo juega?
–Depende. Si juego de '10', tengo más trabajo ofensivo. De '8', más defensivo. Pero como le he dicho, me gusta ser '8': correr, meter la pierna, saltar de cabeza, organizar.
–¿Cuántos kilómetros hizo ante el Zaragoza?
–12 kilómetros con algo. Pero me notaba muy bien físicamente, aunque al final, en el minuto 88, noté algún calambre. Llevaba tiempo sin jugar.
–Tenía 17 años cuando se lesionó de gravedad por primera vez. Iba a hacer la pretemporada con la primera plantilla del Madrid, con Lopetegui, y estaba a punto de disputar la final de la Copa del Rey juvenil. Vaya palo.
–Así fue. Un entrenamiento de sábado, jugando de domingo ese partido contra el Atlético. Fue un gesto, yo solo, al defender una acción. Noté que se me fue la rodilla, pero no había experimentado nunca ese dolor. Me hicieron una resonancia y por la noche ya me dijeron que estaba roto el ligamento cruzado y el menisco.
–¿Alguna enseñanza de aquella experiencia?
–La alimentación, el gimnasio. Son muy importantes. Cuando empiezas tu carrera o no tienes una lesión, no miras tanto estas cosas. A mí me han ayudado de una manera brutal.
–¿Por ejemplo?
–Trabajo mucho el tren inferior, más que el superior, para fortalecer cuádriceps, isquios, para ayudar a la rodilla.
–¿Y nutrición?
–Como mucha ensalada, pasta, arroz, verduras... Soy de comer bien, pero me gusta llevar siempre una dieta. Es importante.
–Se lesionó en la otra rodilla en Miranda. Muchos en su lugar se volverían supersticiosos.
–No, no. Intenté llevarlo igual que la otra vez, incluso con más fuerza porque sabía ya a qué me enfrentaba y los pasos que tenía que dar para un recuperación 'top'.
–Su fichaje por el Toulouse fue muy comentado por la influencia del 'Big Data'. ¿Qué le llamó la atención de sus números?
–Que tenía que mejorar en el aspecto defensivo si quería ser un mediocentro '8'. Son datos llamativos. Cuando juegas, no te das cuenta de que das veinte pases para atrás, aunque podías dar cincuenta al ataque. O que si pones un córner al segundo palo existe más porcentaje de gol que al primer palo. Son cosas importantes para intentar mejorar.
–¿Usa los datos en su carrera?
–Sí. Con mi empresa de representación hacemos un trabajo cada cinco o seis partidos para ver cómo me posiciono.
–Parte de su vida inspira sus tatuajes. Cuénteme el significado de alguno.
–Me hice tres cuando me recuperé del cruzado: unas alas, una mariposa y una virgen. Tengo otros dos: uno con mi mejor amigo y el otro es de Oliver Atom, de 'Campeones' (risas). Soy fan desde pequeño. He visto la serie doce millones de veces. Me encanta.
–Creo que tiene uno muy especial en homenaje a su abuelo.
–Me lo hice cuando falleció, en la pierna derecha. Se llamaba Jaume. Es un homenaje para él, que para mí era muy importante.
–¿Cómo le abordó Albés para convencerle del fichaje?
–Ya noté que era una persona muy normal, directa. No me intentó vender una 'moto', sino explicarme el proyecto. Me gusta mucho su idea de juego.
–¿Y cómo es él?
–(Sonríe). Es muy cercano, una gran persona. Se le nota siempre feliz cuando llega por la mañana.
–¿Cómo definiría en una palabra qué quiere ser este Sporting?
–Atrevido. Por el contraataque, el estilo de los jugadores. Parece que siempre estamos defendiendo, pero, a la mínima, hacemos mucho daño. Ese es el Sporting que vamos a ver, no nos vamos a achantar, vamos a ir a Eibar a por los tres puntos.
–El camino está siendo duro.
–Esto acaba de empezar y cada semana es un mundo. Hay que estar tranquilos porque este Sporting tiene mucha ambición. Vamos a dar guerra.
–¿Les viene bien que no les den como grandes candidatos?
–Hay que tener los pies en el suelo e ir creciendo poco a poco. Nos estamos conociendo todos, es un nuevo cuerpo técnico, nuevos jugadores. Mire el Racing contra el Cartagena... Esto es Segunda.
–¿Cree que el equipo puede luchar por ascender?
–Sin ninguna duda.
–¿El derbi fue lo que se esperaba?
–Ha sido de los mejores partidos que he vivido en un terreno de juego.
–Parece una persona muy normal. ¿Cómo se mantienen los pies en el suelo en Valdebebas?
–Eso viene de casa. Toda mi familia es muy normal, con los pies en el suelo. Cada educación, cada forma de ser, viene de casa.
–Estando en el Madrid tuvo una propuesta del Arsenal.
–Justo antes de romperme el primer cruzado, pude disfrutar del Mundial Sub 17 en La India y eso me decían. Fue un tema que llevaron los representantes.
–Ha tenido elecciones atípicas para ser un canterano del Madrid. Contaba con varias ofertas, pero en 2021 apostó por mudarse de Valdebebas a Miranda de Ebro. ¿Ha medido mucho sus pasos?
–El fútbol va por etapas. Tuve la desgracia de romperme las dos rodillas y muchas veces hay que demostrar, pero desde el suelo. Hay que partir desde muy abajo para ir creciendo. En eso se resume un poco mi carrera. He intentado estar en sitios donde poder coger confianza.
–Le marcó mucho Guti en Valdebebas, ¿no?
–Guti, Dani Poyatos... También Raúl, claro. Fueron entrenadores importantes para mí. No era solo por cómo explicaban las cosas, sino por cómo me ayudaban. Entendían a la perfección al futbolista. Guti jugaba en mi posición y el año que estuve con él me ayudó muchísimo.
–¿Ídolo?
–Isco, Iniesta, me gustaban mucho. Guti, que fue un pedazo de jugador...
–Creo que Isco le impactó.
–Con los grandes nombres que había en el Madrid, las cosas que hacía Isco de talento, de control, algún regate que pude ver. Era casi como ir al cine. Yo pagaría una entrada para ver solo a Isco.
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