Gaspar Campos posa en Mareo. A la izquierda, durante un partido con el B esta temporada. A. GARCÍA
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Sporting | Gaspar da con la tecla

Promesa. Estudiante de ingeniería informática, en su duodécima temporada en el club ha entrado en los planes de Djukic, tras convertirse en extremo en juveniles

IVÁN ÁLVAREZ

Viernes, 1 de mayo 2020, 01:31

Se siente sportinguista de cuna y decidió crecer aquí», afirma el director de la Escuela de Fútbol de Mareo, Manolo Sánchez Murias, para valorar el vínculo de Gaspar Campos (Gijón, 2000) con unos colores que defiende desde los ocho años. Ese verano ... de 2008, marcó el inicio de lo que ya supone más de media vida en las entrañas del Sporting para el joven centrocampista, la gran novedad entre los seis futbolistas con ficha del filial incluidos en el listado enviado a la Liga que retomarán los entrenamientos. Los requisitos sanitarios son el preludio para recoger el fruto de su rendimiento en una campaña en línea ascendente. «Es un jugador creativo, que quiere el balón y tiene muy buena arrancada y disparo. En una temporada muy importante como es la de meterse en Segunda B, está confirmando las condiciones que había apuntado durante su trayectoria», expone Manolo Sánchez Murias. El 7 de abril se cumplieron cuatro años de la entrada del joven centrocampista en el programa de becas gestado desde la cúpula del club gijonés para garantizar la continuidad de sus canteranos más prometedores.

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Ya entonces sonaban para él los cantos de sirena del Real Madrid, tras una inspirada actuación durante unas jornadas de entrenamientos de la Selección Española Sub 16, programadas con un amistoso frente a un equipo de la región capitalina que hizo saltar el radar de los emisarios de los grandes clubes. En un curso en el que alternaba el primer cadete rojiblanco con el equipo de Liga Nacional Juvenil, llegó la llamada 'merengue' para su incorporación a Valdebebas. Hubo contactos con Víctor Fernández, por entonces director de cantera del club blanco.

«Decidió apostar por el Sporting y se quedó aquí. Disfrutaba entrenando. Nunca tuvo una salida de tono y siempre fue un chaval ejemplar», recuerda Javier Castaño, encargado de tutelar su crecimiento deportivo semanal en aquellas fechas. «Priorizando el tema de los estudios, la familia se portó muy bien y puso facilidades para quedarse. Él tiene la cabeza muy bien amueblada», afirma el responsable del área de captación del club gijonés, Rogelio García, testigo en los últimos años de una evolución futbolística fraguada entre la medular y el costado.

«Solíamos jugar con tres en el medio y era uno de los que jugaba por delante o de mediapunta. Es un jugador de mucha calidad, tiene muy buena visión de juego y en el uno contra uno también es hábil», señala Castaño sobre su radio de acción, modificado tras escorar su posición de partida hacia la izquierda en el final de su etapa juvenil. Por el camino, una temporada marcada por los problemas físicos. Diestro cómodo cerca del flanco zurdo del ataque y más potente que veloz, se resarció a las órdenes de Sergio Sánchez, que le asentó el pasado curso en ese rol de centrocampista de banda con tendencia interior para forjar una prolífica sociedad con el lateral Pablo García. Alfil y torre en el tablero ofensivo del filial, Samuel Baños también ha sacado numerosos réditos en la fabricación de goles este curso al exprimir una complicidad entre ambos alimentada desde la niñez, en las numerosas vivencias entre las aulas del colegio La Asunción y los campos de Mareo junto al citado Pablo, Guille Rosas y Gragera. «Aunque parta más desde la banda, si juega por fuera va hacia dentro, se asocia, crea juego y deja espacio para un lateral largo. Entiende bien ese tipo de situaciones», explica Manolo Sánchez Murias, que subraya su esencia de jugador «para tener el balón», con el as en la manga de su facilidad para los controles orientados que generan la duda en su marcador y potencian su habilidad para el regate con pocos espacios.

Disciplina y tesón

Autoexigente, acumula horas extra fuera de Mareo con el preparador físico Rafa Méndez para cincelar un armazón físico potenciado con esmero, que ha favorecido su adaptación a una competición con muchos partidos de pierna dura como la Segunda B. Tras debutar en la categoría con Isma Piñera, en abril de 2018, fue paciente y perseverante para adquirir protagonismo en los esquemas de Samuel Baños. Su primera titularidad se hizo esperar hasta la decimocuarta jornada, pero desde entonces solo una sanción por acumulación de cartulinas amarillas le desplazó del equipo.

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Con un remate desde fuera del área que se coló pegado al palo para iniciar la remontada ante Las Rozas inauguró un casillero goleador que muestra cuatro muescas en su culata, repartidas en tres victorias y un empate. «Arma muy bien el disparo y tiene una calidad técnica en el golpeo tremenda», señala Rogelio García. Estudiante de ingeniería informática con un notable rendimiento académico, él y sus técnicos han dado con la tecla para programar el inicio de su camino hacia El Molinón. En su duodécima temporada en la entidad, asoma por la puerta del primer equipo, reclutado por Miroslav Djukic.

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