JAVIER BARRIO
Martes, 23 de noviembre 2021, 00:56
Es un hecho. David Gallego atraviesa su momento más delicado en el Sporting. Tras la debacle de El Toralín, la sensación que se extraía ayer, a corto plazo, era que el técnico se encontraría el sábado frente a un severo examen en el partido contra ... el Fuenlabrada (El Molinón, 18. 15 horas). Pero, salvo una nueva hecatombe, no definitivo. Mucho de esto dependerá, claro, de lo que suceda en el choque y de la imagen que se ofrezca. Nadie quería en las últimas horas dar por sentado nada, pero, en todo caso, el técnico no parecía estar aún ante el escenario de un ultimátum. Incluso con otra derrota. Aunque, como en Ponferrada, el balón es un juez imprevisible y muchas veces definitivo.
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El mensaje que se transmitía en Mareo era de máxima preocupación, pero, al mismo tiempo, de confianza hacia Gallego. Y esto último tenía su miga, toda vez que con el entrenador ha habido marcadas diferencias en este año y medio por distintas cuestiones. Pero la idea era arropar al preparador y cerrar filas en torno a él, enfrascado todo el club en dar importancia al partido del sábado para cambiar la dinámica. Así, en las últimas horas se sucedieron los contactos entre todas las partes, con el mismo mensaje de fondo. De momento, Gallego sigue. Sin aviso de destitución. Tampoco un panorama claro.
El crédito de Gallego, como el de Javi Rico por la ausencia de un fondo de armario consistente que ofrecer al técnico, quedó muy deteriorado después del mal partido en El Toralín, que acentuó la mayor crisis estadística de los últimos años: un punto en los siete últimos partidos, con doce goles en contra y solo tres a favor. Una caída en picado. Primero, de resultados. Ahora, de fútbol, con pocos argumentos a los que agarrarse. Y abatimiento. En Ponferrada, los jugadores estaban hundidos. Mariño, 'Puma' Rodríguez, Pedro Díaz, Kravets, Nacho... Todos tenían la mirada clavada en el suelo en el vestuario visitante, muy tocados aún, vestidos de corto, mientras Gallego protagonizaba una enérgica charla previa a su rueda de prensa.
La noche fue dura. El club estuvo representado en Ponferrada por el vicepresidente Javier Martínez, el consejero Fernando Losada y Joaquín, además del propio Javi Rico. En El Toralín ya hubo una primera comunicación con David Gallego, que mostró el mismo espíritu y la fortaleza del mensaje de su intervención ante los medios a los dirigentes, confiado en remontar esta situación. Ayer, en plena resaca, el presidente Javier Fernández también pulsó la opinión de Rico. La conclusión, con la preocupación latente, era no precipitarse, siendo estudiada la conveniencia o no de un cambio de entrenador. Una cuestión delicada, teniendo en cuenta que el entrenador de Suria lleva año y medio trabajando con el mismo equipo.
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En este punto, la posibilidad del cambio en el banquillo está paralizada, pero no enterrada. Hay informes recopilados desde hace tiempo de algunos técnicos, pero ahora mismo la fuerza de la gestión no está en ese lado del campo, que se mira de reojo, sino en tratar de reflotar el proyecto de la mano del entrenador catalán, quien no ha dado síntomas de agotamiento. Sí estaba prevista en las próximas horas algún tipo de contacto con la plantilla o algunos de sus representantes para pulsar su estado de ánimo y recuperar el espíritu guerrero del equipo. La creencia sigue establecida en que hay un buen equipo, aunque haya perdido confianza.
David Gallego, por su parte, regresó en la madrugada del lunes con el resto del equipo en autocar a Gijón. Ya ayer por la mañana, aprovechando la jornada de descanso de la plantilla, se trasladaba en avión hasta Barcelona para aislarse del ruido con su gente y renovar fuerzas de cara al partido del sábado ante el Fuenlabrada. Hoy, en ese sentido, está fijada su vuelta al trabajo con el resto del equipo a partir de las 11 horas. Las últimas horas de Gallego no han sido sencillas, siendo duramente recriminado por alguno de los sportinguistas que viajaron hasta Ponferrada para animar al equipo.
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La preocupación es muy grande en el entorno por la dinámica en la que se ha metido el Sporting, el peor competidor de Segunda División de los siete últimos encuentros. Un desplome inesperado, tomando como referencia que el equipo salió a jugar como líder, hace poco más de un mes, a Cartagena. Ayer terminó la jornada penando en la parte media de la tabla, equidistante con el 'play off' y el descenso de categoría, incluso con la estocada de verse superado por el Oviedo, con dos puntos de margen sobre los gijoneses.
Contra la lectura rápida que dejan los cinco entrenadores que han pasado por el banquillo del Sporting en estos últimos cuatro años y medio -desde el descenso a Segunda-, la realidad es que el consejo rojiblanco, con Javier Fernández a la cabeza, ha optado siempre por estirar la confianza en los entrenadores hasta el límite en la búsqueda de una reacción. En ese punto se encuentra ahora Gallego, pero sin descartar el relevo si el Sporting sigue por el mismo camino, ofreciendo imágenes tan negativas como las de los tres últimos partidos.
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