Fabián Rivero sale a la palestra

Competición acordó su veredicto ayer, aunque a Mareo no llegó la notificación, tras las alegaciones previas presentadas por el Sporting y su visión de la jugada. Martí deberá cumplir un partido de sanción, según fuentes consultadas de la Federación, por esa retención de balón, en el minuto 71 del choque en El Plantío, para solicitar que atendieran a Djuka, que había sido atropellado por el local Córdoba. No apreció la falta el árbitro murciano Sánchez López, pero sí estuvo ágil para enseñar la roja a Martí, al que Pablo Valcarce empujó para coger el balón. Agua pasada.

La sanción provoca el cambio. Sale Martí, entra Fabián Rivero. Entrenador canario de 50 años, que de todos ellos lleva seis y medio trabajando con el actual preparador del Sporting, en las islas le definen como «un profesional muy discreto». Un entrenador «muy trabajador y que sabe dónde está su sitio». De ahí lo del traje gris, la tela del segundo plano. Concienzudo, meticuloso en su labor, pero cómodo en su labor de segundo. «Es un tío pausado y muy observador, pero tiene su carácter fuerte, canario. Creo que es muy parecido a Martí. Le gusta la intensidad, que los equipos sean aguerridos...», describe el exrojiblanco Raúl Cámara.

Hermano de Sesé Rivero, director de la base del Tenerife, su familia siempre ha estado ligada al club 'chicharrero'. Y por supuesto, Fabián, delantero en los años noventa que llegó a sumar más de 120 partidos en la extinta Segunda B en destinos tan dispares como el desaparecido Barcelona Aficionados (el Barça C) -compartió vestuario con un jovencísimo Guardiola-, el filial del Mallorca, el Alcoyano, el Manchego o el Pájara-Playas, entre otros. A la Ciudad Condal llegó con apenas 16 años, siendo un prometedor atacante, pero, pese a rozar el debut en Segunda en Mallorca, no lo logró. Sí compitió la Copa como bermellón.

Un precedente

Como entrenador ha tenido travesía de hormiguita obrera. Curtido en la Tercera y Segunda B, con equipos como el Lanzarote, el Mensajero o el propio filial del Tenerife, asomó en el primer equipo 'chicharrero' de la mano de Raúl Agné. Y ya a finales de 2015, tras una explosiva reacción del maño, sancionado por tres encuentros, le tocó dirigir. «Todo será natural», prometió. Derrota con el Lugo, y victorias contra el Alavés y el Albacete. Luego, a su sitio. Al traje gris.