La empinada segunda parte del camino rojiblanco

Alcanzó el ecuador de la competición el conjunto gijonés con una victoria trascendental para su entrenador, que salió indemne de las diez jornadas encadenadas sin vencer, pero esa racha, aunque no desembocó en una medida drástica para el banquillo, ha dejado secuelas y obliga a acelerar el ritmo de puntuación. Necesita el equipo que dirige David Gallego cambiar el paso y enmendar una errática trayectoria, de brusco cambio, para no descolgarse y conservar sus opciones de engancharse al pelotón de cabeza.

El choque en El Molinón ante el Lugo es la primera oportunidad para enlazar dos triunfos dieciséis jornadas después y sortear el riesgo de quedarse estancado en tierra de nadie, en ese tramo de la clasificación en el que había permanecido el grueso de las dos temporadas previas al desembarco de David Gallego en Mareo. «Tenemos en mente que al final del camino lo que queremos es estar en una de las plazas que den opción a jugar el año que viene en Primera División», afirmó a las puertas del choque en Can Misses el entrenador catalán, que incluso inmerso en la espiral negativa de resultados más duradera de la historia del club en Segunda no bajó el listón ni redefinió el objetivo a largo plazo.

Los precedentes plasman la dificultad de la meta que se pretende alcanzar. No ha destacado el Sporting por su capacidad para lanzar el esprint final en la última década, en la que solo ha vivido un epílogo marcado por el estallido de felicidad que envuelve a la consecución del objetivo anhelado en un par de temporadas. En ambas estaba a las riendas Abelardo, artífice del desenlace exitoso en 2015 y 2016, cuando volvió a aprovechar en Primera una cadencia progresiva tras cruzar la primera parte del trayecto para eludir el descenso. Los 44 puntos sumados en el último ascenso continúan siendo la cosecha más prolífica de los gijoneses durante la segunda vuelta en la última década.

Ahora otro vestuario con un marcado influjo de cantera se ilusiona con emularlo, a través del camino largo del 'play off', esquivo para los sportinguistas desde 2018. Con Rubén Baraja a los mandos y gracias al impulso de una racha de una docena de jornadas ajeno a la derrota y ocho victorias consecutivas, esa fue la única temporada en la que logró plaza para pugnar por el último billete rumbo a Primera después de estrenar la segunda vuelta fuera de los seis primeros clasificados.

El equipo entrenado por David Gallego, que el pasado curso se diluyó en el último tercio, quiere invertir la tendencia del último trienio. Parte desde la duodécima posición, con la necesidad de recortar una desventaja de cuatro puntos.

Desde esa plaza inició la segunda mitad de la temporada 2018-2019 a las órdenes de José Alberto López, aunque entonces estaba ocho puntos alejado del anhelado sexto puesto, al que se aproximó con cuatro triunfos consecutivos en marzo. Una reacción evaporada en el último mes y medio de campeonato. Finalizó noveno, descabalgado de esa carrera por el último billete rumbo a Primera antes de la jornada final.

Mermado por las bajas en su larga sequía de victorias este curso, en enero se esperan altas desde la enfermería y una llegada en el frente de ataque para atenuar la dependencia de Djuka y aumentar las bazas ofensivas. Los rojiblancos tendrán que acercarse a su techo de puntuación de la última década en la segunda vuelta para no quedarse en el camino.