Los discípulos se reencuentran en El Molinón

Ambos futbolistas, que buscan en Segunda División su trampolín profesional, contribuyeron de forma decisiva al éxito de un equipo que cinceló con mimo el hoy entrenador del Sporting. Fue una época en la que David Gallego demostró su valía como técnico de la base, dando forma a un proyecto de cantera cuyos resultados se han visto en el primer equipo del Espanyol en las últimas temporadas.

Carles Soria (Calaf, 1996) fue testigo como parte de aquel equipo de la conexión que había en aquel equipo y de la labor que desarrolló David Gallego, guiando a una histórica generación que atrapó todos los récords. De hecho, solo cayó en la jornada de su debut y en la final de la Copa de Campeones ante el Villareal, precisamente con gol de Campuzano.

«Sabíamos de antemano cómo nos iban a jugar los rivales cada semana. David (Gallego) lo tenía todo estudiado: cómo nos iban a atacar, qué iban a proponer en cuanto a juego y dónde eran vulnerables. Lo tenía controlado todo al milímetro», recuerda Carles, el lateral diestro de un equipo que reunía a otros talentos como Melendo, Lluis López (Espanyol), Marc Roca (Bayern de Munich), Aarón Martín (Celta de Vigo), o Álex López (Mirandés).

«David nos hizo creer que nosotros no éramos inferiores a ningún rival; sacamos, por ejemplo más de diez puntos al Barcelona. Eso no es nada habitual para el Espanyol en las categorías inferiores. También ganamos al Real Madrid», repite sobre los logros de una 'quinta' que además de tener un impacto en el primer equipo del Espanyol sigue siendo muy recordada en Barcelona por el fútbol que practicaba. «Éramos siempre los protagonistas del partido. David Gallego ya nos insistía mucho en pulir la salida de balón y en que atacáramos siempre con la posesión», asegura.

El duelo entre Campuzano y Gual es además el enfrentamiento de dos amigos que mantienen una gran relación y cuyas carreras guardan paralelismos, a pesar de sus diferencias futbolísticas, como mantiene Soria. Ninguno se estabilizó en Barcelona; los dos pasaron sin demasiado éxito por la fábrica de talentos del Real Madrid y buscan relanzar sus carreras con dos técnicos pasionales como son Gallego y Juan Antonio Anquela. «Jugando son distintos: Víctor era pura ambición; lo dejaba todo en cada entrenamiento, era versátil y trabaja mucho. Marc a veces daba la sensación de que la cosa no iba con él, pero después hace un quiebro y te puede marcar», apostilla.