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Ver un partido del Sporting resulta un ejercicio difícil de digerir. Más aún lo es acudir a El Molinón sabiendo que el equipo, perdido en el último mes y medio, necesita un cambio radical para salir del bache en el que se encuentra y David Gallego es incapaz de levantar a los rojiblancos.
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El Sporting hace aguas. Al igual que el día que hizo en Gijón, los rojiblancos se encuentran en un momento deprimente. Grises en ataque y ahogados en defensa, cada vez que el rival se acerca a la portería de Mariño. Más si cabe cuando los adversarios gozan de jugadas a balón parado. Cualquier centro bien puesto en el área rojiblanca es medio gol. Así llegó la igualada del Fuenlabrada en El Molinón. Con un simple saque de esquina que Damián empujó al placer sin oposición tras una prolongación de Sotillos en el primer palo.
Sporting
Mariño; Rosas, Babin, Berrocal, Kravets; Pedro, Gragera (Rivera, m. 77); Aitor (Gaspar, m. 72), Fran Villalba, Puma Rodríguez y Berto (Nacho Méndez, m. 85).
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Fuenlabrada
Altube; Sotillos, Pulido, Juanma (Damián, m. 45), Gozzi Iweru; Arturo (Bravo, m. 46), Diéguez, Anderson, Mula (Soldano, m. 85), Cristóbal y Zozulia.
Goles. 1-0: m. 25, Aitor García. 1-1: m. 55, Damián.
Árbitro. Hernández Maeso. Amonestó a Berrocal, Berto, Aitor García, Villalba en el Sporting; y en el Fuenlabrada a Sotillos.
Incidencias. Partido disputado en El Molinón ante 8.989 espectadores.
Antes de que los rojiblancos se durmieran y desesperaran a los presentes en el estadio gijonés, el equipo completó una primera parte práctica. Gallego decidió volver a los orígenes y alienar un once reconocido. Berrocal y Babin comandaron la defensa con Guille Rosas, el mejor del partido, y Kravets en las bandas. Regresó Pedro a la medular y Aitor, que también volvió a la titularidad, se lo agradeció firmando el primer tanto de la tarde tras un buen pase del centrocampista.
Pedro es al equipo lo que el escudo a la camiseta rojiblanca. Le da sentido a todo. Su participación fue irregular, pero es incuestionable. En la primera mitad fue de menos a más y cuando se encontró cómodo en el centro del campo asistió a Aitor para hacer desaparecer los fantasmas. El tanto llegó unos minutos antes de que se cumpliera la primera media hora del choque.
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El Sporting se sintió cómodo ante un rival inferior, que poco más pudo hacer que ver como el equipo de Gallego cumplía con las expectativas. Una primera buena noticia para el sportinguismo que no tardó en torcerse.
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DAMIÁN ARIENZA | ARNALDO GARCÍA | JUAN CARLOS TUERO
El descanso no sentó bien a los gijoneses. El Fuenlabrada se encontró con un adversario dormido, con la sensación de no querer el balón. Perezoso en la creación y con tantas imprecisiones que los madrileños revivieron para buscar la igualada sin tapujos.
A los diez minutos de la reanudación, tras un saque de esquina, Damián igualó el tanto de Aitor para nerviosismo de El Molinón. Y ahí se terminó el partido. El miedo, la falta de fuerza o la depresión dio paso a la impaciencia del sportinguismo que no admitió el sinfín de pases horizontales entre los centrales.
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Villalba desapareció junto a Pedro, Puma Rodríguez, Aitor y Berto. Al delantero se le acabó la pila y Gallego fue incapaz de ofrecer a Santamaría la referencia ofensiva. Ver para creer. El ariete dejó su sitio a Nacho Méndez a falta de cinco minutos para el final y el Sporting terminó sin un delantero centro en el terreno de juego.
Una vez más, el entrenador fue incapaz de interpretar el bajón del Sporting. Le faltó claridad de ideas y refrescar a un equipo venido abajo tras el descanso. La caída fue total. Los futbolistas fueron incapaces de completar cuatro pases seguidos y generar peligro. Las sensaciones fueron de impotencia.
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Pese a ello, Nacho Méndez y Puma Rodríguez pudieron marcar en el último suspiro. Ambos erraron en sus remates dentro del área para fortuna del Fuenlabrada. Cuando el equipo fue decidido a por el encuentro hizo daño. Pero dejó los deberes para el final y no le dio tiempo completar la tarea.
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La decepción en el Sporting y el sportinguismo es total. La reacción no fue la esperada. No se perdió, pero el empate es insuficiente. Las dudas inundan un vestuario que tiene que dar un paso adelante. La culpa es de todos, pero el entrenador no parece encontrar el rumbo indicado. Su primera crisis en Gijón le está tirando abajo el camino recorrido hasta ahora. De continuar así, su puesto está en peligro.
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