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JAVIER BARRIO
GIJÓN.
Sábado, 16 de noviembre 2019, 01:40
Llovía, granizaba. Y la penúltima sesión, en exteriores, apenas duró unos veinte minutos. Toda la tropa enfiló rápido el camino de regreso cuando cayó el gran chaparrón sobre Mareo. Miraba después José Alberto al oscuro cielo y reflexionaba en voz alta sobre el estado que presentará mañana el Tartiere. «No creo que el campo vaya a estar peor que hace dos años, cuando tuvieron que sacar agua con rodillos. Estará en condiciones de jugar y, a medida que pasen los minutos, sí que será más difícil poder combinar», anticipó, sin que observara ese escenario como un obstáculo dentro de un duelo febril: «Los derbis son partidos trabados, de detalles, muy igualados. La intensidad cobra mucha relevancia y en eso hemos intentado hacer bastante hincapié, cuidando esos detalles para que caigan de nuestro lado».
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Desde su primera respuesta, José Alberto buscó un perfil bajo, relajando el ruido, midiendo cada palabra. Para lo único que subió el tono fue para protestar por las condiciones ofrecidas para el viaje del sportinguismo, motivo del rechazo del club a las 1.200 localidades que correspondían a la afición visitante, coronadas con la negativa del Sporting a ir al palco como medida de respaldo a su afición. «Me da mucha pena que los aficionados tengan que seguir unas medidas de seguridad tan estrictas cuando no ha habido ningún problema entre las dos aficiones. Creo que es más un problema de la sociedad que del fútbol, pero es muy triste que en pleno siglo veintiuno haya que ir escoltado por la Policía para ver un partido», lamentó, alineado con la respuesta del club: «Lo entiendo perfectamente». En todo caso, concluyó, «en el Tartiere estaremos solos, pero nos llevaremos a nuestra afición en nuestros corazones y jugaremos por ella», recordando al mismo tiempo que el partido se juega en el césped y no en la grada: «Lo que pasa en el terreno de juego es once para once, con un balón, y hay que abstraerse de lo demás».
No quiso desvelar mucho de la preparación del partido, aunque deslizó un trabajo especial en lo mental. «En cuestiones motivacionales cada temporada es diferente», se limitó a conceder. Amplió dando relieve al partido. «Todo el mundo es consciente del partido que se juega», sostuvo responsabilizado, visionando «un choque de detalles, intenso, de mucho duelo y disputa, y ahí tenemos que ver un Sporting con un nivel de intensidad alto». Y aunque insistió en un par de ocasiones en que al final solo había en juego tres puntos, reconoció que «motiva ir a jugar contra el Oviedo e intentar conseguir la victoria». Al rival lo describió como un «equipo intenso, atrevido, con balón y que tiene un fútbol directo y de transiciones, y a balón parado hace daño».
El morbo de su reencuentro con Javi Rozada, con el que mantiene una relación particular, coronada con aquel encontronazo en el final del último derbi de filiales en El Molinón, salió pronto a relucir. José Alberto, que aquel día se negó a dar la mano al ahora entrenador del Oviedo, al que apartó la cara tras los gestos que este realizó durante el partido, rebajó tensiones. «Nuestra relación es de respeto y nos llevamos bien. Aquello fue algo por lo que le pedí disculpas tanto en público como en privado. Alguna vez que hemos coincidido nos hemos reído de aquel suceso», apuntó el entrenador del Sporting, quien añadió que «le tengo mucho respeto porque es un técnico que ha llegado ahí por méritos propios». Y confirmó que habrá saludo. «Los dos somos un espejo en el que mirarse los entrenadores asturianos de la base. Estoy contento de representar eso y a los técnicos que vienen del barro», recordó.
Con el goteo de preguntas, dio luz verde al regreso de Babin al once. «Está a disposición y no hemos forzado su recuperación», sentenció, moderado con la ausencia de Saúl Berjón, que le hizo recordar a la baja de Manu García, autor de un estupendo gol con la Sub 21 el día anterior: «La jugada fue muy similar a la que hizo contra el Zaragoza. Sabemos el talento y la capacidad que tiene, y es una baja importante, pero un equipo tiene que estar por encima de las individualidades». Antes de concluir, el técnico regateó la pregunta sobre su futuro, entre interrogantes: «Pienso en lo que depende de mí. En lo otro no me paró a pensar ni un segundo».
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