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JAVIER BARRIO
Miércoles, 9 de marzo 2022, 01:57
El gol definitivo de Jon Karrikaburu, con medio centenar de sportinguistas helados y ojipláticos en el vacío de Anoeta, dio un bofetón de realidad al proyecto del Sporting, hoy cerca del abismo de la Primera RFEF. Desde la temporada 1998-1999, el equipo no caía tan bajo en Segunda: puesto diecisiete en la jornada 30, a seis puntos de la Real Sociedad 'B' y, por consiguiente, del descenso. Pero con matices. Esa distancia es tan irreal como incontestable y favorecedor el 'golaverage' de los dos choques para los donostiarras, que adelantarían al Sporting con un empate a puntos. Así, el acierto en el penalti del joven delantero navarro, de 19 años, ha sido la alerta roja definitiva a una temporada que comenzó mal, evolucionó mal y en la que casi siempre se ha decidido tarde y mal. Desde la cúpula, con Javier Fernández a la cabeza, hasta el banquillo y la dirección deportiva. José Luis Martí, derrotado dos veces en la prolongación, llegó con el incendio activo. Su equipo no emite buenas vibraciones, pero él apenas lleva dos semanas.
Ahora, la reflexión de un retirado Javi Fuego tras el partido de Anoeta solicita el cierre de filas del sportinguismo ante estas doce finales. Un Molinón ardiente con el equipo y terriblemente hostil con el rival para alcanzar la salvación, comprometida en este punto por la cercanía con el final, el galope de la Real Sociedad B y una dinámica demoledora del proyecto: 14 puntos sumados en 140 días. Pero las palabras del poleso también sugieren, además de pedir apoyo y unión a la grada, una reconsideración del funcionamiento actual del club si se esquiva lo que sería la histórica pérdida de la categoría profesional del equipo. «Llegará el momento de hacer reflexiones profundas, pero ahora, más que nunca... (Sporting)», solicitó. La primera final será el domingo contra el Tenerife (El Molinón, 16 horas). El estadio tiene que ser un volcán y el club debería ofrecer algún estímulo para ello, no entradas de 20 y 40 euros. El camino sigue con Leganés, Cartagena, Burgos, Alcorcón, Oviedo...
La fotografía de la clasificación es solo la punta del iceberg de un año caótico, con varios tramos sospechosos ya en el anterior. Pero entonces, el balón entraba. El arranque de este curso fue bacheado. David Gallego no quería continuar en el banquillo a pocos días del inicio de la pretemporada, con su agencia de representación, 'Promoesport', buscándole posibles destinos. El técnico catalán entendía que su salario y su estatus no estaban en consonancia con su primera temporada en el equipo, que tanto la dirección deportiva como el preparador consideraban notable.
Hubo revuelo interno, pero ninguna decisión. El tema quedó silenciado con un equilibrio complejo entre bambalinas, con Javi Rico y su agente de más confianza, Emilio Viqueira, de mediadores, y la negativa del presidente Javier Fernández a permitir la marcha del preparador si no pagaba la compensación de su contrato. Fue un síntoma de que la temporada comenzaba torcida. Un técnico nada convencido.
Otro episodio de mucho calado fue el anuncio de Javi Fuego, meses atrás, de que daba por concluida su carrera como futbolista. Lo hizo con un comunicado en redes sociales, un día después del final de la temporada, y sin ningún acto oficial por su brillante trayectoria. Aunque se dio a entender que su adiós cortó la presentación de una propuesta, no había esa intención. Sus compañeros, mientras, eran conscientes de la importancia de su marcha, como se vio reflejado en la decisión acordada en Fuenlabrada de otorgarle el brazalete de capitán. Al poleso se le pidió liderazgo cuando se negoció su fichaje, que el club llevaba persiguiendo varios veranos, pero la relación de la cúpula con el exfutbolista se fue enfriando.
El consejo priorizó el criterio de Javi Rico, con el que Fuego no se hablaba desde hacía varios meses por su nula sintonía con la forma de proceder del director deportivo gijonés en varias cuestiones internas. Y su marcha generó un vacío difícil de llenar en un vestuario muy joven y necesitado de gente experimentada, referentes, con pocos líderes. La inexistente relación del director deportivo con buena parte del vestuario es otra de las aristas del problema. Hay y hubo muchos casos, además del de Fuego: Álvaro, Manu García, Valiente, Gragera, Pedro, Fran Villalba...
La tardanza en las decisiones ha sido otra constante, achacable a Javier Fernández como máximo responsable por la demora de sus respuestas y su gestión presidencialista. Con la peor racha de resultados negativos en la historia del Sporting en Segunda, Gallego llegó hasta el 20 de febrero. Luego se fichó a Martí, con solo catorce partidos para solucionar el lío. Esa ralentización de las acciones se extendió hasta el último mercado invernal, al que se acudió tarde y mal. Contra la necesidad del Sporting, el club aguardó hasta el 30 de enero para cerrar los fichajes de Jony y Eric Ramírez. Calavera llegaría un día después. Sin contar la Copa, el equipo disputó cuatro partidos de Liga ese mes sin refuerzos. Solo ganó uno.
Algunos episodios graves tampoco se atajaron ni en tiempo ni en forma. Lo sucedido tras la visita del Huesca a Gijón demandaba un reflexión profunda y medidas contra Rico y Gallego, que protagonizaron un encontronazo serio. Pero todo se saldó con una reunión de los dos con Javier Fernández, al día siguiente, en Mareo. Y también con un intento público de suavizar lo sucedido. Tampoco se ha hecho nada por relajar la tensa relación entre el director deportivo y Noé Calleja, quien apunta a baja al final de la temporada por no compartir los criterios de la actual gestión, siguiendo los pasos de Javi Fuego. El presidente del Sporting solo confirmó en la junta la continuidad la próxima temporada de Rico, con el que tiene una relación más cercana, con una actitud más distante con Calleja, muy valorado fuera de Mareo.
Sin coartada
La discutible gestión del presidente, junto a la de Rico y de Gallego, no sirve de coartada para los jugadores. Muchos futbolistas atraviesan un bajón alarmante, siendo necesario un paso adelante y con las situaciones contractuales de varios en cuarentena. Los errores individuales y desajustes han sido una condena todo el año. ¿El resultado? El Sporting es uno de los ocho equipos que más goles reciben de toda la categoría: 37 en 30 jornadas. El proyecto del futuro, si el equipo logra amarrar la permanencia, debe premiar el rendimiento y el comportamiento profesional por encima de las relaciones personales, ya sea en los despachos, en el banquillo, en el vestuario y en toda la estructura. Pero eso será a finales de mayo. Ahora toca luchar por sobrevivir.
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