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pEl serbio y el doctor Antonio Maestro explican la situación de la plantilla afectada por la gripe antes de Zaragoza. A. GARCÍA
Sporting | Cien días de resistencia
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Sporting | Cien días de resistencia

Miroslav Djukic cumple hoy su primera centena a los mandos del Sporting, en el que ha implantado su sello y en el que le ha tocado lidiar con situaciones complicadas

ANDRÉS MENÉNDEZ

Domingo, 5 de abril 2020, 01:25

Todo empezó el 28 de diciembre, el día de su presentación en El Molinón. Los malos resultados cortaron los tiempos de su predecesor, José Alberto López. El proyecto estaba encorsetado: decimoquinto clasificado, a cuatro puntos del descenso y seis del 'play off'. El club confió su reacción a Miroslav Djukic, de 54 años. Un perfil distinto, con una trayectoria y recorrido en el máximo nivel como jugador profesional y experiencia en los banquillos en el panorama nacional.

«Venía con hambre. Tiene ganas de demostrar que puede ser un técnico exitoso en el fútbol español», aseguran en su entorno. «No quiero obligaciones de cuatro años. Vengo a presentar un trabajo en estos seis meses y después ya se verá», afirmó en su puesta en escena.

La crisis del COVID-19 ha dejado todo en el aire. Nadie puede garantizar el regreso del fútbol profesional. Aunque los dos hombres fuertes a nivel nacional (Javier Tebas y Luis Rubiales) trabajan en el escenario de reanudar la competición. Hoy, el Sporting es octavo clasificado en Liga, a cinco puntos del sexto. Y está a la misma distancia (6) del quinto (Girona) que de la temida zona roja.

La era de Djukic en Gijón alcanza sus primeros cien días. Período suficiente para afrontar todo tipo de situaciones (algunas anómalas e inesperadas y fuera del guión) y para imprimir su sello en el proyecto, con decisiones de relieve y apuestas de entrenador. Su estreno quedó marcado por una epidemia de gripe que afectó a más de media plantilla y que derivó después en una semana tan extraña como fatigosa: dos viajes a Zaragoza ida y vuelta por carretera en cinco días. Competición suspendió el encuentro, pero después plegó a los intereses del Zaragoza. El debut (7 de enero, con derrota 2-0) se jugó con un equipo diezmado, en pleno proceso de recuperación y a remolque desde el minuto uno después de un error en las estrategias, uno de los grandes dolores de cabeza del 'staff'.

Era entonces un momento de desánimo generalizado, con un bajón considerable en el nivel individual y colectivo del equipo, sin una seña de identidad clara de juego. La clasificación, muy comprimida, apretaba por abajo, con un riesgo histórico de descenso a Segunda B. «No soy muy de hacer revoluciones. Soy más de dar continuidad», reconoció. El día a día en Mareo y las lecciones del propio peregrinaje por la competición agilizaron la adaptación a la plantilla, con la necesidad de escapar de los puestos de atrás. La angustiosa situación no alteró su método ni su discurso, realista, orientado al «partido a partido» y sin mirar más allá del domingo. Ni lamentarse cuando parecía que no habría fichajes hasta la llegada de Murilo en el último momento de enero.

La derrota con estrépito en un partidillo ante el Sporting B dio lugar a su versión más temperamental en los micros. «Moriré con los del filial si el primer equipo no da la talla», advirtió. Ese encuentro terminó con la promoción de Bogdan al primer equipo, una de sus apuestas más decididas. El técnico ha formado un bloque y un primer boceto de un equipo inicial a partir de decisiones: en forma de confianza para algunos nombres importantes, pero lejos de su mejor versión; apuestas desde la cantera (Bogdan) y la consolidación con galones para Pedro; o de más calado con futbolistas llamados a liderar el proyecto en verano y que en el momento del parón habían perdido jerarquía.

Sombras a domicilio

La prioridad ha estado en la búsqueda de la solidez a nivel defensivo como el camino más corto para cosechar victorias. Así se fraguaron todas (5), recuperando el poderío como local de El Molinón (13 puntos de 15), especialmente en la titánica victoria ante el Cádiz y en última ocasión en la goleada a Las Palmas (4-0) previa al parón, que dejó al equipo octavo, en su mejor momento del curso en meses. En esos dos últimos encuentros en los que el proyecto se estiró, la afición, desplazada de forma masiva a Santander y Ponferrada y con las entradas en el bolsillo para un viaje que nunca llegó (La Coruña), se había reenganchado, aumentando los decibelios y la presión sobre los rivales en El Molinón después de semanas de desencanto.

En el debe se mantiene el vulgar recorrido a domicilio que ha castigado una clasificación más lúcida. Únicamente se ha arañado la victoria en territorio del colista (Racing). Los otros cuatro encuentro se cerraron sin puntos, con derrotas (2-0 en La Romareda, 2-0 en Los Pajaritos, 2-1 en el Heliodoro Rodríguez López y 1-0 en El Toralín). Los problemas con el gol -tres en cuatro partidos - y las desconexiones tanto en las acciones de estrategia como en los primeros minutos de juego- tiraron por la borda la mejoría en cuanto a juego, con viajes donde se mereció una mejor cosecha por llegadas al área.

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