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«César lo va a dar todo, está con la ilusión de hacer algo grande en el Sporting», avisa Juanmi (Capdepera, Baleares, 1972). Orgullo de padre por ver a su hijo vistiendo la camiseta que él defendió entre 2005 y 2007. El 'ex' del Sporting, ... puente en la transición hacia la 'generación Preciado', muy querido en El Molinón, analiza en una entrevista con EL COMERCIO el retorno de César Gelabert a Gijón. Ya como futbolista hecho y derecho.
–¿En qué anda metido ahora?
–Estuve en el Levante, con Tito en la dirección deportiva. También nos presentamos a las elecciones del Barça, con Víctor Font, pero ganó Laporta. Ahora disfruto del sol de Alicante y de ver los partidos del Sporting y de César.
–¿Vio el de Eibar?
–Sí. Los veo todos. Veo al Sporting de menos a más. He visto todas las comparecencias del míster y le doy la razón, esto acaba de empezar. Hay futbolistas, como César o Maras, que llevan poco en Gijón. Maras, por ejemplo, hizo en Eibar un partido muy serio. César jugó otra vez de inicio y tuvo buenos minutos, Gaspar, que llevaba dos semanas fuera, marcó, Queipo está muy bien... Veo una evolución del equipo. Estas dos victorias consecutivas le darán un impulso en esta Segunda.
–¿Y Albés?
–Está manejando muy bien las cargas. Hay que darle ese plus de confianza para que encuentre, no solo a su equipo, sino su proyecto. Esto ha cambiado mucho. En mi época íbamos con dos cambios, pero luego pasamos a tres y ahora, a cinco, con la posibilidad de que sean seis.
–¿Conocía a Albés?
–Personalmente, no. Pero he hecho 'scouting' y realizado informes sobre él. Veía jugadores, pero también a entrenadores. Empezó en esta zona de Valencia. Lo conozco de haberlo visto cuando estaba en el Eldense. Ya tenía ese toque de ofensividad, de alegría. En el Sporting va en buena línea, con tranquilidad, sin ponerse nervioso. Estas dos victorias darán mucha confianza.
–¿Ha venido ya a El Molinón?
–Aún no. Fui a Almería a ver al equipo. Estuve con Mario, con Joaquín, conocí al presidente David Guerra, estuve con Lobelle, al que tuve de masajista… He visto todos los partidos, pero a El Molinón no he ido. Estoy esperando la ola perfecta para ir.
–¿Tuvo información privilegiada antes que César del interés del Sporting?
–Fuimos a la par. Cuando apareció la opción, lo hablamos y le dije que Gijón era un espectáculo. Hablamos de jugar con 26.000 personas y de la 'Mareona'. Le dije: «Vas a disfrutar, acuérdate de cuando venías al campo». Yo he jugado al fútbol por pasión. Cuando la piel se te pone de gallina porque quieres jugar en un sitio... Siempre elegiré la pasión, no el dinero. Evidentemente, no somos tontos, si eso se junta a un buen contrato, perfecto. César lo tuvo claro. Está disfrutando como un niño. Le veo feliz. Los últimos meses en Toulouse fueron difíciles.
–Cambió su rol, ¿no?
–Esto ha cambiado. Los jugadores tienen que entender los roles del fútbol moderno. Veo a 'Campu'. Sale cinco minutos, la revienta, sale diez, la revienta. El objetivo común es ascender con el Sporting a Primera. Lo van a conseguir todos, no uno. Es lo que dice Albés: «Nos estamos conociendo». Me gustó mucho lo que comentó el otro día de tener un chándal y una camisa. Y si a eso suma los 26.000... Eso siempre se dice, pero en el Sporting es real. 8.000 en La Coruña.
–La magnitud de un histórico.
–El Sporting de Quini, Joaquín, Ciriaco, Castro y Ablanedo, entre otros, sigue perdurando. Fueron temporadas extraordinarias, pero hay que evolucionar. Ya son ocho años en Segunda. A ver si este es el año, que nos viene bien (risas).
–César seguiría.
–¡Hombre! Con las cláusulas que han puesto, la opción de compra obligatoria, ¡venga! ¿Qué hay que hacer? Subir y se hace (risas). Lo que le digo a él es que si está tan contento, lo dé todo y disfrute. Yo tenía tres cosas para jugar al fútbol, pero César tiene veinticinco. Hace disfrutar a la gente. La gente, cuando paga una entrada, quiere ver cosas guapas y él tiene esas condiciones. Si disfruta como le he visto en los tres últimos partidos, responderá.
–Usted tenía tres cosas, pero llegó a Primera.
–Mi cualidad era la mentalidad. No me frenaba nadie. Metía la cabeza en un ventilador, me daba igual so que arre. Mi pelea era estar bien física y tácticamente. Pero si César está con confianza, te 'chorrea'.
–¿Le recomendó fichar por el Sporting?
–Fue una decisión suya. Él me dijo: «El Sporting». Y yo: «26.000, un futbolista quiere jugar en un estadio de esas características». En esa conversación nos quedamos. Por la noche ya me llamó y me comentó: «He elegido Gijón, papá, mañana me voy».
–¿A quién le recuerda?
–Mucha gente siempre me pregunta. Yo digo que a Juan Carlos Valerón cuando juega en esa posición entre '8' y '10'.
–Incluso en el perfil físico.
–Antes de tener las lesiones era más potente. Tener un cruzado en cada rodilla le mermó, pero él trabajó muy bien y supo reciclarse. Ser '8', '10' y '11', lo importante es su visión de juego, cómo lo entiende, cómo es capaz de filtrar, de hacer un cambio de orientación cuando todo el mundo bascula hacia el otro lado.
–¿Le ve también de '8'?
–Le veo a gusto con un '6' detrás y un '8' y un '10' en la zona de interior. Que él pueda arrancar y que en esa arrancada que tiene de cuatro o cinco zancadas, pueda dividir el juego y filtrar ese balón. Contra el Zaragoza estuvo un rato de interior y se sacó esas dos jugadas en las que El Molinón se puso cachondo (risas). También los Nachos están muy bien. Veo al equipo en auge, pero esto es muy largo. Aquí lo importante es llegar bien a los diez últimos partidos, estar cerca de los ocho primeros todo el curso.
–¿Se acuerda mucho del balonazo en Cádiz?
–Sí. Hizo que dejase el fútbol. Estuve tres días llorando con Gonzalo Revuelta. Yo quería volver a intentarlo, pero la lesión fue grave y difícil de asumir. Puedes tener un cruzado, ¡pero fue un balonazo en el ojo! Me habrán dado trescientos codazos, golpes... Fue el destino y este marcó que tuve ese desprendimiento de retina. Estaba súper a gusto en Gijón.
–El destino le debe una a la familia Gelabert. ¿Un ascenso?
–A lo mejor lo tenemos ahí con César. Somos supersticiosos, no habré jugado veces con calzoncillos rojos para ganar y perdimos (risas). Pero me agarro a esto, a ver si este año el Sporting sube.
–¿Cómo era su vida en Gijón?
–Iba a entrenar, volvía a casa y el míster (Preciado) estaba por allí. También Pablo Álvarez, Roberto, Míchel... Bajábamos a echar una partida de tenis. Éramos una comunidad, hicimos un muy buen grupo. Manolo era único para eso. Me decía: «Juanmi, preparamos cena y luego, nos tomamos una copita y me traes para casa». (Risas). Era acojonante. Manolo era natural y auténticos con todos.
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