Dos caras y una derrota

Con Fran Villalba y Pedro descargados oficialmente por unas molestias, Berto estrenó titularidad con el Sporting en Segunda. Y con Gallego, su reclutador con asiduidad a raíz del derbi y de los problemas de Campuzano. El canterano enganchó con Djuka, mientras Gaspar y 'Puma' vivían en la periferia. Muy forrados los de casa por dentro, con doble chapa de tres centrales y el pulmón de Boateng, el once de Gallego se meneó con rigidez y óxido. Legañoso en el despertar de la tarde. Cartagonova pidió un penalti de Mariño sobre Dauda, pero quedó en el susto y en el golpe del atacante. Los guantes del meta silbaron en el rostro del ghanés, pero el VAR no rebobinó. El medio centenar de sportinguistas presentes resopló con el susto metido aún en el cuerpo. Fue la energética presentación de los cartageneros, chatos cuando el Sporting se agarró al piso. Cuando el líder se expresó como líder.

Acelerado por un irregular 'Puma' -de inicio en luz verde-, el once de Gallego empezó a estirar el gañote en el encuentro. Nacho Méndez barría y barría para encender el interruptor de los avanzados. El panameño conectó regulero un centro de Gaspar ante las narices de Marc Martínez. Y a la siguiente, pateó desde una distancia de prismáticos un balón que se rebeló al meta local. El estupendo trabajo de presión de Djuka y Berto cortaba el sedal de los muchachos de Luis Carrión, inquietos en la fuente de su fútbol. El '23' embistió a los veinte minutos un centro largo de Kravets con toda la intención del mundo. Aunque no descorchó y la cabeza no es su punto fuerte, la definición fue impecable. La pelota salió zumbando cerca del poste.

Cerca de la media hora, con Berto revoltoso y meritorio en su misión de infiltrado, el guión se embaló. Mariño rebotó un trallazo de Dauda, pero Djuka astilló en su contestación el larguero con la zurda, sí, y 'Puma' se quedó a un meñique del gol tras un buen movimiento del balcánico. Otro balón que salió tirando besos al poste. Iba asomando el liderazgo del Sporting, atemorizado, únicamente, en el arte de la estrategia. Así metía el dedo en el ojo el Cartagena, más tirillas según iba extraviando balón. Hasta el descanso. En el camerino se perdió el Sporting. Se encontraron los de casa.

El huesudo equipo de Carrión volvió tuneado, diferente y cortante. Con declaración de intenciones entraron Gallar y Tejera, liquidando el técnico al avilesino Berto Cayarga y a Boateng. Mutó al 4-2-3-1. El extremo del Sabadell ya se promocionó con una conducción que definió mal Dauda en una situación pintada. Cambió la pose y la expresión del Cartagena, gobernador, sublevado a través de la platina cabellera de Gallar. Su bandera. Aitor y Villalba ya calentaban pierna. Y Pedro. Porque el '10' del Cartagena estaba reventando al Sporting. Mariño saboteó un remate de Rubén Castro en otro ensayo de laboratorio. Saliendo mucho humo de la trastienda, Gallego no esperó al sesenta. Antes remendó con Aitor y, sobre todo, Villalba. Pero todo iba pasado de vueltas, defendiéndose a estacazos el Sporting. Sin mando. Un paisaje de difícil tránsito para la cuadrilla de Gallego, vulnerable sin catar pelota.

Expulsión de Kravets

Una genialidad de Villalba, incómodo en ese tiroteo, estuvo a punto de hacerse cianuro para el Cartagena. Acarició el larguero. Fue un oasis. Pedro entró sin más demora por Nacho Méndez para completar el intento de estímulo. Pero la amenaza de tragedia se oficializó poco después. En una jugada relámpago, Gallar, quién si no, se coló por una rendija. Y Kravets le pisó el tobillo. Hoy, ni una duda. Dio el chivatazo el VAR. Rubén Castro, sin debate, venció a Mariño de penalti. Hizo justicia a una segunda mitad terrible de los gijoneses, despelotados por el doble cambio del Cartagena al descanso. Gallar, apalabrado hace un par de temporadas, iba para 'MVP'. Pudo caer el tercer garrotazo, pero ya no estaba Castro. Tampoco el líder, perdido con inferioridad y sin ella. Un mal día de todo el coro.

La frustración de Villalba, sediento de balón por la 'ley seca' que imperaba para el bando forastero, y el extravío de Djuka, eran el termómetro. Mariño evitó la sentencia con un paradón a Di Blasis, con un pequeño amago de revuelta posterior que no duró más de un par de minutos. Gallego alicató como pudo la parte trasera del equipo, alistando de urgencia a Pablo García. Pero el encuentro seguía galopando al mismo ritmo. Y el Sporting cayó de bruces, vencido en Cartagonova y derrotado por segunda vez este año, pasando por toda la escala de colores, llevándose un duro correctivo en un encuentro en el que se desorientó y que le devolverá con las orejas tiesas a El Molinón.