José Fernández, expresidente y máximo accionista del Sporting. AURELIO FLÓREZ

Un buen sportinguista

José Fernández compitió con Manuel Calvo y Antonio Asensio para evitar que el control del club gijonés estuviera en manos de empresas de fuera de Asturias

MANUEL ROSETY

Lunes, 28 de febrero 2022, 01:52

No por esperada es una noticia que pueda conocerse sin asumir el impacto que origina el fallecimiento de una persona relevante en los ámbitos social, empresarial y futbolístico.

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Se nos fue José Fernández, quien tuvo una exitosa trayectoria como empresario. También se ganó una importante ... repercusión social, no solo en La Calzada o El Cerillero, de donde era originario. Al margen de su trabajo y su familia, el Sporting era una de sus debilidades. Defendió la camiseta rojiblanca cuando era un ilusionado chavalín, antes de dedicarse de lleno a sus negocios.

Antes de llegar al consejo, con la transformación de los clubes en sociedades anónimas, era un silencioso seguidor, en casa o fuera, cuando sus empresas le dejaban tiempo para ver al Sporting. En 1992 se involucró con una importante inversión, cuando el club necesitaba cubrir el capital social.

José Fernández fue de los primeros consejeros, con una presencia frecuente y altruista, incluso restando tiempo a sus negocios y a su familia. Se implicó más cuando vio que había empresas que pretendían invertir en el Sporting para buscar sus propios beneficios a costa del Sporting. Compitió con Manuel Calvo y el grupo de Antonio Asensio para evitar que la entidad gijonesa fuera a parar a manos de empresas de fuera de Asturias, lo que le costó aportar importantes cantidades de dinero.

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Alcanzó la presidencia en el otoño de 1994 y la dejó en el invierno de 1997, con la salud tocada por la mala marcha del Sporting, a punto de consumar un descenso que le afectó mucho. Buscó siempre lo mejor para el Sporting y sus sueños entonces eran del altos vuelos. Quizá se equivocó en saber rodearse de personas más cualificadas, aunque en el fútbol nunca hay seguridad de éxito. También respaldó gestiones que dieron un magnífico resultado a la entidad. Un ejemplo fue Julio Salinas. Y hubo más. No todo fue negativo.

Después de dejar la presidencia mantuvo su respaldo a la sociedad. Fernández siempre era la solución que buscaban los dirigentes que estaban al frente de la entidad cuando surgían problemas económicos. Le fallaron muchos de ellos. Casi todo el dinero que aportó en las situaciones más complejas lo capitalizó en acciones cuando el club se vio afectado por un proceso concursal. Parecía tener asumido que había sido víctima de los errores que consideraba como propios, aunque los generaran los que le representaban.

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En el plano personal, conocí sus esmeros por mejorar y defender el Sporting, con numerosas anécdotas. Una es la monumental bronca telefónica que le montó a Paco Roig, presidente del Valencia, cuando 'robó' a Angulo con un cambio de residencia. Fue en un vestíbulo del hotel Hesperia, en Córdoba, con motivo de un partido de Copa en Écija.

José Fernández fue un gran sportinguista al que nunca se le reconocieron sus gestos de respaldo al club gijonés. Se le magnificaron más los errores de los consejos a los que perteneció o a los que respaldó para regir los destinos de la sociedad. En vida no vio el reconocimiento que hubiera sido justo. No se sabe si sin Fernández no se hubiera producido el descenso de 1998, que tanto se le achacó, pero lo que sí se sabe es que hizo aportaciones que evitaron situaciones muy comprometidas, con denuncias de jugadores por impagos que había que solucionar en horas en más de un 31 de julio, con riesgo de descenso.

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Con los medios informativos siempre tuvo un trato cordial, pese a las críticas que soportó con deportividad, aunque no le agradaran. Ni siquiera rechistaba cuando no estaba de acuerdo.

Se nos ha ido una buena persona, lo que queda por encima de otros valores. José Fernández era un hombre querido. El destino quiso que coincidiera con el día con el aniversario de Quini, a quien él recuperó para el Sporting, después de que hubiera sido despedido como empleado antes de que el club fuera una sociedad anónima.

Don José, Pepe, Fernández o Pichu, como cariñosamente le llamaban en sus barrios, heredó el alma de directivo de su padre, quien había sido un dirigente excepcional en el antiguo Calzada. El relevo en el Sporting lo tomó hace diez años su hijo Javier. Por su valores humanos se merece una cariñosa despedida.

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