JOSÉ L. GONZÁLEZ
Miércoles, 29 de junio 2022, 03:53
En el año 1992 el Sporting tenía que convertirse en Sociedad Anónima Deportiva. Había que cubrir 3,52 millones de euros de capital social y el entonces presidente del club, Plácido Rodríguez, aseguraba contar con los inversores necesarios para completar la operación. Pero dos semanas ... antes de que acabase el plazo, Javier Gómez Navarro, entonces secretario de Estado para el Deporte, alertó a Vicente Álvarez Areces, alcalde de la ciudad, de que la operación estaba lejos de poder realizarse. Si no se conseguía el dinero necesario, el Sporting se vería abocado a un descenso administrativo a Segunda B, condicionando su vuelta al fútbol profesional a la conversión en S. A. D. Areces tomó las riendas de la situación y movilizó a una parte importante del sector empresarial de la ciudad para que se implicase en salvar al club. Entre ellos estaba José Fernández, quien aportó 72.000 euros, convirtiéndose en el cuarto mayor accionista del club. Los movimientos del alcalde de la ciudad, con una compra por parte del Ayuntamiento de un paquete de 276.000 euros, consiguieron salvar al Sporting y formar un consejo de administración en el que aparecía el nombre de una figura que sería clave para la historia reciente de la entidad: la de José Fernández.
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Los primeros años, con Eloy Calvo al frente después de que el propio Areces y otros sectores presionasen a Plácido Rodríguez para que abandonase la presidencia, transcurrieron por la senda de la austeridad. El nuevo presidente embridó las cuentas del club mientras se desarrollaba una lucha interna por hacerse con la mayoría accionarial entre José Fernández y el empresario gallego Manuel Calvo, que contaba con el mayor paquete de acciones del Sporting. El mayor arraigo en la ciudad y el apoyo del consejo dieron a José Fernández la fuerza necesaria para convertirse en el máximo accionista y presidente en 1994 tras comprar, entre otras, las acciones del Ayuntamiento. Comenzaba la era de esta familia al frente del club, un periodo que se ha prolongado durante 28 años y al que se ha puesto fin con la venta del club al grupo Orlegi.
Los primeros objetivos que se marcó el nuevo presidente pasaban por fortalecer la plantilla. Su primer gran fichaje, tras una dura negociación, fue Hugo 'Perico' Pérez, un mediocentro defensivo que acabó por convertirse en una referencia en el club y una de las incorporaciones más exitosas de la familia Fernández. Pero, de la mano de este fichaje vendría otro, el de Rashidi Yekini, que apuntaba algunos de los males que perseguirían al Sporting a lo largo de muchos años. El club firmó un contrato con el nigeriano vinculándolo a que pasase con éxito el reconocimiento médico, sin saber que la FIFA prohibía esta práctica. El jugador llegó con un ligamento de la rodilla roto, pero el club tuvo que asumir su fichaje. Esa temporada el equipo vivió un momento dramático, logrando la permanencia en una agónica promoción ante el Lleida. Las dos temporadas siguientes tampoco fueron mucho más tranquilas, salvándose en ambos casos en la penúltima jornada.
En la 97-98 la suerte no fue la misma. La mala política de fichajes, con un José Fernández rodeado de personas que lo asesoraron mal, llevó al club al descenso en una temporada en la que solo se ganaron dos partidos. Comenzaba un calvario de diez años en la Segunda división. La primera temporada en la categoría de plata se planteó como la del ascenso, con una plantilla confeccionada para lograrlo. Pero en la sexta jornada el equipo aún no había logrado una victoria y el consejo dimitió en pleno, destituyendo también a los técnicos. Germán Ojeda, sin vinculación con el Sporting, se pone al frente del club para hacer frente a una época en la que José Fernández tuvo que poner dinero en forma de préstamo para evitar la disolución.
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Alejado de la gestión, José Fernández decidió colocar a Juan Arango como presidente. Vinculado a él con cargos de responsabilidad en alguna de sus empresas, Arango trata de enderezar el club, pero no lo consigue. El Sporting está al límite y en el año 2001 se enfrenta a la disolución, con una deuda con Hacienda que amenaza su supervivencia. José Fernández está cansado de poner dinero y el club vende al Ayuntamiento las instalaciones de Mareo por nueve millones de euros y las marcas por otros tres, con lo que logra salvar la situación. Pero lo hace a costa de perder un patrimonio material que aún no ha sido capaz de recuperar. La situación económica sigue siendo mala y el club se ve obligado a vender a David Villa en 2003, a pesar del potencial que se vislumbraba en él, por 2,5 millones de euros, ya con Manuel Vega-Arango como presidente.
Con la nueva cabeza visible del club, después de la dimisión de Juan Arango y de un periodo lleno de altercados internos, el Sporting recupera algo de tranquilidad. José Fernández se mantiene al margen de la gestión, cediendo al consejo sus acciones para la toma de decisiones. En el año 2005 la entidad entra en concurso de acreedores, con lo que la parte deportiva queda en un segundo plano, sumiendo al club en una letanía de la que no despertará hasta el año 2006.
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La llegada al banquillo de Manuel Preciado devuelve la ilusión a la afición, que llena el estadio y empuja para que el equipo logre el ascenso a Primera en 2008. José Fernández no volverá a participar en ningún acto oficial del club.
Se abría un periodo de esperanza. Las inversiones austeras y el trabajo dan sus frutos durante tres temporadas, pero la vuelta a las compras inasumibles y los malos resultados llevan de nuevo al club a Segunda. El consejo reclama que alguien de la familia se implique en el consejo y surge la figura de Javier Fernández, que llega al organismo de dirección acompañado de Javier Martínez. Su intención es modernizar y rejuvenecer el club y crea el puesto de asesor externo, para lo que cuenta con Iñaki Eraña y Fernando Losada.
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El planteamiento no da el resultado esperado, pero Javier Fernández se empapa de la gestión y en 2016 pasa a convertirse en el presidente. Por el medio, el ascenso de los 'guajes' y un nuevo descenso, que no ocultan que la situación económica del club es mucho mejor que la de antaño.
Pero la pandemia pasa factura y vuelve a colocar al Sporting en una situación delicada. Los resultados de la pasada temporada, la pérdida de su padre y la presión familiar han acabado llevando a Javier Fernández a vender al grupo Orlegi, de capital mexicano, el club que su padre contribuyó a salvar en varias ocasiones, el que él mismo ha dirigido y tratado de modernizar y por el que ha pasado más de una noche en vela. Se abre una nueva etapa.
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