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Preciado le toca cariñosamente la cara a un jovencísimo Cote durante un entrenamiento. LUIS SEVILLA
El adiós de Cote apaga la última llama de la era Preciado

El adiós de Cote apaga la última llama de la era Preciado

La retirada del capitán rojiblanco a final de curso amenaza con dejar a la plantilla del Sporting sin ningún jugador entrenado por el de Astillero

Iván García

Gijón

Viernes, 14 de marzo 2025, 01:00

«Era un crío», recuerda Iñaki Tejada. Pocos en la Escuela de Mareo conocen mejor a Cote que el bilbaíno. «Era un 'guaje' inquieto, con unas condiciones increíbles y algo despistado. Muy apegado a su familia, ya de aquella siempre subía con su abuelo a entrenar». En su primera aventura como entrenador en la escuela sportinguista, al frente de un equipo alevín, el destino puso a Tejada al frente del lateral de Roces. El mismo al que casi diez años más tarde haría debutar en Primera División como segundo entrenador de Manolo Preciado.

Los ecos de aquellas intensas cinco temporadas y media al frente del primer equipo sportinguista aún resuenan en el fútbol de élite, pero el adiós anunciado de Cote amenaza con que la próxima temporada sea la primera en la que ningún integrante de la primera plantilla sportinguista haya sido entrenado por el preparador de Astillero. Un hito a prueba de nostálgicos, pero que también respalda el trabajo detrás de aquellos años.

«Había que tener buen ojo y buen conocimiento, tanto del mercado como de los crecimientos de los jugadores que ya había». Emilio de Dios era el director deportivo del Sporting en esa etapa y detalla el trabajo detrás de la confección de aquellas plantillas. «Se daba la circunstancia de que había un alto porcentaje de jugadores de Mareo», destaca. Sumado a la «calidad futbolística y humana» de los fichajes, permitieron al Sporting crear una «conjunción de jugadores con una vocación humana muy marcada», expresa el propio de Dios.

Manolo Preciado aterrizó en el banquillo del Sporting en verano de 2006, en un momento de inestabilidad deportiva e institucional. Tras una primera temporada en la que el equipo sufrió para mantener la categoría en Segunda, el club decidió darle continuidad al frente del banquillo. El resto es historia. El Sporting regresó en 2008 a Primera División de la mano del técnico cántabro tras una década apartado de los mejores.

«Esa etapa la recuerdo como la mejor, inolvidable». Un par de años antes que Cote, el lateral izquierdo del Sporting había alumbrado a otro talento generacional que acabaría siendo capitán general y emblema del club. Roberto Canella pondera esa «conexión» entre el público y el equipo como uno de los puntos fuertes de aquellos años. «Antes de Preciado, el equipo estaba en Segunda y no metía más de ocho mil personas en el campo. Él trajo la ilusión», añade el jugador lavianés, antes de sintetizar que «por algo tiene una estatua donde la tiene».

Canella dejó el club en 2019 tras 313 partidos con el primer equipo. El 'Pichu' Cuéllar ha sido hasta ahora el último de los pupilos que en algún momento fueron entrenado por Preciado en decir adiós al club. Lo hizo en verano de 2023, tras su segunda etapa en Gijón. «¿Con qué me quedaría de la era de Preciado? Con el vestuario de aquellos años porque era una familia», reflexiona el exguardameta rojiblanco. «Ese nexo de unión creo que era lo que nos hacía más fuertes y que dentro del campo se transmitía», ahonda. Cuéllar también destaca el lado humano y motivador del preparador de Astillero. «Ese don se tiene o no se tiene. Él lo tenía y lo hacía muy especial».

«Nos dejó muy pronto»

En los prolegómenos del último partido en El Molinón, el Sporting rindió un merecido homenaje a Miguel de las Cuevas. El alicantino colgó las botas el pasado mes de febrero. Lo anunció mediante una carta en la que agradecía a todos los equipos en los que había estado, pero de entrenadores solo mencionaba a uno: Manolo Preciado. «Cualquier jugador que fue entrenado por Preciado es un privilegiado», destacaba el mediapunta en una conversación con EL COMERCIO con motivo de su regreso a Gijón para la distinción del club. De las Cuevas consiguió 17 goles con la camiseta rojiblanca, entre ellos el que sirvió para tumbar al Madrid de Mourinho en Santiago Bernabéu en 2011. Elevado a los altares por aquel tanto, prefería compartir la gesta con el que era su técnico entonces. «A mí siempre se me ha puesto la etiqueta de héroe del Bernabéu desde aquel día, pero para nosotros el verdadero héroe fue Preciado».

Precisamente de las categorías inferiores del club de Chamartín llegó a Gijón Alberto Lora. Lo hizo en verano de 2006 –el mismo que Preciado–, aunque el madrileño desembarcó en el filial sportinguista. «Fue el entrenador que apostó por mí y esos primeros momentos siempre son complicados», destaca Lora. Delantero en categorías inferiores, llegó al club como centrocampista y acabó reconvertido en lateral derecho, donde se asentó en su estancia en el primer equipo con el que logró los dos ascensos a Primera de este siglo: 2008 y 2015. «Era siempre muy cercano, parecía más un padre y el trato humano era increíble. Yo creo que eso lo hacía diferente. Que además de esa figura como entrenador, él se centraba mucho en el bienestar del jugador, en que estuviésemos bien», elogia el ahora futbolista del Marino de Luanco. «Por eso yo creo que tuvo tanto éxito y conseguíamos los objetivos. Éramos como una familia y fueron recuerdos muy buenos», coincide con el resto de sus excompañeros.

Cinco años y 231 partidos

Preciado fue cesado como entrenador del Sporting en enero de 2012, con el equipo en Primera División y tras dirigir al equipo 231 encuentros en sus cinco temporadas y media. El preparador cántabro logró un ascenso a Primera y tres permanencias en la máxima categoría. La temporada 2011-12, ya sin él, el equipo acabaría perdiendo la categoría con Javier Clemente en el banquillo.

En junio de 2012, el técnico de Astillero falleció de forma repentina tras sufrir un infarto la noche antes de formalizar el contrato que iba a firmar con el Villarreal. Su pérdida, un auténtico mazazo para el mundo del fútbol, se sintió especialmente en dos ciudades: Gijón y Santander, las de los dos equipos en los que Preciado había sido un referente. Su legado, aún trece años después, ha seguido perdurando a través de varios de sus discípulos en el primer equipo rojiblanco. El adiós de Cote amenaza con cerrar de una vez por todas la etapa de supervivientes de la era Preciado. Es la última vela de aquellos años aún encendida.

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