En un guiño a sus raíces, Abelardo definió ayer la fórmula con la que pretende sacar al Sporting del atolladero en el que se ha metido con su crisis de resultados. «Lo voy a decir en asturiano: 'trabayu, 'trabayu' y 'trabayu'», proclamó 'El Pitu', que ... desprende ilusión en su regreso al club rojiblanco un lustro después.
«Para nada he dudado. Todo lo contrario», aseguró el exzaguero, «encantado» de asumir un «reto bonito», a pesar del riesgo por la situación clasificatoria actual. Encarrilada «prácticamente de un día para otro», hizo hincapié ayer en que su regreso a los banquillos obedece principalmente a que quien se lo pedía era el Sporting, al que considera su familia. La deportiva y la sanguínea, enfatizó, se funden su casa. «Todos son muy sportinguistas. Ellos me convencieron, saben lo que significa para mí el Sporting», recordó con orgullo, radiante, con su padre frente a él en la sala de prensa del municipal gijonés.
Con su progenitor, homónimo, bromeó Abelardo después sobre el césped, en el cierre de su puesta de largo como entrenador del conjunto gijonés. Cinco años después de dirigir su último partido en El Molinón, vivió su presentación. Casi un oxímoron, porque el exzaguero ya conoce cada recoveco del estadio y su rostro no le es ajeno a nadie en el sportinguismo por su trayectoria sobre el césped y a pie de campo en Gijón.
Confesó que muchos le destacan su atrevimiento esta semana al tomar las riendas del equipo, pero él lo ve desde otra perspectiva. «No es ser valiente, es signo de sportinguista. Entrenar al Sporting es un privilegio», expresó. Enérgico, dejó claro el contraste que vive el club gijonés entre su potencial y su delicado presente. «Somos un equipo grande», proclamó, antes de que aflorase dialécticamente su pasado como central para salir al cruce metafóricamente y matizar a renglón seguido que hay que «bajar los pies al suelo» y asumir que ocupan la decimoséptima posición actualmente. «La situación es delicada y hay que intentar sacarla», indicó, esperanzado en «la predisposición de la plantilla» y su calidad. «Estoy seguro de que se va a conseguir», remachó sobre su confianza en evitar el descenso.
Arropado por el histórico capitán Joaquín Alonso, con el que también habló antes de cerrar su vuelta, otros trabajadores con una dilatada trayectoria en el club como Pepe Acebal y Falo Castro también se acercaron a la sala de prensa, donde 'El Pitu' combinó destellos de liderazgo con su habitual sentido del humor. Aunque dejó un chascarrillo cuando escuchó el término plenos poderes, señaló que no pidió nada y que vuelve al club «a entrenar». «Me dijeron que me necesitaban», señaló sobre el contenido de las conversaciones con el club. Deslizó, eso sí, que tras la conclusión del presente campeonato liguero se abrirá un espacio para el debate, con propósito de enmienda de cara al futuro. «Cuando acabe la temporada tenemos que hacer una reflexión e intentar mejorar para que no se repita esta situación», manifestó.
Empapado de lo que gusta en El Molinón después de percibirlo tanto desde dentro del terreno de juego como en el banquillo y la grada, considera innegociable la generosidad en el esfuerzo. «Podemos jugar horrible, porque en el fútbol actual hay muy pocos equipos que jueguen siempre bien, pero que seamos competitivos», anticipó, antes de subrayar que pretende conseguir convertir a los rojiblancos en un conjunto «que se deja la piel».
«Que un jugador pierda un balón y después baje a toda hostia a recuperarlo, que intentemos ser verticales, que cada balón lo disputemos y cada disputa para nosotros sea ganar una Champions. Eso es lo que la gente quiere ver en Gijón», profundizó. Con la esperanza de que la afición «se sienta orgullosa», expuso que todos deben ser conscientes del privilegio que supone estar dentro del Sporting, que «también exige una responsabilidad», «Un compromiso que todos tenemos que tener», agregó, instando a defender el escudo «con el máximo orgullo, el máximo compromiso y la máxima disciplina. «Hay que bajarse al barro. Tenemos cuatro partidos para conseguir el objetivo, que no era el de principio de temporada, pero es el presente y el que tenemos», recordó, «convencido» de lograrlo para «seguir trabajando mucho tiempo» en Mareo,
«Pinceladas» de confianza
Con apenas tres días para preparar en Mareo su reestreno en Huesca, le tocará «incluso dormir poco» para escudriñar a su primer rival y valorará en los primeros entrenamientos la percepción que se había formado de la plantilla desde fuera. «Voy a darles esas pinceladas de confianza. Creo que a ninguno se les ha olvidado jugar al fútbol. Si han llegado a jugar en el Sporting es porque tienen lo que tienen que tener. Hay que darles esos retoques a nivel táctico y seguro que mejoraremos», argumentó el campeón olímpico en Barcelona 92, sufridor desde fuera esta temporada. «Lo pasas mal. Todos queremos ver al Sporting en otra situación. Somos una afición muy fiel», expresó.
«El único futuro que me importa es el del Sporting», afirma Rico
Encargado de confeccionar una plantilla que está muy alejada de las expectativas iniciales, asomada al precipicio, Javi Rico eludió valorar su horizonte en el club. «El único que futuro que me importa es el del Sporting de Gijón como entidad. Vamos a centrarnos, más que en Javi Rico, en la institución, la plantilla», afirmó el director deportivo, que instó a dar «todo el cariño a los jugadores».
«Ya lo dijo el presidente una, dos y tres veces. Tengo su confianza y tampoco es un tema importante para mí en estos momentos», señaló, tratando de priorizar la situación actual por encima de otros aspectos como la salida de Noé Calleja. Rehusó dar explicaciones sobre la marcha del ya exsecretario técnico rojiblanco y aseguró que está «buscando otra persona» para su cargo.
El exdefensor rebobinó para reconstruir de forma sucinta la cronología de su vuelta a Mareo, que se decidió con celeridad el martes. El primer paso para el relevo en el banquillo, la derrota ante el Ibiza, le cogió en Barcelona por sus anteriores obligaciones laborales, que según reconoció frenaron que pudiese reemplazar a David Gallego el pasado mes de febrero. «Tenía un contrato con televisión hasta mayo y soy un hombre de palabra. Ahora era más fácil. He tenido otras ofertas anteriormente de otros clubes y las he rechazado», desveló, antes de señalar que la confluencia de llamada del Sporting y el hecho de que solo queden cuatro jornadas facilitaron la resolución del contrato.
Reacio a hacer cálculos, con la única premisa de pensar «de entrenamiento a entrenamiento», sin fijarse en el pasado o el futuro, cree que «hay jugadores con mimbres para hacerlo bien». «Tenemos que ser un equipo organizado y a partir de la organización defensiva y ofensiva vamos a mejorar», argumentó, convencido de el apoyo de la afición, que «siempre está». Considera que son ellos quienes deben engancharla, a base de entrega. «Si es así, incluso cuando pierdas, la gente te va a aplaudir», expresó.
Sin un diagnóstico claro desde fuera del desplome del equipo este curso tras su buen inicio, tuvo un recuerdo para Quini, con el que compartió día a día cuando tomó las riendas del equipo por primera vez. «Seguro que está ahí arriba alegrándose, porque creo que me tenía bastante cariño. Me pediría que lo diese todo», señaló. En su vuelta, avisó, premiará la meritocracia y solo mirará el rendimiento. «A todos los sportinguistas nos gusta que cuanto más gente de la casa haya, mejor. Eso no implica que tengan que jugar porque sean de la casa. Tienen que jugar los once mejores», proclamó.