AZAHARA VILLACORTA
GIJÓN.
Sábado, 27 de marzo 2021, 01:47
«Puede sonar snob, pero yo solo me pongo camiseta cuando voy en el barco. Si voy a una tienda de lujo y veo al dependiente con camiseta, desconfío», avisa el madrileño Miguel Marinero, uno de los grandes diseñadores de la costura patria, que, desde ... que estalló la pandemia, está recluido en Llanes, de donde proviene la familia de su mujer. «Nos vinimos descansar unos días, pensando en estar más tranquilos que en Madrid una semana, y llevamos un año, encantados de la vida. Hemos descubierto las estaciones, el campo, los animales... Estamos viendo florecer los árboles, disfrutando de la casa... Un subidón», explica este asturiano por vía marital que ha vestido a algunas de las mujeres más elegantes de este país.
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Y, desde Llanes, habla varias veces al día con sus tres hijos: Gabriel (músico, «supercreativo y muy sensible»), Nicolás (su sucesor en el mundo de la moda) e Inés, directora de desarrollo en su tienda de la calle Zurbano.
Aunque no es Nicolás el que más se le parece en el carácter: «Él es como su madre: bonachón, dócil... Yo soy más fuerte, más líder, más rebelde, como Inés. Aunque nos peleamos a la hora de diseñar nuestras colecciones, claro, pero nuestras peleas siempre son positivas», bromea este genio de la aguja que, además de descubrir «que en Asturias los inviernos son menos duros de lo que pensaba» y que «ya no llueve como llovía», dirige el negocio a golpe de videollamada. «No quiero que se enteren de que, en realidad, estoy de vacaciones», bromea.
Lo que sí comparten padre e hijo es una forma de entender la elegancia «que va de dentro hacia afuera». Y Miguel pone algunos ejemplos de iconos que han llevado sus diseños: «Isabel Preysler, que tiene ese exotismo y esa serenidad, que transmite esa paz que tranquiliza a los hombres. O Naty Abascal, que «es España, es racial, y puede combinar siete colores distintos y defenderlos perfectamente».
Entre las nuevas generaciones, se queda con Tamara Falcó, Amaia Salamanca o Macarena Gómez y Aldo Comas. «Me gusta ese punto canalla que tienen. Porque, además, la elegancia no consiste en ponerse un determinado traje, sino que tiene que ver con la actitud. Tú mira, por ejemplo, a la duquesa de Fernandina, Pilar de Sidonia. Su pelo, su porte, sus modales, su forma de hablar... Esa mujer es elegante aunque esté mojando en el café un cruasán. Poderosa».
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Y en empoderar a quienes se ponen su ropa consiste buena parte de su trabajo, que está sufriendo los rigores de esta crisis, «como todos», algo que también les ha servido para reinventarse, aunque ya hacía tiempo que habían apostado por el negocio 'online', además de por «el trato personalizado al cliente».
«Enseguida creamos una línea de mascarillas con tejidos nobles que tuvo mucho éxito, y fuimos los primeros en hacer una para novias, porque también hemos sacado una colección nupcial», cuenta su hijo, que, además de la pasión por la moda, comparte con su padre la afición a navegar, al esquí y al golf, y que anda inmerso en su nueva propuesta, 'Trend', «un homenaje al cordero merino». Porque -remata Miguel-, «a pesar de que estos últimos meses todo ha cambiado mucho y vuelve la folclórica, el chándal con tacón, hay que vestirse para cada ocasión. El chándal, para hacer deporte y, aunque a mí me encantan las mujeres con taconazo, de 'shopping' se va de plano».
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